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sábado, 24 de octubre de 2009

DIALOGO DEL AIRE

Dialogo Del Aire.


Siento que me mira,
que nos conocemos desde
hace un hilar del tiempo,
que corro entre los colores nauseabundos de tu piel,
y tu habitad en las incisiones proliferas de mi olvido.

Siento que me habla,
con esa mudez de siglos,
que me vigila entre las hojas
secas de este otoño furibundo, que voy muriendo
en la filosa oquedad de tu mirada.

Siento como este silencio
nos amarra a la eternidad de un suspiro,
como los restrojos de una historia ensangrentada
nos llama a dilapidar las caricias de estas
calaveras mugrientas.

Siento tanto, que no te siento,
que aunque este aquí, pretendiendo
vigilarme, tan solo ere una imagen
adherida a la pared, regurgitando fantasmas
en mi piel flagelada.

Fausto Aybar

miércoles, 14 de octubre de 2009

¿Quién esta de visita?

Quién esta de visita?


Alguien abrió la puerta,
aun llueve; en la distancia,
la neblina devora la oscura vastedad,
el viento hurga entre las camas frívolamente desalojadas,
se postra ante este cuerpo vestido de incienso.

A fuera el ladrar de los perros ahuyenta a los duendes espías,
todavía se oye el chirriar de la puerta,
en sus escondrijos se abrigan las salamanquesas,
será que el miedo engrandece a los fantasmas

DIALOGO PARA UN ARREPENTIDO

Dialogo para un arrepentido

Sólo él subió al púlpito, su refinado léxico
envuelto en burbujas de cristal, predecía su
habilidad para hilar los bostezos, los demás
escuchaban.

Sólo el habló de huellas, de senderos, de dedos
abatidos por espinas, de muchedumbre ahogándose
en el vino, del látigo desgarrando la carne,
los demás pensaban.

Él se llenó de cólera, escupió los santos,
abofeteó las vírgenes, tembló el cielo,
se destruyó el púlpito, cayó hincado,
no brotaron plegarias, más todos soñaban.

DEFECTO INTERIOR

DEFECTO INTERIOR

Miró Juan hacia el acantilado, el mar aun estaba en calma, parecía
una sabana plateada, buscando entre las frías corrientes de este mar de carne, creyó oír las sirenas que habitaban en la oscuridad
de aquellos galeones invisibles, extendió las manos, y ya no estaban, él se sentó abrumado por la distancia, miró como el mar paria el sol, como la luna volvía de retorno a la liquidez de los sueños; envuelto en la magia de colores nómadas, perplejo por voces agrietadas que aun lo llaman.

Ya Juan no era Juan, era el viento, rebuscaba entre las amorfas olas del tiempo, pretendía ser luz de estas palabras ungidas en sueños, y el mar subió a su boca, tocó su cielo, y Juan ya no era viento, sólo agua muriendo entre los dedos, hiriendo este vasto desierto, que no era mar, que no era viento, sólo un resonar de los muertos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

LABERINTOS II

LABERINTOS II


Y vuelvo a despertar entre ellos,
sumergido en la voraz imputación
de sus sueños, albergando disociadas estrofas
de esta sinfónica mudez, porque son ellos,
los laberintos, esos que ahogan ecos, que oxidan
tarjas y murallas.


Laberintos, ya no de lagos de sangre,
sino de mares de huesos, perplejidad
miradas resbalando en la porosidad del olvido,
rayos de polvo surcando quebradas, hiriendo
momias, atizando odios, masticando
las heces del tiempo.

Y quisiera salir de este embrión
de gárgola disecada, emerger en la liquidez
de estos espejos que derrotaron fantasmas, y romper
con esos laberintos, que desterraron el sueño,
que hicieron de mi el hombre imperfecto.

Fausto Aybar

martes, 25 de agosto de 2009

Imperfecciones

IMPERFECCIONES

Un día irrumpió el llanto en tus ojos
se acercó a la palabra
brotaban deformaciones de nuestros labios,
cuan cauto es el silencio cuando se mece
en la melodía del inconcluso.

Un día coqueteaba con la muerte,
de cruces se llenaron mis letras y mi futuro,
que insensible son los fantasmas
cuando se trata del olvido
inmisericorde de las mariposas.

Un día me paseaba por la ternura de los desterrados,
coincidí con la tristeza,
se desnudaron los ademanes,
cuan feroz es el hambre
cuando nos acarician las lentejuelas

domingo, 19 de julio de 2009

BOCETO


Boceto

Dejad que el carbón
habite mi piel, que navegue
entre las Hordas sigilosas de estos
espejos lacerados por el tiempo.

Dejad que las arrugas
profanen bellas metáforas,
que las lágrimas se vistan al compás
de los recuerdos.

Dejad que hieran mis sueños,
el bramar de los arco iris al tocar mi voz,
que una luz se filtre en la oscura claridad,
y yo despierte como un boceto, arrugado y muerto.

Por favor dejad,
dejadme en posición prenatal
injuriando los fantasmas
de estas paginas blancas.

Fausto Aybar

LABERINTOS I

LABERINTOS I


Luces enredadas entres barrotes de lluvias,
miradas que se suicidan al contactar con las sombras,
jaurías de voces aclamando al viento.

Y aquí entre nosotros, estos laberintos, huellas de sangres,
sueños que se arrastran sobre este mundo de piel fláccida,
canción que nos lleva a la voz del alma.


Y estos laberintos parecen arroparnos de olvido,
parecen adornarnos el corazón de espinas, pululan
en nuestros ojos lágrimas que por milenios habitaron
en este desierto de odio.


Y hoy al callar la carne, hemos podido descubrir
un ángel estacionado en la quinta vena del corazón,
un ángel moribundo, aplaudido por los fantasmas
que rondan el desamor.


Ay de estos laberintos, cuando de los altos se extiende
una mano, y nos dice que hay que partir, porque tan sólo hay
un lugar en la gruta donde duermen los dioses del silicio,
y es para nosotros, los sempiternos, desnudos de amor


Fausto Aybar

jueves, 4 de junio de 2009

DESDE EL ESCUSADO (RELATO DE LA ANTOLOGÍA ABORTO)

Este relato es parte de la antología (aborto) realizada en Chile por el poeta Alfred Asis. Esta antología es un canto a la vida, y al mismo tiempo es un referendo de reflexión para la humanidad. 

http://alfredasis.cl/ASIS_ABORTO.pdf











                                                               

DESDE EL ESCUSADO (RELATO)


Afuera del café, todos reunidos, hablan de los pormenores transcurrido el día anterior, se ríen despavoridamente por las curiosidades de un cliente que al parecer los tragos le hicieron una mala jugada, mas sin saber como indagamos en la directrices del destino, ellos esperan la hora para comenzar a trabajar. Lucy tiene dos meses sin recibir su periodo menstrual pero como no le he extraño, ella sigue las fiestas, a su diecinueve años pretende tragarse el mundo y vomitarlo de un tirón, pasearse por cada parte de su cuerpo ese futuro reprimido que doncellas en las noches de orgías no pudieron detener en las camas infectadas de olvido. Pero alguien estaba creciendo en su vientre, en silencio, para no despertar los pensamientos suicidas de aquellos que acechan detrás de los muros de la vergüenza. Los amigos como siempre se reúnen después de la jornada para beberse unas cervezas en los bohémicos rincones de la ciudad, allí por el momento olvidaban sus temores, sus crisis tanto emocionales como económicas, y Lucy en su arrebato floretea su cuerpo al mejor postor, para ella la belleza se conjugaba de una forma inusual, dos tragos y unos pesos para el final. Algunos de ellos volvían a sus andadas, el sol les multiplicaba sus resacas, al parecer no tenían otro fin mas que el sueño.



