EL DIA QUE LAS CAMPANAS LLORARON
A la memoria del limpiabotas del parque central de Puerto Plata (El Loro)
Cruzó las piernas, las gotas del rocío aun habitaban el banco del parque,
el frío erizo su piel, faltaban 15 minutos para que las campanas con sus
tonadas despertaran la mañana, y él aun no lo veía llegar, era extraño, 56
primaveras sin dejar de venir al parque, no lo detenía nada. Siempre con su caja de limpiabotas a manos.
Pero siguió esperándolo, debía lustrar sus zapatos. El sonar de las campanas
despertaban la ciudad, las palomas salían a juguetear con algunos curiosos. Se
levanto molesto, la espera fue más larga de lo acostumbrado, no entendía la
tardanza. A diez metros los parroquianos
del parque murmuraban, “ha muerto, que pena, ha muerto”, él, lleno de dudas
pregunto ¿quién ha muerto? Alguien desde su tristeza respondió “el limpiabotas,
nuestro amigo el loro”. De súbito, Cayó de bruce sobre el banco, todos los parroquianos
se les parecían a él, un silencio inundo la ciudad; una lágrima recorría
suavemente toda su mejilla. Susurraba el viento a la distancia, mientras, una
paloma se posó en su hombro.