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lunes, 26 de mayo de 2014

DERECHO DE AUTOR DEL LIBRO PLEGARIAS DEL TIEMPO






POEMA DEL LIBRO PLEGARIAS DEL TIEMPO 

BIOGRAFÍA


Yo llegue a este mundo
cuando el invierno pretendía aniquilar
el aliento, llegue más que desnudo, llegue 
entre los huesos, llegue entre los gritos 
de algunos maniquíes olvidados.

Llegue dos onzas para la muerte,
dos segundo más tarde que un aletear de mariposa,
llegue interpelando cada sombra que delataba los sueños.
Yo llegue exhausto, devorando figuras convexas,
bebiendo del liquido blasfemo de la historia.

Yo llegue sobre el polvo
de un cometa extinto, infortunado
por fantasmas de colores, husmeando 
entre las bolsas vacías de los reyes magos,
llegue precisamente cuando capricornio 
mordia todo el dolor de su soledad.


Llegue atónito por el llanto reprimido,
por una herida en el costado, llegue sigiloso
buscando entre la memoria de lo inexistente.
Llegue pretendiendo volver a mi estado fetal,
y asombrosamente; ahí estaba ella, derrochando
todo su amor sobre mi carne, limpiando cada
herida de mis almas pasadas.


Ella, yo, en un sueño aleatorio, los reyes magos,
pura ficción, mas cada enero al despertar sólo 
ella, la vieja Belén, llena este corazón de una explosión 
de amor. Porque yo llegue a este mundo cuando ella
se vestía en oración.


Fausto Antonio Aybar.

lunes, 28 de abril de 2014

A LA MEMORIA DE GABRIEL GARCÍA MARQUEZ (MAGO DE LA NARRATIVA)

El blog espejos y sombras, en nombre de su administrador Fausto Antonio Aybar, deja su aporte a la antología (Un canto de amor a Gabriel García Marquez), la cual es un aporte del poeta Chileno Alfred Asís, para el precursor de la narrativa mágica. En este proyecto, por el momento se suman más de 26 banderas, esperando que más poetas de las redes se sumen. Gabriel García Marquez, de Latino América y el Mundo, nosotros te cantamos.






                                                           GABRIEL GARCÍA MARQUEZ 








SOBRE LA CONSTELACIÓN, UNA HUELLA
A la memoria del escritor Colombiano
Gabriel García Marquez

Vuelvo a Macondo,
tras la soledad de cien años,
vuelvo,  tras la crónica 
de la anunciada muerte,
entre los espejos salados
de los náufragos por venir,
entre las sirenas huérfanas y hambrientas
de esta utopía de hombres de hojarascas. 

Vuelvo a  Macondo,
tras el rastro de la guayaba, y su olor,
vuelvo, a través de los laberintos
de perro de ojos azul, entre los ladridos 
de las tristes putas, de un coronel que
nadie escribió; vuelvo tras el otoño
de la cólera y el tiempo,
 rebuscando en la longevidad del amor,
del reloj biológico,
vestigio que anuncia mi adiós.

Vuelvo más que a Macondo,
a mis sueños sin fronteras,
a la dilatación de los horizontes
que abofetean a las mariposas,
vuelvo vestido de fauna, de flora,
vestido ya no de carne, de luz cósmica,
réquiem de ángeles, en hojas sueltas,
unigénita luz,  en la constelación del cisne,
mágicos enjambres, embrión en huellas. 