Lucy está sorprendida que la limpieza de Dios no ha llegado a su vientre, que entre sus piernas el mar de la fecundidad no ha ido a parar como siempre al vertedero improvisado del barrio, y esto la está atormentando, porque aun siendo toda una mujer, con sus grandes murallas que desinflan al más hostil de los payasos mundanos, que entre sus piernas afloran jardines invadidos de arco iris monosílabos y ecos furibundos, en verdad, están sólo un diminuto fragmento que por equivocación de los anarquistas ella aun existe, y el ser que se erige en su vientre ha encontrado voces que quieren justificar que la vida en la miseria no es vida, que los papeles tintados de sangre deben legalizar una memoria históricamente infectada por agravio de los que pretenden construir su patria



Al parecer este libro esta lleno de páginas blancas, los ortodoxos como los liberales pretenden descuartizar estas hojas obsoletas y mugrientas, parece como si un batallón de palabras invadiera por momentos togas y birrete, y como juez que pretende mirar desde la oscuridad algunas sotanas aun expenden ese olor a podredumbre, pero Lucy al huir deja una larga secuela de odios y falsedad, no pretende mas que descargar su error, un error que nació de las noches de bulevar, de los ritos de amor, un amor enajenado, aniquilado entre sábanas de colores muertos, tan sólo un amor que plagio el amor. Y él buscando en el diccionario la definición de la palabra Mamá, buscando una excusa para quien nunca se excusó, oprimiendo este sueño que al parecer irrumpirá como mosca en el telar, tan solamente pidiendo una oportunidad, tal vez que lo dejen llorar.



Esta noche al parecer los perros de la ciudad predicen un crimen, sus aullidos hacen correr los duendes que se ocultaban entre los maleficio del insomnio, hacen que los muertos se increpen en las tumbas que fueron desalojadas en noches de lluvias turbias, y como inquilino que pretende huir de sus deudas, quien habita en su vientre se oculta en el rincón más oscuro de su alma. Ella, Lucy da rienda suelta a su acto, mira hacia el escusado, al parecer este camino se ha vuelto largo, y que diría en su última peregrinación el apóstol Pablo cuando el camino aun siendo espinoso parecía estar revestido de flores, pero los actos reflexivos no existen, y Lucy irrumpe en el escusado, y el inquilino se aferra como héroe a su verdad, un paredón para fusilar en post de la patria nueva, y ella abre su jardín de rosas putrefactas, y él en una caída abismal pretende abrazarse a unos sueños corroídos por aquellos hombres que hirieron el tiempo, abrigarse a esta osamenta agujereada por los siglos.



Y en un nuevo intento de obviar el escusado, él revistió de diademas su llanto, imploró a las animas de sacos y corbatas infinidades de plegarias, y al desgarrarse el cordón que nos da la vida, él se adhiere a las paredes del gnosis, ella puja brutalmente, lo desaloja hasta este cementerio liquido, él ultrajado, ella disociada, el escusado atónitamente pasmado, rebuscando entre sus olores nauseabundo repuestas ya olvidadas, él, repatriado, desterrado, hasta posiblemente extraditado, ella, sumergida entre alas de ángeles inmundos, inquisidoras sonrisas dormitando en una excusa de agravio. 

 Y él, tal vez en su impavidez pregunte:
¿ Mami, por qué?

viernes, 22 de mayo de 2009

EN LA MESA DE LOS LAGARTOS

EN LA MESA DE LOS LAGARTOS

EL JUEGO

Otro día normal en el majestuoso y esplendoroso casino del sol plateado, ya la mesa esta lista, los porta-vasos parece brillar en el fragor de las luces. De este cielo emergen los ojos de Dios, todo el que llega hasta aquí tiene un olor a derrota, el sonido de las monedas al caer revisten de yeso nuestras manos. Un día como todos los otros días, ellos van llegando uno a uno, van saliendo como lagartos sedientos de sus rendijas, no todo los días sale una carnada, y llega hasta aquí. Son aproximadamente las 9 de la noche, hace su entrada habitualmente el señor Tablón, desplaza frívolamente la mirada entre las maquinas tragamonedas, por si hay un cliente a escondida, él como siempre con sus dotes de conquistador husmea entre las faldas de las féminas para que el olor a miedo le descongestiones su olfato, a la distancia, al fondo, ve alguien sentado en la mesa, no lo distingue bien, porque el aire frío del lugar, posa dos grandes nube en sus espejuelos, se desplaza hasta la mesa y puede notar ahora quien es, Percivar, llamado con el sobre nombre del cirujano , el señor Tablón lo saluda
- Que tal Percivar
- Muy bien, vendrán algunos clientes
- Si lo he contactado por el celular, espero que vengan, porque hay una carnada en la ciudad
- ¡que bueno! para buscarnos unos chelitos.
El glamour de las luces hace que las ropas viejas aparenten nuevas, que el neón emerja de nuestros zapatos lustrando los sueños, y como por arte de magia ellos llegan uno a uno, se van filtrando entre la alegría de quien gana, y el silencio de quien pierde. Esta aquí el infractor, como siempre acelerado, hasta tal extremo, de tal manera que la teoría de la relatividad y sus efectos le quedan pequeño, esté toma lugar en la mesa, no he muy dado a saludar, solamente esa sonrisa cínica y maliciosa que lo acompaña, y si pudiéramos hurgar en su pasado entendiéramos porque lleva como sobre nombre el Baba. Al parecer este día los clientes están ahuyentados, la camarera pregunta.
- ¿desean algo de tomar?
- Si, tráigame un té de manzanilla responde el Baba.
En una respuesta rápida Percivar responde
- Un carajillo por favor.
Más en la placidez del asiento el señor Tablón alterna.
- En este preciso momento no.
El juego da comienzo, el repartidor de las cartas se seca momentáneamente las manos, que trajo sudorosa de una discusión previa, alguien dice;
- Para entrar al juego son treinta mil, por favor los mirones a distancia.
Esa voz quebradiza que se pierde entre el barajar de las cartas; es la de Persivar, el cirujano, un hombre con un pasado oscuro, pero muy oscuro, es de imaginar que en las noches al dormir una jauría de voces lo aclama, cientos de fantasmas le abren los parpados para que sus lagrimas se dilaten entre la agonía de unos fetos aniquilados, cuantos hombres y mujeres han quedado en el cementerio de sus manos, asesino inmisericorde del llanto, y como si los muertos no pesaran, él pretende adivinar los naipes y ganar con una escalera imperial.
Una estruendosa voz rompe con la quietud de la mesa, risotadas y carcajadas hacen que los curiosos emerjan del silencio, una copa de vino que se mese como péndulo de un desatino, quien mas si no que el perverso de Luky, el pregunta
. Con cuánto se inicia
. Con treinta mil, responde el Baba
. Pues van, porque hoy hay que mamar….
Y se miran, enfrentan sus rencores en la imaginación, pretenden matar el dinero, descomulgarlo de todo estado físico, y sonríen para aliviar las perezas. Los séquitos se arrinconan en los muebles donde las señoritas negociaron su sexo por varias monedas, por unas migajas de felicidad, por tan sólo un espacio en su historia de hombres clandestinos. Era tarde en la madrugada, pero no veíamos pasar las horas, porque aquí a dentro los sueños eran híbridos, tan sólo esperaban que el rocío se desprendiera de este bostezo mugriento para envejecer entre las luces de sus memorias, la noche ha pasado sin nada importante, aunque aquí nada importa, hoy nadie ha ganado, el visitante, al parecer le dedico unas horas a los burdeles de la ciudad, se enlodó de ese amor marginalmente olvidado, se abrazo a esa piel que por siglos escapo de los brazos nauseabundo de los conquistadores.
- No se espera a quien no ha de llegar, expresa el señor Tablón
- Es verdad mañana será otro día, no siempre se gana, responde el cirujano, pues hasta mañana si Dios lo permite.
¡Ah Dios!, cuanto valor tienen lo que beben su propia sangre, y vomitan cruces en las linderas de estos ríos que no van a ningún lugar, que comieron pedazo a pedazo todas las letras que se posan en nuestra madre, la constitución, y le cambiaron el paño por una careta hecha de ego y maldad a la señora justicia, hecha del dolor indeleble de las rosas de Abril.
Al parecer no hace honor a su nombre el majestuoso sol plateado, los días sean invertido en noche, los fantasmas de algunos jugadores siente la melancolía de las luces y se escapan no se de donde, para llegar y abrazar los recuerdos más inhóspitos de su miserable vida, los carceleros pretendieron olvidar las puertas abiertas, ellos se escabulleron entre los colores de estos arco iris invisibles, pero cuáles carceleros, si ellos nunca tocaron ni el infierno, ni el paraísos, se quedaron divagando entre el ruido de las maquinas y el olor fétido del dinero.


