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viernes, 23 de marzo de 2018

MONTSERRAT, HUÉSPED DE LA VID (POEMA DEDICADO A MI PRIMOGÉNITA NIETA)





MONTSERRAT, HUÉSPED DE LA VID.

En el vientre 
de mi primogénita luz
un ángel florece,
surca los confines
del universo un cometa en gestación;
tal vez de nombre paz,
de nombre amor.


Entre mis ancestros
pasados la he buscado,
y ahí está, dormida,
escuchándome
desde su liquida cuna,
flor milenaria de un bosque virgen,
tierna sonrisa para un verbo que envejece.

Montserrat,
llevará por nombre,
sendero de versos peregrinos,
romería de arco iris
sobre el lunar de un siglo
de esperanza,
de libertad,
umbilical sueño de la humanidad.

Un pétalo
anida en tus manos,
en tus labios una canción.
En unísona tonada,
los peces,
los pájaros,
y los arboles
gritaran tu nombre.
¡Montserrat, huésped de la Vid,
Oriunda oración del sol!

Fausto Antonio Aybar Ureña.

lunes, 8 de enero de 2018

MUSA, MUJER Y POESÍA (VIENTRE CREATIVO DEL UNIVERSO)



                    ARTE DEL PINTOR DOMINICANO WILLFRIDO VELAZQUEZ GOMEZ




Ana Maria Garrido
Argentina

Ella nocturna

Ella exhibe sus alas
detenida en la bruma,
lujuriosa crisálida
entre puertos
de un mar exasperado
que ignora las señales.

Como un faro
de espejos inconclusos,
ella exhala su luz
en la noche
con ojivas de espuma.

El agua
es una pampa interminable
que engulle los reflejos de la luna
como peces incautos.

Mariposa nocturna,
ella camina sola
por la playa
que desnuda
sus pétalos ocultos.

Envueltos en la brisa,
los fantasmas
de viejos marineros
rozan sus muslos húmedos,
sus hombros,
sus pestañas
con codicia de nube.

La sangre
de la noche
se puebla de preguntas.
Ella cubre
sus senos ambarinos
con dedos de magnolia
y corre hacia su casa
vestida de salitre.
Cierra puerta
y ventanas
con prudencia
de alondra.
La ciudad
se desvela
ahondada de susurros.

El miedo
con mil rostros
le oprime la garganta.

Inmóvil en su lecho,
los relojes
le prestan sus latidos,
la luna,
sus linternas
de plata mortecina
hasta que el viento
exhausto
de rugir en su puerta
se echa a sus pies etéreos
como un perro con sueño.


Mercedes Vivas Benítez
Colombia
Clamo Palabra
¡Oh alborada!
¡Oh alborada!
desvestid la impaciencia
cuantas cosas no pueden designar mis palabras.
¡Oh Celestina!
reviste el amanecer
indómitos encuentros
impiden ponderar
mi garganta.
¡Oh sombras!, voltead los sonidos a mis espaldas
alcanzadme la pluma en mi deliquio,
prestadme los sueños de los desvestidos,
el huracán de los hambrientos,
los motivos de los presidiarios,
las raíces de los desaparecidos.

¡Oh palabras! Ofrenda las camisas roídas por los fusiles
objeta al enemigo del pueblo
tilda la sangre llorada por los disminuidos.
Oh mordaza,
oh mordaza,
libera la palabra………

Carmen Garcia
República Dominicana
 "MULATA"


Tengo fusión de salitre
de merengue, son y caña,
del conquistador la saña,
el azúcar del trapiche.
La cadencia del pambiche,
del nativo la nobleza,
del cimarrón la fiereza,
alma antillana yo tengo!!
Es que llevo en mi abolengo
rebelión, sangre y proeza.
Mestizaje mi color:
negro, blanco y taíno,
así quiso mi destino
de tres razas ser crisol.
Aborigen, español
y el tambor del africano,
ése lamento lejano
hilvana con sus matices;
mi pasado, mis raíces,
atesoro en mis manos.
Soy caribeña guerrera,
mi solar es un pedazo
donde reboza el abrazo
como flor en primavera.
Tengo gracia de palmera
con el vaivén de los mares;
el sol en estos lugares
calienta mi piel morena
cuando roza las arenas
y serena mis pesares.