Fausto Antonio Aybar
República Dominicana.   

jueves, 17 de abril de 2014

ECLIPSE DE SANGRE




DIALOGO SALADO ECLIPSE DE SANGRE Troncos legendarios en un baile uniforme con las espumas, vienen y van las olas, peldaño a peldaño, damas de yodo esperan emerger del vientre fosilizado del mar, una sonrisa, una luna. Noche etérea de horizonte enrojecido, bulevar de colores y peces, y estoy aquí, extenso espejismo, sobre el desierto salado, orugas del iris, agrietadas madrigueras de aullidos e insomnios, pesadilla del viento, resignación de los sueños. Fausto Antonio Aybar



sábado, 5 de abril de 2014

EN EL PREÁMBULO DE LA FERIA DEL LIBRO SANTO DOMINGO 2014 (DOMINGO MORENO JIMENES) IDEAL REFORMADOR


                                             JOSÉ RAFAEL LANTIGUA (ESCRITOR, POETA)

                                                             DOMINGO MORENO JIMENES 


DOMINGO MORENO JIMENES:

Un ideal reformador siempre vigente.

Por José Rafael lantigua ( Poeta, Escritor )
Fuente tomado del espacio lectura
del periódico Diario Libre, República Dominicana.  


En los inicios del siglo veinte dominicano, la poesía dominicana languidecía por agotamiento de temas y por insuficiencia de medios expresivos. La producción poética hacía trillos por los caminos de un romanticismo decadente, y los poetas iban y venían con su carga repetida de lamentos y de idealismos constantes, viciados y trastornadores.
Era nuestra poesía, entonces, un organismo cansado, cuando irrumpió en ella, con su voz vibrante, el espíritu renovador de Domingo Moreno Jimenes. Subvertidor del orden establecido, Moreno desarrolló la práctica del "foquismo" literario, estableciendo trincheras de pensamiento liberador en Santo Domingo, en Santiago o en Asomante, colinas sacras que fueron centros variables de su proyección y que alguien ha definido certeramente como "las capitales ideológicas de su insurgencia literaria".
Las llamas de sus ideales místicos y la firmeza de sus concepciones revolucionarias en el orden literario, provocaron las luces que alumbraron las nuevas corrientes y dieron paso a una renovación de nuestra literatura que aún -con desconocimiento de no pocos- sigue sintiéndose y afirmándose. El auténtico libertador de la poesía dominicana lo es él sin dudas, porque independizó nuestra poesía de sus moldes gastados, de sus patrones anticuados, de su temática común y difusa, y de sus modelos que exigían urgente superación.
Las remotas ataduras retóricas, los ligamentos de la rima y la métrica, y las rigideces de la estrecha preceptiva, desaparecieron de la escena gracias al intenso como saludable bombardeo liberador de la revolución literaria capitaneada por Moreno, bajo los principios estéticos enarbolados por su movimiento postumista.
Como ideal de Moreno, más que como escuela o movimiento literario, el Postumismo constituyó una etapa crucial en el desarrollo de nuestra literatura, y "como proceso autónomo, fuera de influencias mentales colonialistas" fundamentó sus fases evolutivas mediante el versolibrismo emancipado de tradicionales trabas preceptivas, por una parte, y por la otra, mediante el rescate del paisaje, la geografía, fauna y flora autóctonas, pero hasta entonces sin voz peculiar, usos y costumbres que son la sangre y el nervio de nuestra identidad como ser nacional en el contorno del panorama americano.
Por eso, es la poesía de Moreno una poesía dominicana, en el sentido de mayor valor del término, proyectada universalmente porque su carácter trasciende todas las fronteras y se introduce donde quiera que hay un hombre acosado por la realidad, zamarreado por las circunstancias y siempre anhelante de paz, pan y libertad. Moreno es dominicano cuando hace poesía a través de nuestra realidad social, cuando se extasía en los registros de un atardecer, cuando elabora versos a la mujer campesina llamándola "mixtura de infinito y de llanto", cuando canta a una fiesta en Jacagua, cuando es capaz -licencia que le costó tantos sinsabores críticos- de introducir en un poema un fruto como el mango, un árbol como la ceiba o un paisaje común como el del barrio capitalino de Villa Francisca.
Se hace universal y trascendente cuando dirige su pensamiento hacia la América sufrida y crea por ella y con ella una filosofía que el rumano Horia Tanasescu demostró que tiene su entronque en el saber milenario de las religiones orientales. Manuel del Cabral, uno de los poetas más extraordinarios del Continente, destacando la importancia del quehacer poético de Moreno escribió en una ocasión que con él la poesía se había despojado de toda retórica, de todo lo que sea artificio y esteticismo, "para poder decir la verdad de la vida en la cual está la defensa de todas las sociedades".
