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lunes, 18 de septiembre de 2017

LA TIERRA CLAMA, LA TIERRA LLORA.

 

                                    Pintor: Willfrido Velázquez Gómez (Dominicano)



SORDERA DEL DIALOGO

Cuando los lideres juegan al poder, la gran mayoría pierde.

Pues sería de gran aporte jugar a la vida.

 

 Revolotean los pájaros

sobre el río que agoniza,

peregrinaciones de árboles

hacia el último estanque del razonamiento,

los planetas se alinean en oración permanente.

Hay hombres enmascarados respirando odio,

el oxígeno se diluye,

el monóxido: dueño y señor

de otra raza,

de otro hombre,

de otro yo,
de  humanos moribundamente vegetales 

 

Revolotean los cadáveres,

no sé si de animales,

no sé si de hombres,

no sé si de mutantes,

pero revolotean,

revolotean sobre las grandes chimeneas

de estos cementerios,

de hierros y estiércol,

ojos homicidas, juegan al dolor,

y en el zigzaguear del dialogo,

lenguas extrañas,

contaminan la razón.

 

 ANATOMÍA DEL AGUA

 Yo;

Habitante fecundo

del vientre mágico de las nubes,

me deslizó sutilmente entre las montañas,

jugueteo entre los valles,

recorro los campos.

Soy amante insaciable del fuego,

sangre transparente de los dioses.

 

Voy en silencio,

de escaramuza en escaramuza,

es de parecer que me odian, que no me aman,

cuando yo soy;  la única razón de su existencia,

están ahí, quieren adueñarse de mi libertad,

indigentes ruiseñores, resoplar de libélulas,

horizonte invadido de carnes podridas.

 

Yo; agua,

ermitaño, vértebra marginal del universo,

hijo póstumo de la tierra y el cielo,

ellos; nómadas que beben mi sangre.

Los árboles me llaman,

resuenan acacias en  mi piel,

tránsfugas reflejos huyen de la luna,

el río agoniza en un c/c del tiempo,

el horror de las manos, enlutase el corazón

 

 CANTO A LA MONTAÑA

 Ahí está ella, la montaña,

coronada de nubes, habitada

por relámpagos y deidades, imponente

horizonte de una ciudad que duerme.

Más allá, ellos; no creo que sean humanos,

tal vez sean mutantes, pretenden

herir la montaña, desangrarla hasta beber

su último mineral.

 

Ahí ella: la montaña,

máquinas roncando en sus laderas,

olor a guayabas y naranjos,

y ellos, los humanos -perdón, los mutantes-

enfilando sus garras rumbo al último

bastión, donde las luciérnagas erigen

la textura de un sueño.

 

Allá, ellos,

no derraman lágrimas, son mutantes.

Aquí la montaña, volcán de vida, río infinito de luz.

Y los humanos, ¿dónde están?,

quizás dormidos, enterrados,

tierra de llantos y olvido.

 

 CONTAMINADO

 

Está lloviendo

                          en la profundidad del mar,

 peces voladores

                               en su osadía intentan

                                                                       tocar el cielo.

Contaminadas y plásticas nubes

                                                       los ahuyentan,

y con tan solo un trozo de sueño,

                                                         vuelven  a su refugio liquido

                                                                                                              a llorar el universo. 



REDUCTO DE ESPERANZA

 

Un esqueleto ahogado

                                     en sus lágrimas,

huellas de una civilización

                                    sin memoria.

La tierra clama por agua,

                                   el cielo clama por nubes,

las aves claman por viento,

                                    y en una burbuja de oxigeno

ellos claman por muerte,

                                             todo es desolación

no hay otro hogar que habitar,

                                        un espejismo se burla

de nuestra sedienta utopía,

                                               es hora de abortar

solo queda un susurro de odio,

                                      el tragaluz a sucumbido ante su propia oscuridad.










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