Zulma Quiñonez 
Puerto Rico 
 NIEBLA
Te pierdes por los rincones y las callejuelas.
Arropada de blanco, llenas el espacio. Amorfa y desnuda,
sin tocar el suelo, vagas entre sombras. Invades el aire,
penetras lugares remotos y extraños. Humareda
mágica, flotas como barco que surca los mares
a la deriva, solo, sin timonel ni velas,
sin puerto ni ancla, en desesperanza.
Apoderándote, desplazas la noche.
Intrusa mariposa noctámbula,
vuelas entre montes,
cubres las ciudades
y de madrugada,
plegando tus
alas, mueres
solitaria.
¡Huyó tu aliento!

Mardyn Mesén Rodríguez 
Costa Rica 
PAISAJES DE UN VALLE II 
( dedicado a mi abuelo, “El poeta descalzo”)
.
Retoña el corazón del buen labriego
al brillo de la luz de la mañana,
¡Cántame una canción!, ¡Quiero una nana
que haga silbar las cañas en sosiego!
.
¿Dónde escondo mi llanto en este juego?,
esa puesta de sol en la ventana,
como fuente de amor que se desgrana,
se me escapa al recuerdo y vuelve luego.
.
¡Abuelo, las mazorcas son tan rubias,
florecen buganvilias en el monte
tras el paso triunfal de nuevas lluvias!
.
Y he visto en la quietud del horizonte
tu sombra interpelar las raudas gubias
del aguerrido canto del sinsonte…

Dominga Almonte 
República Dominicana.
Fantasía.
En la sombra del follaje, 
de mi tierra encantada...
...Repica el tambor del indio aguerrido...
...Sonido grave y persistente,
que despierta al valiente
del letargo del olvido...
...A caso,
No es la misma burguesía
que despoja y saquea,
dejando las manos vacías
de la gente que en ella crea...?
...Junto al fuego enrojecido
Caonabo y Guarionex,
en la cohoba de la sensatez
Siembra el espíritu aguerrido...
... Tambor...
...Areíto...
...En la sombra del follaje,
de mi tierra encantada...
...Quién es ese que se levanta,
Y besa a su amada...?
...Luego corre...
...Sus pies llevan la velocidad de la flecha...!!!
Es Enriquillo,
Quien en su pecho aún estrecha
La imágen de su Anacaona...
En la sombra del follaje,
de mi tierra encantada...
...está el espíritu aguerrido de Hatuey, Guaramá y Yuisa...
...Pero aún repican los tambores,
del indio aguerrido...
...Despertando al valiente,
del letargo, del olvido...

Cinthya Rascovsky
Argentina 
Espejos rotos

Los pies conocían el espejo donde sus pasos fueron

solo escuchaba el ruido de los cristales
para saber que sus dedos fueron allí aniquilados
en esa acústica donde la vida se comió la salida.

Las manos conocían el espejo donde sus caricias durmieron

solo al saber que su no palpable era el trueno de su llanto
en ese eco donde la vida le cortó las venas. 

Ella conocía el espejo donde su imagen era víctima 

solo al saber que sus ojos pestañeaban sangre
en ese instante decidió 
dejar caer los vidrios. 

Amelia Prieto 
España
Quiero pronunciar tu nombre
mas los sonidos surgen en mi seca garganta.
Quiero recordar tu cara
mas los rasgos se desdibujan en mis húmedos ojos
Quiero saborear tus besos
mas estos no llegan por la maldita distancia; quiero...mas.
¿Tú quieres?
serenar mi ánimos,
templar mi espíritu,
aquietar mis impulsos,
mitigar mi dolor,
amainar mi llanto,
complacer mi pasión
¿Quieres?