Desde luego, en su tiempo Moreno, como señaló una vez Héctor Incháustegui Cabral, fue un "pecado": su obra poética fue observada y analizada no solo con recelo, sino que fue combatida directamente y tenazmente por influyentes intelectuales de su época. La embestida contra la recia individualidad del poeta intentó ser demoledora, pero él la resistió y estuvo resistiéndola casi hasta el final de su vida. No podemos ocultar lo que Julio Jaime Julia llamó "la piqueta destructiva de los zoilos" que buscaron siempre hacer añicos la firme y sólida obra de Moreno. Por eso, acepté la encomienda de un gran amigo, hoy desaparecido, que me instó a inaugurar una colección editorial con la biografía de Moreno Jimenes, labor que cumplí modestamente hace ya hoy 38 años, intentando encontrar el justo sitial -el que le corresponde, de hecho y derecho- al magisterio tutelar, preconizador de nuevas formas y de nuevos signos en la poesía dominicana del ilustre autor del Poema a la Hija Reintegrada.
"El artista es libre", al decir de Ezra Pound. "Desde el inicio el verdadero artista es el paladín de la libre expresión. El artista es libre, es decir que debe serlo por circunstancia y heroísmo". Hombre de vida trashumante, que caminó la geografía nacional dando a conocer su poesía y llenándose de realidad, color y desvelos para hacer de ella una vibración óptica que otorga valoración vivencial a su obra, Moreno paseó sus versos en medio de un trajinar dramático, lleno de dolores y carencias económicas, en una carga de trotamundos lírico que no tiene parangón en la historia de la literatura hispanoamericana. Solo en la literatura norteamericana hemos encontrado un ejemplo similar en el poeta Vachel Lindsay que igual que Moreno, anduvo por toda la geografía de Estados Unidos proclamando un evangelio liberalizador desde el campo de la poesía.
Nadie como Moreno Jimenes se adueñó del alma nacional y pregonó con tanto afán un ideal reformador que -aceptado por unos, desconocido por otros- cosechó frutos en el contexto general de la literatura dominicana. Hace mucho tiempo escribí una frase que no olvido, en torno a las críticas habituales de cierto sector de la intelectualidad contra Moreno. Subrayé entonces que no deberíamos estimular a los que contradicen, exclusivamente para zaherir, la labor poética de Moreno. Y recalcaba que muchos han deseado siempre apagar la luz para que no lo vean. Su obra está inscrita en nuestros anales literarios con letras de oro. Alumbrando las auroras de etapas literarias pasadas, presentes y por llegar. Viviendo por encima de los silencios y de los olvidos. Superando infortunios y malquerencias. A la obra de Moreno se le podría aplicar el criterio de Pablo Neruda de que la poesía "tiene las siete vidas del gato". Su labor poética, por tanto, podrá ser molestada, arrastrada, escupida, ignorada, befada, limitada para ahogarla, pero al final saldrá en todos los casos, como afirmaba el inmortal vate chileno, "con la cara lavada y una sonrisa de arroz".
En uno de sus poemas menos conocidos -"El mensaje de la vida"- Moreno pareció enfrentar la adversidad con estatura gigantaria, con la enorme estirpe cósmica de su espíritu: "Ofrece tu obra a la juventud, sin esperar nada del presente./ Bendice la maledicencia que te roe/ santifica la envidia que te enturbia la alberca./ Cree más en tu alma-fuerza que en tu brazo-sentido…/Mejor que seas un aire leve de Eternidad, porque así no podrás ser muerto ni por la Muerte…"
Domingo Moreno Jimenes era hijo de un reconocido joyero de la época Domingo Moreno, quien en tiempos duros llegó a laborar en la zafra del ingenio San Luis, próximo a San Isidro. Su madre fue María Josefa Jimenes, hija de quien sería dos veces presidente de la República, Juan Isidro Jimenes. El poeta tenía ascendientes venezolanos, porque su padre era hijo de padre y madre nativos de Venezuela, los Moreno-Urdaneta. Nació en una vivienda situada en lo alto de la calle San José, años después bautizada con su nombre actual, 19 de marzo. Era 7 de enero de 1894. Murió el 21 de septiembre de 1986, diez años después de quien suscribe haber presentado -en su presencia- su biografía en la Feria Nacional del Libro de 1976, que entonces se celebró en el Palacio de Bellas Artes. Su deceso se produjo en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas, donde estuvo recluido por varios meses. Tenía 92 años, 8 meses y 14 días. Al fin llegó a los predios del poeta, Su Majestad la Muerte, como él la definiera en uno de sus cantos. Así clausuró su paso por la tierra el poeta andariego que paseó su verbo y su talle de vate renovador por los caminos de toda la República.
"Ahora vive en el agua./ Y en el niño que nos desconoce./ Y en la pisada tenue de la brisa./ Y en la religiosidad que nos arcana el dolor./ Y en la alegría superflua de todo humano triunfo./ Y en el goce mentido de la caricia de la tarde./ Y en la angustia compasiva de la ansiedad./ Y en el instante que se soñó un milenio./ Y en el milenio que fue un instante."
(Celebramos que la Feria Internacional del Libro 2014, en su décimo-séptima edición, se le dedique este año a la vida y obra -que en su caso es lo mismo- del poeta mayor de la literatura dominicana).

