Seguidores
domingo, 19 de julio de 2009
BOCETO
Boceto
Dejad que el carbón
habite mi piel, que navegue
entre las Hordas sigilosas de estos
espejos lacerados por el tiempo.
Dejad que las arrugas
profanen bellas metáforas,
que las lágrimas se vistan al compás
de los recuerdos.
Dejad que hieran mis sueños,
el bramar de los arco iris al tocar mi voz,
que una luz se filtre en la oscura claridad,
y yo despierte como un boceto, arrugado y muerto.
Por favor dejad,
dejadme en posición prenatal
injuriando los fantasmas
de estas paginas blancas.
Fausto Aybar
LABERINTOS I
LABERINTOS I
Luces enredadas entres barrotes de lluvias,
miradas que se suicidan al contactar con las sombras,
jaurías de voces aclamando al viento.
Y aquí entre nosotros, estos laberintos, huellas de sangres,
sueños que se arrastran sobre este mundo de piel fláccida,
canción que nos lleva a la voz del alma.
Y estos laberintos parecen arroparnos de olvido,
parecen adornarnos el corazón de espinas, pululan
en nuestros ojos lágrimas que por milenios habitaron
en este desierto de odio.
Y hoy al callar la carne, hemos podido descubrir
un ángel estacionado en la quinta vena del corazón,
un ángel moribundo, aplaudido por los fantasmas
que rondan el desamor.
Ay de estos laberintos, cuando de los altos se extiende
una mano, y nos dice que hay que partir, porque tan sólo hay
un lugar en la gruta donde duermen los dioses del silicio,
y es para nosotros, los sempiternos, desnudos de amor
Fausto Aybar
Luces enredadas entres barrotes de lluvias,
miradas que se suicidan al contactar con las sombras,
jaurías de voces aclamando al viento.
Y aquí entre nosotros, estos laberintos, huellas de sangres,
sueños que se arrastran sobre este mundo de piel fláccida,
canción que nos lleva a la voz del alma.
Y estos laberintos parecen arroparnos de olvido,
parecen adornarnos el corazón de espinas, pululan
en nuestros ojos lágrimas que por milenios habitaron
en este desierto de odio.
Y hoy al callar la carne, hemos podido descubrir
un ángel estacionado en la quinta vena del corazón,
un ángel moribundo, aplaudido por los fantasmas
que rondan el desamor.
Ay de estos laberintos, cuando de los altos se extiende
una mano, y nos dice que hay que partir, porque tan sólo hay
un lugar en la gruta donde duermen los dioses del silicio,
y es para nosotros, los sempiternos, desnudos de amor
Fausto Aybar
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Alfonso Caraballo, por el camino del silencio.
Alfonso Caraballo, por el camino del silencio. Por. Fausto Aybar "Liz" El blog Espejos y Sombras, en su búsqueda del...
-
José Ramón López Lora. Hurgando en un escritor que habita...