Como siempre en el horizonte, al caer la tarde, las nubes se van suicidando, manchan las noches de espesa bruma, y el sol como duende milenario se posa ante las luces de la ciudad. Los naipes esperan a los nuevos inquilinos de la mesa, tienen tiempo para maldecir tan sólo una silla, tan sólo un jugador, ellos saboreándose todas aquellas resacas, que mujeres en sacrilegio obviaron en la promesa, pero es fin de semana, las luces de la ciudad los guías hasta aquí, las cartas recorren místicamente sus venas, y él aparece, tan sólo él, como si fuese ladrón al asecho, todo lo llaman Tablón, como siempre, olfateando niñas, atrapando sexo. Aquí los jugadores no son extraños, al parecer han vivido conectado del cordón umbilical del tiempo, han dormido trágicamente un sólo sueño, pero están para seguir mordiendo el polvo abrumador de los naipes.
Al parecer nadie se ha quedado en las casas, los aromas de las plantas exóticas inundan la mesa, se repelen entre si, y el cinismo vestido de traje comienza su teatro, no ha faltado nadie, Lucky como siempre arrebatado, deja a flor de piel su gusto por algunos hombres que según él visten bien, pero tan sólo es una falsa para ocultar su feminidad. Todos sentados ya en la mesa, comienza la partida, los séquitos han llegado de toda las discos y burdeles de la ciudad, porque no tienen otro quehacer, que ser chambones y mendigos. La camarera expresa ante todos algo para tomar, con voz tosca el señor Tablón dice
- café con leche por favor.
- Yo quiero un brandy, expresa el cirujano
Y la camarera sigue preguntando uno a uno lo que desean, aunque de tanto tratarlo sabe cuales son sus preferencias, cuales son sus debilidades y hasta sus secretos más íntimos, y al retirarse a buscar lo pedido, alguien aclama
- no me deje sin mi avena, ella responde
- pues claro que no, todo se sumergen en una risa pestilente, en una risa que culminara en silencio, porque tan sólo este hombre llamado el científico, era capaz de tal osadía, un hombre que lleva los naipes como tatuajes en sus ojos, que duerme con la As de diamante y despierta con la reina de corazones, que nunca ha mirado más que esta mesa y este paño, que sus manos no han tocado más que los naipes y el sueño. Ellos se miran queriendo descubrir los errores de infancia, queriendo intimidarse con los gestos. El repartidor da las cartas, el cirujano cae con un par de tres, Lucky con tres J, el señor tablón se retira, el científico tiene cuarta de flores, el repartidor se vira con una J y un tres, los séquitos se levantan de los asientos, comienza la puja por su patrón, los nervios comienzan a dilatarles las ideas, las muecas y gestos para confundir, ni las parturientas sentirían tanta agonía en el preciso momento del parto, y Lucky dice
- van tres mil.
El cirujano mira fríamente a Lucky, queriendo delinear su táctica, mirando sus manos que no se inmutan ante el frío del majestuoso sol plateado y dice,
- mejor cinco mil
El repartidor se tira dos cartas más son dos tres, el cirujano no se va con rodeo
- ahora son diez mil
El repartidor se tira tres cartas mas, son basura, Lucky ríe, pues tiene poker de J, mientras al leerle la carta al cirujano descubre que él también tiene poker, pero de tres y dice
- van veinte mil, vamos atrévete, si realmente ere un come gente.
El cirujano queda anonadado, porque al parecer las cartas le quieren traicionar, respira, evalúa el juego de su contrario, y como si estuviera en su clínica clandestina desflorando niñas, agigantando ese cementerio que lleva en sus manos, se da un tiempo para la reflexión y llega a la conclusión de que Lucky le esta haciendo una escaramuza y grita
- pues van cuarenta mil
Los séquitos se aglomeran, se empujan, vociferan y hasta se manotean, y con una alegría estremecedora Lucky vocifera
- van cuarenta mil, vira las cartas poker de J
El cirujano queda en silencio, los séquitos vuelven a ocupar sus lugares, y todo sigue como ante, dejando que los naipes hablen.
Los sábados no son como los otros días de la semana, al parecer se puede oler las tensiones de los naipes cuando la maquina barajadora lo roza entre si, y salen de sus cuevas los mugrientos hombres de dinero, las niñas se escapan de su dormitorios para vestirse de neón, para irrumpir en las sombras de esos cuerpos mal hecho por la ciencia. De nuevo todos sentados en la mesa de poker, dan por momento olvidado la noticia del día, se sumergen en el mundo surrealista de las cartas, Baba se olvida de la secuela de quimioterapia que ha recibido por el nacimiento de un tumor maligno, y aunque se retuerce de un dolor espantoso, sólo la magia de los naipes por momento le da la placidez de la gloria, y si esté hombre pudiera escribir sus memoria, la otra vida no le alcanzaría para cumplir su condena, porque son tanto los Habeas Corpus que debería emitir la justicia divina, que tan sólo el infierno seria un acto de bondad para quien ha hecho de la oscuridad un paraíso donde los fantasmas degustan de la sangre de quienes pretendieron redimir la historia.
Es obvio que está aquí el extranjero, porque ninguno se ha quedado en su rendija, han llegado para darle una estocada, comienzan a negociarse las alianzas, las pugnas por las posiciones de la mesa afloran en lenguaje espartano, pero lo cierto es que aquí, la lealtad tiene menos valor que las pestilencias emanadas de los vertederos que arropan la ciudad. Esté hombre de quien todo el mundo habla, que al parecer es un ciudadano clandestino de Europa, porque nadie ha podido descubrir de donde procede, es tan alto como un vikingo, tan fuerte como un soldado de la legiones romanas ante de cristo, pero ese silencio que lo arropa, es digno de no confiar, él toma asiento, saca un papel moneda no muy conocido por estos lugares, son Euros, algunos quedan sorprendido cuando el cambio es hecho en moneda local, y como lagartos esparcen sus lenguas para degustar esta carnada que llego no se de donde, pero llego, talvez este sábalo, este nutrido en veneno, pero quien no se arriesga es mejor que siga sus plegarias en la iglesia del barrio, porque aquí hasta la vida tiene un nombre ¡dinero!