jueves, 13 de marzo de 2014

DOMINGO MORENO JIMENES CREADOR DEL PRIMER MOVIMIENTO LITERARIO DOMINICANO






QUIEN LEE, VIVE MÁS.



                         DOMINGO MORENO JIMENES
                         MOVIMIENTO POSTUMISTA REP. DOMINICANA
                         FERIA DEL LIBRO SANTO DOMINGO 2014


EL POEMA DE LA HIJA REINTEGRADA

AGONÍA
I
Hija, yo no sé decirte si la muerte es buena
o si la vida es amarga;
sólo te aconsejo que despiertes, adulta de comprensión más que tu Padre!

II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!

III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas,
que me hace amainar la pulsación de la tarde.

IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.

V
Hija, hazme tomar la resolución de los otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;
hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,
como si fuera en substanciación un ser increado! . . .

VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
el segundo de tu inexistir, eterno!

VII
Hija, ¡cuántas nubes,
cuántos pájaros,
cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!

VIII
Hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;
verás envuelta el alba en la noche,
y las cosas de mayor transparencia
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.

IX
En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor,
era justo que llegaras, y después de breves instantes,
ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.

X
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste que en mi derredor todo es sombra!

XI
¡Oh tú, que me enseñaste desde que naciste
a ver la vida con ojo más sabio
y a la humanidad con ojo más triste!
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?
Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre.
Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!

XII
¡Oh, tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!
¡Oh, tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!
XIII
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;
y por ti no cambié
y la fortuna no me sonreirá nunca!

XIV
Hija, cada vez que examino tu vida
me doy cuenta que tú eres como mi vida :
una sombra entre dos crepúsculos!

XV
Iba a decir entre dos agotadoras auroras
y ya ves, reincidí, sin querer, entre dos crepúsculos!

XVI
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?

XVII
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,
y del lenguaje, sólo debe quedar desnudo el verbo!

XVIII
Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad hija mía?
Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!

XIX
No te puedo asir con una palabra,
y no debe extrañarte, recónditamente,
porque tú estás para mí más alta que la región de la palabras!

XX
Y vuelvo a caer en las comparaciones.
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!

XXI
Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!

XXII
De imperfecciones se forman nuestras excelencias
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido hacia el turbio porqué de los enigmas.