Pura Losada
España
A Cesar Vallejo

Extendiste la mano
y me miraste,
contándome mil historias
de noches de hambre...
Y miré tus pies desnudos
y me sentí humillada
de tu mano extendida
-que ne decía todo-
sin pronunciar palabra.
Casas blancas, casas negras
vestidas dee techos rojos,
con balcones repujados
y portones repujados.
En cada esquina un Vallejo
un niño descalzo en cada recodo,
un oligarca en cada ventana.
Y al fondo, en la Plaza Mayor,
la catedral con sus campanadas,
llamando a misa de 10
como todas las mañanas
Casi doscientos años pasaron
de la gesta libertaria
y todo sigue lo mismo
¡aquí no ha pasado nada!
Los niños siguen sin pan,
las madres cuidando llamas
mientras le dan a la rueca
sin luz y sin esperanzas.
Y los hombres, ¿Dónde están?
Dónde viven, ¿dónde van?
Aplastados por los Andes,
sin fuerzas para luchar,
resignados, impotentes,
mascan...mascan...
Aletargados los pueblos,
aletargados los hombres,
aletargados los suños
Que nadie se mueva,
que nadie hable
que nadie despierte al frío
que siga durmiendo el hambre.





Veronika Quezada Varas
Chile

Flor, Color... "Florclor"
A Viioleta Parra  

Pre-cordillera,
valles,  campos...
Un río improvisa,
canciones de cuna.
Bosque sonriente,
acoge su llanto.
Pajarillos verdes,
trinan la buena nueva.
Remece auroras
su inquieta figura,
Sacude el puelche,
clavelinas rojas.
Octubre celebra,
sus primeros pasos.
Recita, teje,
moldea, borda,
pinta, escribe,
canta, viaja...
Deja al mundo,
la huella de Chile.
Sangra por dentro,
al irse a los cielos,
ese querido angelito...
Angustia es hiedra,
crece y extiende,
el ramaje en su alma...
Alma solitaria,
al partir sus suspiros
Lejos pa'l norte...
Ensordecedor gatillo,
deja en el suelo,
su desolada vida...
Guitarra llora,
desconsolada y triste,
se queda sin notas,
y de su voz, ausente...
Flor, se deshoja,
marchita de duelo.
Color, destiñe,
de dolor intenso...

Flor y color,
simples palabras.
De cuyas letras,
resulta el concepto:
"folclor"...

Palabras que forman,
su nombre: Violeta...



miércoles, 25 de octubre de 2017

RAMON FRANCISCO, UN POETA PARA REFLEXIONAR.

En esta entrega les daremos a conocer un poeta de una gran riqueza literaria, oriundo del poblado de Guananico, Puerto Plata, Ramón Francisco. Un poeta de una gran trayectoria, pero desconocido por los lectores del mundo literario. El propósito de este blog es llevarlo mas allá de los limites de la República Dominicana para que los amantes de la lectura puedan degustar y reflexionar sobre sus escritos. Este trabajo tiene como soportes la investigación del Instituto Tecnológica de Santo Domingo (INTEC). También el trabajo del investigador Odalís G Pérez para el periódico Hoy Digital  del 14 Agosto 2004. La Razón es poner en contexto al poeta Ramón Francisco para que su quehacer literario no quede en el olvido, y sea un referente a estudiar en las escuelas y universidades de nuestro país. Pues seguiremos hurgando y periodicamente, y llevaremos a ustedes más sobre este poeta que habita en las estelas del océano Atlántico.