Hay un asiento vacío, la jugada ha comenzado, los naipes se burlan de los sabios, le hacen creer que los dominan, la mesa lujuriosa ve pasar las féminas, casi desnudas, casi invisibles, alguien susurra, se molesta al ver aquella sombra a la distancia y dice “ que joder “, pues ha visto a el famoso Jimmy, hombre que se viste de los pies a la cabeza de la palabra conflicto, no he de dudar que esa silla será su lugar, pero hasta la silla desearía estar hecha de espina, hecha de puñales cromados para herir en su efecto todas las palabras que nacen de este hombre llamado contradicción. Como es de lugar a la entrada de la puerta todo debemos quitarnos el traje de la verdad, el traje de la realidad, esa realidad que nos ha dejado marcado por la historia de muchas historias, y tomar el traje de la hipocresía, con una camisa de cinismo y esta careta de mentiras, pero ni los actos retóricos pueden dilatar el juego.
El repartidor da los naipes, el extranjero mira uno a uno los contrarios como queriendo plasmar un aluvión de terror en sus miradas, las cartas son repartidas, el cirujanos cae con par de 2, el señor Tablón con 7,8 de flores, el extranjero tiene par de 10, Luky cae con par de 13 o reyes, los demás jugadores tienen cartas basuras, sólo esperan la primera apuesta, es de 15 mil pesos, es mandada por Luky, sólo prosiguen en el juego el extranjero, el cirujano y el señor Tablón, el repartidor vira las cartas, son tres, porque este poker es de tres puya, se viran las cartas son un 6, 10 de flores, un 2 de corazones , el señor Tablón ríe esporádicamente, tiene cuarta de flores, mas en su silencio el forastero ha descubierto que tiene trío de 10, y alguien no se contiene y exclama
- ¡uaaaoh! Que mano, es el Baba que en su función de mirón no pudo contener la emoción, ellos los miran pretendiendo disolver su alegría,
La apuesta sube hasta 50 mil, faltan dos cartas, el repartidor las cortas, emergen de las contradicciones, un 3 de flores y un 10 de diamante, Luky da por pérdida esta mano y se retira, alguien debe mandar.
- Van 60 mil, dice el forastero
- Pues van, dice el señor Tablón
Al parecer esta seguro que sus flores son imbatibles y replica
- van 20 mil más
Mas el cirujano con trío de 2, no podía arriesgar de un solo tirón tan sustancial cantidad, pues se retira, en espera de una nueva oportunidad. Sólo quedan dos jugadores en esta mano, la jauría de séquitos se amontonan alrededor de la mesa para mirar la últimas estrategias de aquello dos grandes contendores, el repartidor da el último mandato, la jugada del señor Tablón la pueden leer hasta los gatos del callejon de bola 8, pues es visible que tiene flores, él replica,
- Van 40 mil más.
El silencio llega como huésped en noche de lluvia, como amante que huyen de la distorsiones de la ciudad y se ocultan entre sus miedos. El forastero se rebusca entre los bolsillos de la chaqueta, toma un cigarrillo, lee los naipes, y entiende que están en complicidad con él, pues desde el inicio de la jugada sabia que tenia poker de 10, él se levanta de la mesa y de forma abrupta, y en español no muy refinado dice,
- aquí le van 100 mil.
El señor Tablón ha quedado fulminado por dicha cifra, pretende confesarle a las cartas su amor indeleble por los naipes, el repartidor da una palmada en la mesa y pregunta.
- asume la apuesta o pasa
Después de una reflexión el señor Tablón pudo entender que esta partida estaba perdida y abría que ahorrar energía para las demás, exclama.
- Me retiro, no hay de otra
- Es usted el ganador, le dice el repartidor al forastero.
Esté recoge el dinero, mientras los mirones con sus ojos de mendigos golosean una limosna.

Es tarde ya, la melancolía de la noche, como la resaca de nuestros rencores, están decayendo por la invasión del sueño, que al parecer nos deja como sonámbulos en busca de una mentira, una mentira que repetida mil veces, es convertida en verdad, la ciudad ha quedado impávida, las meretrices vuelven a los burdeles, después que el rocío cayó como veneno en su piel. Es hora que todos vayan a dormir, vayan a defecar sueños en los límites de sus miedos. El majestuoso sol plateado a quedado en la oscuridad, la ciudad esta despertando, el olor a café recorre los puestos de revistas, es preferible ir en tren, que en autobús a los locales comerciales, y vuelven de visita los fantasmas al sol plateado, corren como niños juguetones entre las maquinas tragamonedas y las mesas de black jack, y no entienden por qué esta pausa en el tiempo los encarcelan entre los misterios de esté lugar. Al parecer no hay mejor brebaje que aquel que se filtra entre los naipes y se muda a nuestros labios para entumecer esté dialogo cuando aflora el sol, todo un silencio arropa estos cuerpos, lo inhibe de sucesos posteriores, y sin pretender mas que huir del lugar, alguien, a podido notar que ha extraviado su traje de la verdad.

La soledad no es habitual en esté lugar, pero fue tan intenso el fin de semana que hasta las luces agónicamente pedían a coro, un receso laboral, solamente hasta aquí han llegado algunos curiosos que sin otro quehacer, que ir dando tumbo en la noche se comen su propio sueños, en la mesa habita solamente una persona, que rebuscando en sus bolsillos sólo encuentra deuda del pasado, esté es el encargado de la mesa, mejor conocido como Che, al parecer, él dialoga con sus muertos, esos muertos que nacen de las borracheras clandestinas, que por momento ahogan sus sueños, que no tienen más recreación que vivir coqueteándola y agusanando heridas del pasado, pero lo cierto es, que sólo él, con toda su loquera puede aguantar tanta intriga, tanto cinismo. Quién de tanto ver las cartas, no tendría la instigación de poner en duda su honor y dejar que esté vicio le envenene hasta el alma, Che vuelve a hurgar entre los bolsillos, pretende de un sólo tirón pagar las deudas, mientras los usureros asechan entre los matorrales del parqueo, pretendiendo enriquecerse de toda su miseria, pero alguien ha llegado, lo hace despertar de esa pesadilla, que a la lastre no es pesadilla, sino su cruel realidad, y pregunta.
- Donde están los jugadores hoy
- Bueno, al parecer, han tomado una vacaciones, él responde
Más el visitante contesta
- Pues que tenga una buena noche.
Che vuelve a recostarse en su silla, como rey en ruina, se espanta esos muertos que claudicaron en causas perdidas, y espera, hasta que el tiempo jornal le de la última estocada a esas pesadillas, pesadillas que volverán anidar en los bolsillos de su piel.


Hoy es un día de decisiones, al parecer llegó la información de que el forastero pretende dar por terminada su estadía en esta pequeña ciudad, los modernos sonidos de los celulares no callan, van despertando uno a uno los jugadores, el rumor se esparce por toda la ciudad, el día se hace largo, mientras la noche se va regocijando, al saber que las luces de neón pretenden plagiar el sol. Esta casi llegando la hora, los naipes reviven orgías de tiempo pasado, la mesa como embustera al fin, le susurra a las sillas que alguien debe ganar, pero ¿quién?, si tan sólo ella, es la vampiro que bebe la sangre de los detractores. Son inexplicable los resabios del Baba, pues la jugada esta al comenzar, él pretende apoderarse de el destino de la mesa, pero quien ha tenido esté prestigio desde hace varios años es el señor Tablón, Jimmy y Lucky se sonríen a espera de quien será el perdedor, ese es el grandioso Jimmy siempre disfrutando los momentos de anarquías, pareciese que su vida extinta de esté lugar fuese vapuleada por los consejos siquiátricos de un doctor de segunda categoría, porque no se puede entender como en un sólo ser pueden converger tantas contradicciones, es que el mutismo será el volcán donde se hincha toda su cólera. Pero lo cierto es que todos están aquí, no sólo para abrazase, para hablar de sus negocios clandestinos, sino para descuartizar esta carnada, que huele a tesoro olvidado entre los naufragios de viejos galeones. Han llegado tantos jugadores que hasta lo que estaban en retiro olieron la carne, cuando a fuego lento llena nuestros estómagos de gases imprudentes. Pero lo cierto es que nadie ha faltado a esta fiesta donde el pavo importado tiene un sabor a euros. Los jugadores toman sus asientos, al parecer las alianzas están elásticamente gastadas. El señor Tablón le da algunas instrucciones a la camarera, al parecer hay una comilona de chivo con yuca para la noche de hoy. Los naipes están listos, el repartidor llama al juego, el encargado revisa minuciosamente las cartas frente a todos los jugadores y séquitos para que nadie al final alegando ignorancia diga que fue timado en un acto absurdo como cualquier perdedor frustrado. Es preciso delinear en la elasticidad de estos hombres una migaja de honradez, porque la honradez aunque sea símbolo de honestidad en este lugar es un absurdo, un fetichismo insolente que todos, absolutamente todos han desalojado de sus bolsillos para no confesarles a los demonios cuántos gusanos habitan en sus lenguas. La noche sigue como adolescente promiscua susurrándole a los oídos, vendiéndose como metal pulverizado en la quíntupla emancipación de estos volcanes que erosionaron sangre en vez de sueños. Tan sólo el forastero pretendía recuperar el legado de sus ancestros, pero hay estaban los naipes dibujando mundos imperfectos como si fueran nubes en tiempos huracánales destruyendo lo bellamente conjugado.