XXIII
- Tiene el pulso demasiado débil,
pero ese letargo no es la muerte -.
Su médico era mi propia almohada de cabecera
y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!

XXIV
Si fuera bizco de pensamiento
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;
hija, iba a blasfemar por tu dolor. . . pero, ¡perdona!

XXV
Compran caro el suelo donde colocan a los muertos
y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!

XXVI
Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra
que se deforman a su antojo!

XXVII
Hija, ya me han avisado que tus pies están fríos.
Hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.

XXVIII
Hija, cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,
cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,
cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!

XXIX
- Tibien la leche terciada con agua
para si mi chiquitina despierta.
Cuídenmela, hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.

XXX
(Eres, amada mía,
como la flor del higüero joven,
como el azogue del crepúsculo,
como la diafanidad de la naturaleza toda!).

XXXI
- No seas padre, sé Hombre,
sencillamente.
Gira tu vista a tu derredor
y que tu amor a una abstracta "Humanidad",
no te haga olvidar jamás de que eres hombre!


¿LA MUERTE?

1
Como quiera que las velas del ataúd estaban menguadas,
cogí un tercer cirio
e hice trizas la niebla que levantaba una penumbra gris sobre su rostro.
Oprimí en mi interior "una muñeca"
y quedé por largos instantes, perplejo, con el cirio pegado de la mano!

2
El tercer día de su nacimiento
tuve como una clara preconciencia de su cercano fin;
ardía el ascua del aceite en la pieza contigua;
las hojas de un libro abierto se abanicaban leves,
y un rumor de canto desvalido daba a la soledad trasunto de incienso.

3
La chiquillería se agita en la acera,
las máscaras pasan;
tal o cual voz lanza huevos o plátanos,
y el día está igual, como el día de su nacimiento,
como el día de su muerte,
como antes de que presintiera que naciera. . . .

4
Para cambiar, Naturaleza, ¡para cambiar! ¿Si habrás de ser hasta tu postrera extinción
madrastra del hombre?5
La risa se me congela en los labiosy quedo, por parco tiempo, con la vista perdida en las inmensidades presentes.
6
Un trazo de montaña al final de la calle,
un framboyán en su inmediación,
y el hospital a donde iba todas las mañanas a pedir una limosnita de salud para mi hija . . .

7
El sol caldea las tablas de mi vecindario modesto;
la brisa fragua un nidal sobre la testa de los rapaces:
¡estamos a 23 de julio!8
La hora parpadea en el péndulo de un anochecer polvoriento;
se inicia una noche invertida en el horizonte de la tarde,
concluye un amanecer preestablecido en la clarividencia de la noche.

9
Los trasnochadores apuran, a sorbos, el café medio amoscado;
sobre el torrente de la sangre han caído algunas mostazas ariscas.
¿Ha llorado alguien?
Se ha sentido un vagido circundar los ámbitos del cuarto.
El paisaje está inmóvil: todo está adherido con agua y harina como para un retrato!

10
Llévenla a la falda de aquella colina,
el enterrador no es estéril y señalará el sitio donde es más necesario regar la simiente.

11
¡Qué bella nube!
¡Qué empinada montaña!
¡Qué inimaginado marco de horizonte!

12
En este sitio hubiera querido haber morado tu padre;
reposa en él,
y que las cuentas de tu destino no lo culpen de haberte amado mucho!

13
Queda ahí;
tu madrina te arreglará las flores,
y tu madre sigue en la casa, deshecha en lágrimas . . . .

14
Déjame volver,
para ver si descubro en mi peregrinación la huella de tu existencia en alguna parte!



EPILOGO

1
Rasgué un pan y lo puse sobre la mesa sin probar ni bocado,
eran las diez de la mañana,
mis hijos no habían comido
y por el postigo de mi puerta runrunaba un viento.
Sentí un temblor cuando ya repartido en pedazos
hice la llamada acostumbrada a los que me circundan.
"Ella está ahí", dije a mis aspiraciones de verla viva y grande,
"en el sitio en que no puede hacer que los suyos se inquieten o delincan".