Ramón Francisco nació en Puerto Plata el 21 de octubre de 1929, pero sus primeros años transcurren en Santiago de los Caballeros. Cumplidos los 15 años, se traslada a Santo Domingo donde trabaja y estudia. Se da a conocer en 1952 con Los Juglares, agrupación que presidía Manuel Valerio y de la que llegará a ser uno de sus directores.
Sus compañeros de grupo eran Rafael Astacio, Pedro Guzmán Perdomo y Tomás Pujols Sanabia. Luego se le verá, tardíamente, entre los directores del El Silbo Vulnerado. Posteriormente fue miembro de, El Puño, agrupación cultural que aglutinó, entre otros, a Miguel Alfonseca, René del Risco, Armando Almánzar, Norberto Santana, José Ramírez Conde, Jeannette Miller, Antonio Lockward y Marcio Veloz Maggiolo. Este último ha estudiado con detenimiento a Francisco, debido a un largo proceso de amistad que los vincula.
Nos reuníamos dice Veloz Maggiolo a comentar La Poesía Sorprendida, y, recuerdo que más de una vez Francisco, allá por 1957 59, se mostraba impresionado por el impacto que había hecho el movimiento en los círculos extranjeros. Descubríamos entonces nuestro propio mundo. Siendo prologuista de Las superficies sórdidas y luego dedicándole extensos comentarios en su obra Cultura, teatro y relatos en Santo Domingo, Veloz Maggiolo se encuentra en una envidiable posición de intérprete de esta poesía. Refiriéndose a Las superficies sórdidas, ve esta obra como apéndice de un lejano surrealismo y apunte de una modalidad de expresión que me parecía nueva por su temática.
En cuanto a las Odas a Walt Whitma, las ve estructuradas sobre un tiempo circular que constantemente se muerde la cola para presentarlo a la realidad dominicana en una alucinante simultaneidad donde la historia contemporánea puede ser vista aun desde las perspectivas del pasado, en lo que coincide con ciertas técnicas usadas por Antonio Fernández Spencer en Los testigos.
La música popular le sirve de apoyo a Ramón Francisco para estos intentos de reflejar nuestra realidad. Fragmentos de merengues y pregones, aun con sus notaciones musicales, se reiteran a lo largo de su oda, La patria montonera, lo que le ha permitido al autor, además, hacer galas de sus excelentes cualidades declamatorias en lecturas públicas de sus poemas. Después de la tumultuosa experiencia de las odas, Ramón Francisco profundiza el mundo de los mitos afroantillanos llevado por una aspiración que lo hace interrogar el lado oscuro de la existencia para convertirla en un asidero que lo lleva a la verdadera creencia.
Es lo que nos permite interpretar el salto que se produce casi un salto en el vacío en la obra de este autor, cuando publica en el suplemento cultural de El Caribe un poema inusitado que recrea diversas partes del ritual católico de la misa.
Ramón Francisco es Contador Público Autorizado, graduado por la Universidad de Santo Domingo en 1957. Fue Presidente de la asociación que agrupa a los profesionales de la contabilidad. En 1965 desempeñó las funciones de Vice Ministro de Finanzas. Actualmente vive del ejercicio de su profesión. Ha incursionado en el cuento y en el teatro con obras que en su mayoría permanecen inéditas. Su silencio como creador de poesía abarca ya varias décadas, lo que es de lamentar.
Obras
Las superficies sórdidas (1960)
Literatura dominicana 60 (1969)
De tierra morena vengo (en colaboración con Manuel Rueda 1987)
Critica demás (1987)