Lucky esta esperando una buena partida, al parecer el brujo no estaba de humor y en vez de agua de la suerte, les roció repelente para los mosquitos, porque cuando la suerte esta de parranda hasta los difuntos sudan las penas pero él sigue creyendo que los naipes como promiscuo al fin harán una alianza con él, porque lo cierto es que ha echado su vida vendiendo placer, y pretende regalarle unas películas y revistas pornos para aquellos momentos de ocio. Al parecer hay varios jugadores que deben desalojar la mesa, sólo queda espacio para quienes tienen buenos ahorro, algunos recurren a los prestamistas pero es tan alta su deuda que no encuentran quien financie la partida, se rebuscan todos los bolsillos, sus séquitos se alejan para no perder las propinas que han recolectados en el transcurso de la semana, pero lo cierto es que devén retirase pues el juego debe continuar. Quedan cuatro jugadores, el forastero, Lucky, El Baba Y el cirujano.
Las carta son repartida, hay un limite para el inicio son 20,000 pesos, los mirones están distante, posiblemente esta noche haya un gran ganador. Algunos piden algo para tomar pero lo más recomendable es no injerir alcohol para no cometer equivocaciones que después tengan que lamentar, el cirujano pide.
- un plato de frutas y por favor echarle un poco de miel
La camarera es explicita
- algo más.
El cirujano afirma
- una botella de agua por favor
Los demás deciden tomar café para que el sueño no lo sorprenda en el preciso momento de leer una jugada sustanciosa. Porque si los sorprenden las hadas de los dientes alambrados los naipes pueden asustarse y su felicidad pasaría de cola de ratón has tan sólo excusa de niño mentiroso. Alguien ha reído, Jimmy esta repeliendo un olor nauseabundo que se desprende de este grupo de focas humanas.


En verdad los lagartos cuando el calor inunda su piel, la ansiedad inunda su lengua, y se ven envueltos en el dilema del juego clandestino donde los arrabales se convierten en sus escondites preferidos. Están ahí los naipes riéndose de todos ellos, esperando que la mesa le robe hasta el último suspiro, pero el arrepentimiento estaba guardado en el oxidado anaquel de los recuerdos, en sus ojos tan sólo se puede notar esa avaricia pestilente que poco a poco sin darse cuenta le esta guardando un rincón en el hospital siquiátrico de la ciudad. Después de tantas partida basura el repartidor da las cartas, sólo cuatro jugadores, el forastero tiene 4, 5, Lucky A y reina de diamante, el cirujano par de 10, el Baba tiene una J y un 2, el repartidor da el mando, el forastero da un mando de 40 mil todos aceptan, el repartidor tira tres cartas, esta son dos 2 y un 5, hay un nuevo mando el forastero manda 100 mil. El Baba como todo un pedagogo trata de sumergirse en las cartas y proyectar un esquema estructuralista para a través del análisis minucioso disminuir el riesgo, se levanta, y aclama van 100 mil, el cirujano y Lucky sin mas nada que hacer tiran las cartas en actitud de retiro. El repartidor tira una carta mas es un 5, el forastero dándose por ganador seguro, porque a la vista tiene Full manda 400 mil para que el Baba se intimide y se retire, pero como siempre cuando el dinero no duele los riesgo no importan y el Baba sabiendo que tan sólo queda una carta dice van 400 mil y en una jugada astuta replica y aumento 500 mil, los séquitos se sorprenden porque según las probabilidades su por ciento para ganar son muy bajos, es posible que quiera echar un cubo, pero el forastero no se va con rodeo y acepta el reto pues aquí hay 500 mil. Sólo queda una carta el sudor cubre los cuerpos como tsunami en el desierto, los lagartos parecen que van a morir de sed. El Baba pide algo inusual quiere la última carta tapada aunque no es permitido el juego, pero como si fuese algo personal el forastero acepta, pero con último mando de 1, 000,000 de pesos. Esto es de locura, los mirones se alejan porque tan solo una sonrisa podía costarle la vida. El encargado de la mesa se quita los lentes, llama al área de cámara para que le de seguimiento a la jugada. El repartidor saca la carta del cajetín, vira la carta es un 2 el Baba hace que se desploma, el repartidor se atraganta, porque ha visto tantas veces esta escena, que realmente es una novela repetida, el Baba como por arte de magia tiene poker de 2. El forastero vira sus cartas tiene Full, se inclina hacia su derecha, todos esperan la decisión del Baba, porque al parecer ama tanto estas cartas que no le parecía ilógico ofrecerle matrimonio, él vira sus carta exclama
- mira mi magia, poker de 2
- ¡cómo! Grita sorprendido el forastero
- No es posible vuelve y afirma
- Pero lo he, rectifica el Baba
- Quiero una repetición de la cámara, pide el forastero
- Pues vamos, dice el encargado
Esta oficina parece estar llena de barrotes, los dos hombre sentado uno frente al otro esperan la sentencia, las palabras son escasas, miran minuciosamente el video, todo esta correcto, el forastero expresa
- excúsenme, pero si me dormía con esta duda, es posible que la muerte me rondara
- gracia, nosotros defendemos la legalidad del juego, dice el gerente
- pues a si es mejor acierta el Baba.
En la sala de juego todos esperan la aclaración del la reclamación, bajan los dos hombres, el Baba aclama
- si no fuese por la tecnología
- tremendo trompo, vocea Jimmy desde su asiento de mirón arrepentido.
La noche por el momento sea escapado de la ruina de los paganos, como gelatina corren los diálogos en las callejuelas de la ciudad, en los tarantines de las calles heroicas unas niñas venden su pudor por varios gramos de ilusión, y aunque la adquisición es de poder, el poder adquisitivo de esta moneda es tan sólo la bondad de un trozo de pan.

Las maletas están hecha, la carnada se va, el olor a sangre se esparce entre las paredes de esta ciudad amurallada, la mesa esta en silencio, los naipes duermen, se oyen los ronquidos de las maquinas barajadoras, el sonar de unas monedas en el parque; le da el adiós. Los séquitos volverán a sus andadas, venderán sueños a nuevos invitados, la mesa se reirá en su soledad, porque mientras ellos sueñan, ella va cavando esa gran fosa donde todos algún día irán a parar.

jueves, 30 de abril de 2009

DESDE LA BURBUJA DE UN ÁNGEL «RELATO»








DESDE LA BURBUJA DE UN ÁNGEL  «RELATO»


Han pasado tres meses desde su nacimiento, son los primeros días de primavera, los héroes nacieron de los cuarteles, esos cuarteles que lo inhibieron de humanidad, aun quedan residuo de la tiranía, aun nos vestimos de silencio, aun en los rincones, hay almas que deambulan por las noches, que dormitan en su odio. Esta muerte que lo asecha, lo vigila y hasta lo acaricia, llegó como lastre lunar en la última estocada del tiempo, como insecto que ha recorrido los mundos oscuros del más allá, pero estaba todavía ahí, agónicamente vivo, tratando de ahuyentar a los fantasmas con un suspiro. Nadie podía entender por qué este muñeco de carne aun insistía en vivir, por qué los bichos que vegetan en las noches no se apoderaban de él, al parecer no estaba prescrito que su pequeño corazón irrumpiera en la historia.



Todos parecen estar consciente, de que las ánimas son exclusivamente de las noches, que el trotar de valientes aun espera a los excluidos, que sobre todas las cosas, solamente el hombre se postra en su mentira, y despertamos sin saber si hay anémonas en nuestros sueños, y él sigue ahí robándole unicornio al silencio, en espera de que la magia llegue como manos que ahuyentan óbitos. Esta casucha no es hábitat, ni de mendigos, ni de avaros, aunque sus tablas están a merced de tan sólo un hablar del viento, ella tendrá por encomienda lubricar calor para él. Han transcurrido no se cuantos Abriles y estas larvas cada vez más parecen anegarse de tiempos y llantos. Los vecinos entran despavoridos al oír sus gritos, hasta las chinchas que habitan a su lado, que le han ido robando todas esa sangre que se ocultan en sus labios, no entienden el por qué, de esta insistencia en levantarse y reír.



