EN VOLANTA, UN ROMANCE EFÍMERO
No hay mejor manera de comenzar la
tarde que cuando el día ya comenzó, porque cierto es, que este maldito calor
pone a cualquiera a rebuznar sin ser burro, quien dijo eso, ahh sí, mi abuelo
lo dijo. Pelagio mando a detener al motoconcho,
siendo un hombre muy esquivo le pregunto.
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Cuanto usted cobra hasta el parque de los regalados.
Cuanto usted cobra hasta el parque de los regalados.
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Bueno, 50 pesos
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Pues lléveme
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Móntese, suba los pies en el
estribo y agárrese
Había caído una ligera llovizna, pero el vapor del asfalto era tan fuerte que parecía que la ciudad entera era un baño sauna. El motoconcho intenta robarse la luz roja del semáforo, Pelagio le grita; abusador, todavía no he terminado de realizar mi sueño, él desacelero, llevaba el casco colgando del codo, de pronto, un rebaso suicida, casi rozando, ese fue el momento que Pelagio se percató de que el casco era una pieza más de museo. Estaban intransitables las calles, Pelagio pregunta al motoconcho.
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Por qué tomaste esta ruta.
Por qué tomaste esta ruta.
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Buen Don, en honor a la verdad, no
tengo licencia, y menos seguro.
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Comoooo
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Así es, tome este atajo porque la
poli jode mucho.
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Ya veo, ¡cuidado con esa señora!
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¡Diabl…. Por poquito!
De momento el parque de los regalados parecía un espejismo, el motoconcho esquivaba los transeúntes, Pelagio pegado como un parche al motoconcho intentaba respirar despacio, pensó de todo, y de repente un verso llega a él “trapaza la luz una flor, hay un esqueleto emergiendo de su sombra” , comienza a repetirlo como una letanía para no olvidarlo, pues no hay lápiz ni papel, sólo la velocidad puede detener el proceso de olvidar, repite y repite el verso, es posible que sea su oportunidad para llegar al mundo de las letras. El motoconcho se detiene, Pelagio le grita.
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¡Hasta la cuanta es!
¡Hasta la cuanta es!
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Don, esto no es un jet
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Es que se me hace tarde, tengo una
urgencia
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Ya entiendo, ¡no lo haga aquí!
Pelagio sigue repitiendo como un
papagayo ese verso que le llego como balde de agua fría “trapaza la luz una
flor, hay un esqueleto emergiendo de su sombra” sólo faltan cinco cuadras para
llegar al parque, y Pelagio sigue con su letanía, el motoconcho le pregunta, qué
es lo que usted tanto reza Don, él hace caso omiso, se detiene el motor.
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¡Por fin llegué!
¡Por fin llegué!
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Ahora págueme
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Y usted devuélvame.
Al parecer se está fecundado el olvido, salé corriendo en busca de lápiz y papel, en el trayecto alguien intenta detenerlo, él sigue como un bólido, irrumpe en la casa violentamente, saca del librero libreta y lápiz, intenta armar la letanía, “la flor en el vertedero, podrida la sombra” coñooooooo, como un relámpago trapaza la casa, llega a la calle, busca en el celaje del ruido al motoconcho, ya era tarde, ella se había ido con él.