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miércoles, 8 de febrero de 2012

RESTO DE UN CANTO




RESTO DE UN CANTO
A
(Miguel Hernández)

Las sombras no habitan en los espejos,
murmuran los colores cuando dos soles se abren.
Vienes del polvo, vas al silencio,
la cárcel no calla a las salamanquesas,
claudicar, no es ni para los muertos,
es para el verbo iracundo y perverso.

Lluvia, sueños de
luciérnagas en un siglo
oscuramente eterno, emergen de tus labios
un horizonte de palabras subyacentes,
una premura, una afección

En el corredizo del tiempo, no hay mutaciones
que puedan deshilar la grandeza de tu canto,
los tránsfugas no habitan en esta historia,
sólo son ademanes en la longevidad del sueño,

 y por cierto, ángeles y  fantasmas 
convergen en una misma rosa.

Y despierta el hombre; 

y con él la palabra.
El sur tiene un olor a olvido, 

un olor a niño yuntero,
a tierra mojada,

No hay mas estrellas en el universo 
que en tu cielo, 
borbotean del oxido lentejuelas de amor, 
del llanto, retoños de una escueta oración.

Fausto Antonio Aybar Ureña

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