Posiblemente hoy estén llorando las cruces en sus calvarios, se esté gestando en el vientre que lo vio llegar, otro ángel perdido, otro de existencia esporádica, quizás porque la ciencia fue sorprendida en el desván de una sala despoblada de lógica, pero tan sólo tres meses duró su aliento, se fue a descansar a los confines del sueño, nunca se le pudo dar un nombre, pero tan sólo él la veía espantando cuervos y arañas, único y solitariamente él. Los años le llegaban entre bostezos y piyamas de colores pardos, parecía que el proceso natural de la vida se estancaba entre sus huesos, las palabras no alcanzaban la verticalidad humedad de su lengua.
Preferiblemente rosas en vez de velas, esa era la replica vespertina de la madre cuando se postraba frente al altar para alagar esos santos ladinos, que manoseaban niñas vestidas de silencio, que hicieron del hábito una cárcel para el orgasmo, que llenaron sus barbas del semen embustero de la historia, parecía que resonaba en su vientre una trifulca de fantasmas, una jauría de alabanza, y ella, siempre sola, espantándole mosca a sus gargajos haciéndole reír, destruyendo cada ladrillo que blinda el futuro, que dejaba filtrar la muerte. Pero llegaban los días lluviosos de mayo, los virus se apoderaban de los más afligidos, de los más desalentados, pero él era una cifra más entre ellos, quizás con más probabilidades estadísticas que los demás, pero como es de la ciencia el error, él se adueñaba de los márgenes.



Como siempre los días llegan repletos de historias, el petate donde ha vivido toda una vida le sirve de confidente de aquellos diálogos que se erigieron en los rincones inhóspito de su memoria, la perfección es perfectamente imperfecta, los hombres como las cosas, viven tiempo y espacio, se aferran a la existencia, a la negación del polvo, al parecer hay un visitante en la casa, pero él está solo, en el patio las hojas del almendro al caer nos llenan de nostalgia, mas frente al petate alguien lo hace sonreír, alguien les cuenta fabulas de seres de otro mundo, le acaricia con manos blanquecinas el vientre, él, sumergido en su asombro balbucea dilatadamente el tiempo, lo invita a compartir el petate, a pasear por los intricados pasadizos de la memoria, cuando está por momento, nos burla, nos traiciona y posiblemente se haga cómplice de la muerte. Han preferido callar hoy, se han levantado de sus sillas los últimos vigilantes del tiempo, han llegado hasta aquí, de sus labios solamente resacas de alientos impuros, de sus manos las miserias de sus miserias, mas nadie lo ha tocado, él, sigue soñando, él, sigue hablando con su amiga la extraña.



Han pasado no se cuanto Enero, aun queda espacio para los recuerdos, los residuos de las maderas quemadas afloran en su cabellera, un centenar de islas de carnes emergen sobre su piel, los labios se van agrietando mientras las palabras se vuelven escasas, y él la sigue buscando, la sigue olfateando entre las hojas descompuesta del tiempo, al parecer su soledad es más ruidosa que su miedo, más bramante que su ego, y no se por qué cuando sonríe dibuja en el viento fantasmas de colores, siembra la tierra con mariposa que remuden odios. Parece ser verdad que el cantar de los grillos, como el bostezar de los gatos deja varadas a las ánimas en su intento de volver a la carne…

Autor: Fausto Antonio Aybar Ureña.

miércoles, 22 de abril de 2009

EVA, BUSCANDO EL MAR




                                

                                             De la colectiva Mujer y Naturaleza 2018




Eva, 

Buscando el Mar


Quién ha dicho

que ella nunca ha visto el mar,
burbujas marinas asediando sus sueños,
aromas de sirenas adheridas a su piel,
fabulas de piratas y duendes naufragando
en el silencio oblicuo de su eco.

Quién ha dicho

que ella nunca ha visto el mar,
cuando el mar habita entre sus ojos
de doncella taciturna, cuando de su vientre
emergen voces de barcos fantasmas.

Tal vez, ella, 

nunca ha visto el mar,
nunca ha tocado el silencio de sus olas,
nunca ha acariciado la sutileza de su aliento,
y que, de esos poetas que hicieron del mar su tumba,
que a pertrecharon de sal su llanto


Por qué llorar,

si ella nunca ha visto el mar,
cuando el mar corre vorazmente entre sus
labios y desmenuza en la calidez del trópico
todo el encanto de su tristeza.


Quién ha dicho

que ella nunca ha visto el mar,
cuando el mar dibuja en su sexo
anémonas fosforescentes, 
cuando de su lengua
brotan anclas invisibles,
mas de su sombra, palabras olvidadas.

Si, por qué decir que ella

nunca ha visto el mar, 
cuando el mar está entre sus ojos, 
cuando sus ojos son deshojados 
por el mar.

Fausto Antonio Aybar Ureña.

viernes, 27 de marzo de 2009

El olor del cristal

EL OLOR DEL CRISTAL

Al parecer todos duermen, la noche anterior les dejo por unas horas los ojos brutalmente aislados, intoxicados, esparcido entre unas almohadas rodeadas de lagrimas, la noche se deslizo infaustamente entre los bolsillos de unos fantasmas que pedían algunas dadivas entre estas calles perpetuamente olvidadas. Venían de todo los rincones de la ciudad, aquí se le olvidaba si eran puritanos o malditos, solo ese olor a piel, defecando sueños estériles los unían, los envolvían en las magias de un sexo derrotado, plagaban de semen sus labios, borbotaban cruces invisibles entre sus piernas, y aunque todo esto era el infierno, todo pensaban que esta puerta eran la única entrada al paraíso.


Espanto que no cubre sombra, maripositas noctámbulas acicalando sueños entre luna de mármol, y todavía nadie a despertado, nadie ha querido regurgitar resaca de tiempos pasados, tan sólo han querido sacarse todo ese odio que corre por sus venas, que los lleva al delirio, o quizás a la conclusión de ser inmortal. Esta cayendo la noche, como vampiros se asoman a las ventanas, como sonámbulos se quitan las mascaras y empiezan aullar. Todos en fila de nuevos llegan a este lugar.
-algo de tomar señor
- dos tragos de wisky,
-Gra-goose por favor,
-no, una cerveza es mejor,
-que pierna mas hermosa mi amor.
Esta música que se va filtrando entre las minifaldas y los tatuajes de color mostazas de aquellas maripositas noctámbulas que aun no han despertado de la orgía, de la iniquidad de este cometa de carne.


Al asomarse la luz, la música se inclina como carcelero que irrumpe en el destello de las sombras de neon, los cuerpos monolíticamente lujuriosos se aferran a la danza de los dioses errantes. Y ahora precisamente desde este sillón, no se si son animas que vegetan en la placidez del plasma, o en la desobediencia de unas feromonas heridas por la oscuridad del eco. Y todo este alcohol, todo este orgasmo derramado en bandejas de cristal, esta locura al parecer no tiene fin, porque no tienen fin los sueños en la tierra de nadie. Y Atreyu en la oscuridad, mira hacia la distancia, se abraza de la utopía y el delirio de estas mariposas que derrotan rosas, que derrotan flores y primaveras.


Entre las grietas que ahuyentan virus, copos de nieves, malditos mundos que electrifican nuestros sueños, que llevan nuestra humanidad como parásitos repeliendo bendiciones, y la música no para, sigue su rutina de sirena marchita , sigue evaporando los últimos reductos de algunos duendes invisibles que llegaron aquí, sólo por curiosidad, para esparcirse como veneno en nuestras lenguas. Al parecer el silencio llega como estruendo de piratas olvidados, como relámpago que limpia sangre, y todos se van a dormir a su ataúd, llenos de glorias y avatares, llenos de óxidos y olvidos, para tal vez, volver quizás mañana a este lugar.

LA ABUELA, RUMBO AL CHARCO.