2
¡Intacta, inmóvil, sin que un átomo intente envanecerla
ni un segundo pueda cambiarla!

3
La pradera ha comenzado a reverdecer con la reciente lluvia,
el "pío" de la tarde empieza a ponerse triste con la noche que llega,
una piedra de niño rompe el cristal del charco próximo,
una consumación de hombre deslíe su negror en el silencio.

4
Ya estoy en la aldea de Sabaneta,
en la aldea donde moró mi madre eterna dos años;
he dejado hacer a los otros, algo que concierne a mi vida, a mi obra y a todos los míos;
no puedo avanzar que medito, pero tampoco puedo confirmar que he dejado las horas en suspenso.
Tengo como Oriental, un párpado medio cerrado,
y como Occidental, el pensamiento, en la matriz, abierto!

5
Por el cielo veo asomarse, una, dos, tres estrellas tétricas,
las cabañas tienen luz de gas humilde;
la sombra ha restañado la sangre del crepúsculo
y en mi pecho, la paz se ha agitado en la hora hasta zozobrar en el segundo!

6
En Monte Cristi, cerca a los arrecifes,
y junto a la imponente montaña vecina:
AMÉRICA, ESTA ANGUSTIA ME HA APARTADO DEL MUNDO
Y YA PUEDO DARME A TU RELIGIÓN TODO ENTERO.
En el mar, la sombra de las nubes
proyectaba una interrogación, a cortos intervalos.

7
(Habla el Morro, montaña de forma singular que se halla al frente de Monte Cristi)

Presencié la desaparición de la Atlántida
y hoy extiendo la indolencia de mi carne cobriza junto a unas aguas que tienen del plomo a pesadez
                        y del aloe la pauta.
Grito de agonía marca la ciencia en esta hora de crepusculización del mundo,
una despereza de germinación presenta el arte frente a los procesos subjetivos de la ateria cósmica.
Ojo de cíclope, vuelca los ríos de tu retrospección para adentro.
Matriz de unidad, haz parir una conciencia unigénita al viento.

8
La mar seguía agitándose;
y las estrellas se seguían mezclando a la onda del mar
y a la desolación de la vida.

domingo, 2 de febrero de 2014

CANTO AL EMIGRANTE (POEMA) FAUSTO ANTONIO AYBAR.





CANTO AL EMIGRANTE

EPITAFIO PARA UN HOMBRE DE LUZ
A la memoria de Manuel Minaya
Emigrante Eterno. 
   

 Quiero trasladar, a ti, y a tu alma,
trasladarlos de las estresantes calles de Manhattan,
recobrarlos de las ruidosas horas de Wall Street,
despojarlos de la iniquidad Apple and Body blake.
Quiero descontaminarte, desempolvarte, mitigar el dolor
 de los hombres de espejos que habitan en Broadway,
ahuyentar esas luciérnagas invisibles
que pueblan el Central Park,
y sentarme a tu lado, hablar de tiempos lejanos,
bañarnos de risas y cenizas,
romper con el sueño profundo
del invierno que habita en tus huesos.

Quiero  trasladar, a ti, y a tu alma,
desvalijar a New York de tu sombra,
mas no de sus fantasmas,
 beber cada silencio de las mariposas
que mueren en las fauces del Hudson,
recorrer en la distante noche la longevidad Empire State.
Quiero desenterrarte, arrullarte entre flamboyanes y cigarras,
hacer un puente tan largo, que los duendes ebrios
de long Island, en epígrafes continuos desoven estrellas,
y sobre cada constelación del universo perpetuar tu aliento,
mas del llanto eterno, restos de tierra, para quien fue,
más que polvo, sueño.



Fausto Antonio Aybar.

MICRORELATOS (VOCES AJENAS)

    Microrelatos  Autor. Fausto Antonio Aybar Ureña.   La intrusa. De repente, salió huyendo la come libro, la devoradora de palabras, é...