RUMBO AL CHARCO

 

En las aguas turbias del arroyuelo, unos renacuajos chapotean entre los rayos de luz que se escapan de las heridas de estos árboles centenarios. Más allá del despeñadero está el charco, al frente, el misterioso árbol de javilla que ha permanecido silencioso como si fuese testigo de una historia olvidada. La abuela está en la cocina junto al fogón, dos jarros enganchados para sacar agua de la tinaja, una voz que resuena en la lejanía , quien será, es tío Enriquillo que viene del conuco vociferando a los perros que perseguían un hurón que hace tiempo se está comiendo las gallinas de tita Guara. Por el sendero donde se llega al rió, siempre está adornado de flores, las ciguas y los carpinteros hacen nido en las ramas secas, al parecer la familia va a crecer.  En el cuarto de dormir las poncheras están en su lugar, el rosario, un retrato de un santo que alivia el dolor, la abuela sigue arrodillada frente al altar, una lumbrera hecha de aceite y algodón, el bohío se llena de plegaría y entre los setos resuenan las ultimas silabas del padre nuestro, todo sigue en calma, la noche es más densa cuando la luna esta de picara conquistando un cometa. Ayer cuando tomaba el café para ir a trabajar al conuco el abuelo preparaba un cigarro con hoja de naranja agria porque según el, aunque es un placer, alivia los dolores de cabeza. Estas gramas crecen rápido; los cafetales están en sus primeras flores, la abundancia se avecina, en forma glorificante expreso tío Erniquillo, con un gran trozo de caña en la boca. Al parecer los perros han olfateado un animal extraño, ladran de una manera inusual, los campesinos en el conuco se persignan no importa lo temprano que sea.

Allá en el sendero donde los árboles se visten de moho, las mariposas se posan en la frialdad de la niebla, corren los caballos cargando sus alforjas, pisoteando cada sueño que se oculta entre las brechas de los bohíos, y ahí está Tita guara barriendo la enramada con su escoba de tirigüillo, un titi de los niños hace reunir las gallinas que estaban escarbando para alimentar sus polluelos con algunas lombrices. Aun se oyen los perros ladrando a la distancia, parece no cansarse, en el patio el correteo de los niños ahuyentan las ciguas que se posaban en el guayabal. La abuela, mamá Malita, siempre dormía en el lado izquierdo y a orilla de la cama, parecía una de esas vírgenes que fueron disecados en los tiempos de la inquisición, en sus largos sueños por momentos parecía no estar en la habitación. Corrían los duendes por aquel largo sendero que llevaba al charco y jugueteando entre la maleza de los árboles llevaban a la abuela de las manos como si fuera ave en escapada o caballo al trote entre la neblina. Nunca la abuela hablaba de tan misterioso sueño, se atrincheraba en su mecedora de guamo y al pasar las horas repasaba lentamente su sueño sin espacio para las dudas ni los olvidos. Como siempre en la barbacoa hay un plato de comida para cualquier visitante que pase frente al bohío no importando si está o no hambriento, son la cinco de la tarde es hora del café, está de visita por acá tita Mayompa, especialista en el arte de cocer, ha recorrido un largo trayecto para llegar hasta el bohío, tita guara comenta están floreciendo los mangos, comadre esa mata que esta frente al camino da los mangos más dulces de la vereda. Unas nubes oscuras se ciñen en el horizonte, los pájaros se alborotan, su vuelo de un lado a otro nos dice que mayo está más cerca, que lo pronosticado por nuestros huesos ya cansados, los nidos están terminados, los pájaros se ocultaran de los relámpagos y truenos que no trae mayo en su vientre, en los caños del bohío las primeras aguas son benditas, la abuela se moja el rostro para que los espíritus abandonen por momento sus guaridas en las empalizadas. De tantas aguas sean llenado los caminos de lodos, los ruedo de los pantalones pesan como pesa la historia en nuestros hombros, en una esquina del bohío el abuelo inclina una silla, toma la postura de un poeta y mira la lluvia caer, escaparse entre las hojas del cafetal. Por fin la abuela rompe con ese silencio que parece había llevado por siglo entre sus labios, era uno de esos día, después de una intensa lluvia, a la melodía del pilón donde se machaca el café, ella comenta, he tenido un largos sueños, sueños donde los indio que pueblan el charco me llaman y a veces me tocan, ese charco lleno de oro y diamantes, lleno de orquídeas flamantes, esos indios vestidos como reyes incas, con el pelo tan largo como un arco iris engendrado en la última estación del delirio. Han emergido, hemos hablados, no sé en que lengua pero lo hemos hecho, me han ofrecido ser la reina de su charco y ser protegida por el gran árbol de jabilla. Y no sé porque cuando los gallos cantan toda esta magia se dilata y me veo frente al fogón atizando algunas brazas.

En el patio se oyen caer los aguacates de la protegida mata del abuelo, al parecer los trozos de yuca los acompañaremos con manteca de cerdo, que aunque no es carne tiene un buen sabor, todo a transcurrido entre el ir y venir de la abuela de la cocina al bohío, las habichuelas no necesitan más especia que ajo y cilantro o quizás un grano de sal para asentar el gusto. Y quien ha mirado a la distancia, y descubrir que entre los cafetales hay algunas sombras al asecho, ojos fosforescentes que al contratar con algunos rayos de sol nos dejan el alma intoxicada de miedo. Es casi otoño, los árboles se desnudan, como se desnudan los girasoles al postrarse en el silencio, en el charco los indios esperan a la abuela, que algún día a de llegar de ese largo sueño que por sacos de siglo le ha infectado los parpados, que en el lado izquierdo de la cama aún el frió de los rincones no ahuyenta a las luciérnagas, esas luciérnagas que mueren en las lenguas de las salamandras. 
 

miércoles, 18 de febrero de 2009

EL HOMBRE DE POLIESTER (EL AYUNTAMIENTO)


Resultado de imagen para hombre que recoge basura en el barrio en carreta.



El HOMBRE DE POLIESTER  (EL AYUNTAMIENTO

Aun en la oscuridad de la noche, no importando cuanta lluvia haya caído, esa sombra recolectora de silencio, se embriaga del vaho que una vez depositaron los duendes en esta madriguera de sueños. Un caminar ausente lo delata, una mirada vacía lo acorrala. Esté pequeño Barrio comprendido de tres calles y un sinnúmero de callejones es su morada, y si el olor a café despierta aquellos que han masticados sus pesadillas, es que los paleteros van rumbo a su jornal, van a recorrer el mundo entre las noticias de los diarios, y quizás a plagiar el melodrama de una flor.
Eran tiempos de escasez, tiempo donde lo que trazaban las pautas estaban desprestigiados, era a mediado de la década del 80, tiempo donde los seudo-héroes desenterraban los fantasmas del pasado, esos fantasmas que absorbieron toda la luz de los sueños nuevos, que intentaron desterrar las raíces de una voz que rugía en el vasto universo de la libertad. Y quién diría que bajo este manto de contradicciones vivía el hombre de poliéster.

Un hombre amarrado al olvido, lleno de recuerdos plastificados en la vorágines del desarrollo, ese era nuestro amado ayuntamiento, un hombre que todos los días recorría las estrechas calles del barrio, para recoger la basura de todas las casas, no importa cuán pequeña fuera la paga. Meses pasaban y los camiones recolectores de basura no llegaban a esta comunidad, pero ahí estaba él, sumiso ante el regocijo de hacer correr la carreta repleta de basura y vociferar a los cuatro vientos llego el ayuntamiento…
Todavía quedan residuos de abril, allá al fondo, en el farallón los primeros combatientes hablan de una Nicaragua libre, se rebozan por momentos los labios de poesía, dos cuadras más abajo una sombra se limpia las alas con alcohol, se baña el alma con lluvia de estrellas, arranca de nuestros sueños lo más inhóspitos recuerdos.

Algunos vendedores han llegado temprano al barrio, las señoras del sagrado corazón de Jesús van rumbo a la iglesia, como siempre todas las mañanas doña Aguedita, esa señora grande de tamaño y corazón, barre las aceras sin importar si algún perro ha defecado toda esta calle, a sabiendas que más tarde corretearía a los niños que juegan pelota y le brindaría unas de sus bellas sonrisas. Al parecer la ciudad nos deja anclados en la agonía de existir, nos dejas anhelando por borbotones un barrio nuevo, pero con sus gentes y su ayuntamiento, tal vez con este fantasma que anida en la noche, llamado el hombre de poliéster.

Al parecer la noche fue larga, aun la sombra que empuja la carreta no se asoma; no se oye la sutil voz de quien nos despiertas, el vertedero agoniza en espera de la abonanza, las hermanas de la iglesia hoy están vestidas de negro, más en su humilde morada el hombre de poliéster aun duerme, quizás está visitando algunos ángeles que aún no encuentran el camino al cielo, que al parecer quedaron varados entre la embriaguez de la noche y el asfixiante calor de un asfalto llorón.  
Han pasado los días y abril emerge como difunto en cólera, desangrado, ultrajado, queriendo vomitar todos los héroes que le robaron la historia al viento, que hicieron de los libros un habitad de carcomas.

Es domingo, esté olor a chocolate al caer el anochecer, nos llena de nostalgia, más los mozos que deambulan en la noche se detienen en la fritura de doña Águeda para entretener las tripas, ante la llegada de esté monstruo hecho del reciclaje del alcohol y placer, más allá de los recuerdos, el hombres de poliéster se defeca en los libros de unos intelectuales moribundos y olvidados. Corren los días y las rosas encapuchadas de rocíos nos recuerdas que es primavera, que entre risas y basuras, hay un hombre que le ofrenda al sol, unas gotas de sal.

A veces cuando voy a mi caminata cotidiana, en el trayecto, veo los niños crecer, a las señoras del sagrado corazón de Jesús sumergidas en sus plegarias, algunos compañeros de infancia vegetando entre el ruido de algunas bocinas y el ron. Y siento a mi lado alguien que me susurra al oído, llego el ayuntamiento, esté que en las noches vestía de poliéster, y al llegar la alborada nos limpiaba la piel con su silencio, un silencio que no murió en el basurero improvisado del barrio.

miércoles, 21 de enero de 2009

Un visitante inusual

En el jardín aún las flores titiritan de frío, los niños en la parada del autobús revisan algunas tareas sin terminar, son alrededor de las ocho de la mañana, los periódicos gotean sobre las verjas de algunas viviendas del Residencial Esperanza, entre el ocio de la mañana, una taza de avena, dos tostadas, hecha de pan integral para mantener la figura. Es casi hora de salir al empleo, en la parada del autobús aun los niños esperan impaciente quien lo ha de transportar, son la 7;45, todos murmuran, se ríen y hasta chistean con los transeúntes que pasan por el lugar, apostada en uno de los anuncios de la parada, esta una niña, es Rosita Altagracia Viloria, mejor conocida como Ros, tiene diez años, esta en quinto curso de básica, es muy aplicada en los estudios, pero desde hace unos meses a la fecha vive aislada de todo acontecer social que se realiza en el colegio, vive sumergida en uno de esos sueños donde los duendes se agigantan como volcanes vomitando las últimas plagas del siglo.


Es hora de clase, por momento los niños se asoman a las ventanas, miran a la distancia, es otoño, los árboles se niegan a desnudarse, se aferran a la eternidad y al tiempo y en solo un suspiro, Ros recorre toda la injusticia que acumulan los periódicos de la ciudad. Ha llegado la maestra, es bella como una orquídea, pero más bello es su interior, porque desborda toda la bondad que se niegan los feligreses en domingo de descanso. Martha Barbosa tiene quince años trabajando educación, en este colegio tan solo tiene cinco años impartiendo docencia, es una excelente maestra, estudia minuciosamente cada uno de sus alumnos, hizo varias maestrías en psicología infantil, desde hace tres meses viene notando una conducta inusual en Rosita. Era uno de aquellos días comunes, donde los niños salían a recreo, pero Ros se quedo sentada en su butaca y en sus ojos se podía descubrir que las hadas que habitaban sus sueños, tan solo se habían ido de vacaciones, no se hacia que lugar, en ese momento Martha se acerca, le acaricia su delicada cabellera, la levanta de la butaca, se desplazan por el corredizo que desemboca directamente al jardín del colegio, se sientan de bajo del gran árbol de framboyán, se detienen a mirar las hormigas, Ros pregunta, maestra por qué las hormigas en vez de caminar descarriadas, hacen largas filas para guiarse una a otras, Martha quedo brevemente en silencio, en su interior las repuestas afloraron llenas de dudas, porque tendría quedar una repuesta inteligente. Pues Martha en su sagacidad envuelve su repuesta en una de las clases de sociales que hace día impartió y dijo; las hormigas viven como los hombres en sociedad, deben ayudarse mutuamente, organizar sus vidas, Ros interrumpe y dice pues no parece ser así, porque las hormigas parecen ser mas humana, Martha a quedado silenciada, debe fabricar una repuesta valedera, pero en ese preciso momento, el tocar del timbre, le da la excusa que nunca quiso inventar.

Es hora de dormir, como siempre Ros, conversa toda las noches con su ángel de la guarda, a su lado su osito de peluche, ese que ha mistificado todo el embrujo de las hadas que dormitan en la ciudad de los espejos. Hay pasos que se asoman a la escalera, parecen ser conocido, en verdad son conocidos, es Vivian Mendoza, madre de Ros, es una mujer de tiempo muy reducido, con grandes responsabilidades en la compañía donde labora, pero siempre a la nueve de la noche deja un espacio para abrigar, añoñar a la pequeña Ros, hablan de cualquier cosa, las palabras parecen estar escondidas y al asomarse el encuentro, rugen como luz entre sus labios. Una noche más, las estrellas se esconden detrás de los nubarrones que intoxican por momento la luna, Ros duerme, se abriga a la oscuridad de los siglos, mientras el osito de peluche es el vigía que espanta toda las animas que se escapan del purgatorio, pero como siempre la noche no termina sin un espanto, sin un asombro, sin un llanto que se atraganta entre los labios de Ros.

Hay algunas mariposas de visita en el jardín, no es inusual, porque estamos en otoño, pero al parece se han escapado de las grandes pobladas erigida en el horizonte medular de una estación invadidas de ángeles marchitados por el dolor, pero Ros fría, pensativa, mira desde la soledad de su ventana la gran escena, de una flor bañada de rocío y una mariposa que roba su néctar. Es fin de semana, hay días de descansos, las reuniones familiares quedan heridas por algunas escapadas de los padres, aunque siempre existe la esperanza, cuando no hay esperanza. Johann Viloria es un ejecutivo de grandes logros, ha subido peldaño a peldaño para llegar a la gerencia de la compañía donde labora, muchas horas de sacrificios, momentos estresantes, pero son escasas las oportunidades en esta sociedad llena de intrigas y recelos, este día todo pueden verse las caras, aunque los días anteriores la oscuridad no lo delata.


Es un día normal, aun en la despensa hay algunos chocolates silenciado por el moho del otoño, pero Ros no entiende como se guardan los secretos en esta jaula donde las huellas escasean, como regalo después que santa quedo varado en la intercesión del tiempo y el espacio, precisamente hoy, cuando las estrellas parecen adornar el obelisco del universo, algunos pasos que se arrastran silenciosamente por la escalera, no son conocido, están acarreando esta sombra, sombra emergida de la pestilencia abominable de unos parásitos que habitan en el preámbulo conceptual del amor. Solo este vigía es el único guerrero que puede enfrentar con su silencio esas lenguas, lenguas que desterraron por toda la eternidad los primeros habitantes de la tierra, que hicieron del conocimiento un nómada del ego y la soledad. Al tocar está sombra la puerta, puerta que da a la ultima escena donde los dioses aúllan, se dilatan en la espera cotidiana de los últimos héroes petrificados en esta noche de espanto.


Y Ros vejada, mutilada, ultrajada, no puede entender porque su ángel de la guarda fue a esconderse en el anaquel de los sueños y la dejo a merced de esa sombra llena de lenguas, esas lenguas llena de espinas, esas espinas que depositaron parásitos milenarios en estas tierra llena de gloria y esperanzas, llenas de lunas mistificadas entre sus ojos de diosa errante, estas tierras que fueron luz de aquellos vagabundos que corrieron senderos y veredas infectados de sangre, mas Ros sigue inerte, repeliendo toda la bondad de unas Cibeles que navegan en sus pesadillas y al deslizar lentamente su cabeza, pudo notar que su oso de peluche, su amado vigía, estaba acongojado, estaba buscándole un por qué a tantas caricias ahorcadas en las manos del creador, y tan sólo lágrimas brotaban de sus ojos, aunque estaba hecho de sueños.

MICRORELATOS (VOCES AJENAS)

    Microrelatos  Autor. Fausto Antonio Aybar Ureña.   La intrusa. De repente, salió huyendo la come libro, la devoradora de palabras, é...