POR ODALÍS G. PÉREZEl poeta Ramón Francisco (1929-2004) inició su viaje a los secretos de la memoria originaria. Texto-raíz que enlaza con la clave mítica de un mundo tocado por la eternidad y la metafísica del inmóvil, del Eterno que hace morir, pero no muere en la visión sentiente. El poeta de La Patria Montonera (2002) evolucionó hacia Las jóvenes ideas (Eds. Selección Antología de la nueva voz, Santo Domingo, 1998, 123 págs.), cuyas bases encontramos en una obra un tanto olvidada, publicada en 1960: Las Superficies Sórdidas.
En ambos libros de poesía, el poeta Francisco nos legó su testimonio poético-metafísico y esotérico, reconocido en la fase de autodescubrimiento óntico-ontológico del logos poético.
Antes de su partida, el poeta y crítico publicó un libro que aun permanece oculto como forma mentis. No sabemos por qué no quiso publicitar dicha obra. Bajo el título de Las jóvenes ideas Francisco escribió su testimonio sobre el ser-en-soledad, o, lo que es lo mismo, sobre la visión de un logos culminante evocador de un espacio y una memoria de la palabra secreta que como en el Maestro Echkart y Jacob Böehme, se abisma en el Misterium Magnum y la Pistis Sophia.
En soledad el poeta y el pensador de Literatura Dominicana 60 (1969), Crític-a-además (1987), Sobre Arte y Literatura, Las Superficies Sórdidas (1960), La Patria Montonera (2002) y Macaraos del cielo, Macaraos de la tierra (1987), logró constituir un cuerpo de ideas esenciales fundamentadas en la poesía, la visión óntica y ontológica de la isla y el pensamiento identitario esencial.
Sin embargo, en Las jóvenes ideas, Francisco se apoya en una voz esotérica constituida en la noción de via mentis y de incendium mundi. La génesis de un pensamiento cuya materia ha sido el espasmo, el abismo y la página solicita de una lectura de registros formales y finales. El poeta se sitúa en el  orden que se justifica en la letra programa y la letra sagrada.
La dicción del poeta se equilibra desde un lenguaje que no es simplemente un medio, sino un rumbo, un camino, una línea demarcativa del tiempo, el espacio crítico y la memoria. Por eso la soledad es lo que habla en el poeta y la rebelión interna es lo que habla también en el crítico. El gesto del metafísico y el poeta extienden el valor transgresivo de la imagen poética. Situado en La Quinta Soledad el poeta se deja hablar y pronunciar por la soledad que como habitante del mundo lo cubre.
“Rumbo.
Te presentí en la arquitectura 
de sus alas, 
en la unidad vacía. Cometa 
que aprisionó mi tiempo.
Y en tus ojos la luna derramada 
envolvía su cabellera encendida”
(p.83)
El rumbo es una clave en el poeta, y desde lo oracular y lo místico el lenguaje que involucra el texto como imaginario, como escudo y unidad de presentidicación, nos indica la otra lectura, esto es, la necesidad de otra comprensión del mundo que se abre al nacimiento del círculo místico.
El proceso de una interpretación vivencial de la poesía es en este caso el mensaje desde la muerte y ante la muerte que nos ha dejado Ramón Francisco. Y en ese sentido el poeta se reencuentra con la más esencial y metafísica tradición  poética dominicana. El habitante del cosmos es, en este caso, el viajero acompañado de Manuel Valerio, Manuel Llanes, Domingo Moreno Jiménez, Juan Sánchez Lamouth, Manuel del Cabral, Andrés Avelino, Héctor Incháustegui Cabral, y otros que ya son  símbolos de la paradoja originaria.
El proceso mediante el cual se explica la exploración poética de Ramón Francisco empezó con Las superficies sórdidas (1960). Desde aquellos signos reveladores del encuentro y el desencuentro, el poeta se convertirá en el visionario de la desesperación ontológica, esto es, de aquel hombre cuyo canto pronunciará la muerte como condición, causa y latencia del ser en la memoria de las cosas. Francisco no quiso abandonar el mundo sin decir, sin revelar el límite de este viaje nocturno y trágico del existente y la existencia:
“?Oro en la palidez 
de las sienes
atado a las pupilas 
que encendieron
la furia inexplicable”. 
(op. cit., p. 41)
“¡Y volví al látigo! ¡Memoria!
¡Ya no quiero morirme!
¡Que desaten la hoguera!
¡Que el fuego abrase 
mi conciencia!
¡Que la vida se eche 
a dormir, riendo!
¡pero que yo no muera!”
(La justicia, p.43, op. cit.)
El lirismo poético-metafísico de Francisco, lo encontramos en Las jóvenes ideas como testimonio y testamento poético de su mirada final. En Segunda Oda Tierra, el poeta des-oculta su mensaje sentiente motivado y vivido como tiempo y ser:
“Despierta, como un mar 
socavado desde 
sus intestinos, empujado 
por su equilibrio quebrantado.
Su pelo seco, sus grandes ojos,
sus labios, baten al sol su historia 
mientras su brazo acusa poderoso y
abre los ojos y aspira los espacios
desde su solitaria lágrima inviolable”. (p.46)
El alegorema del asombro y la interrogación evocan en este último libro publicado por Francisco el secreto de una raíz y una memoria del tiempo recobrado en el vivir:
“¡Quién sabe! Qué planta, 
qué raíz,
qué música empuja sus pies 
de esclavos,
qué sueño fue soñado, 
qué secreta memoria, qué temor, 
qué pactos lo arrastran 
hasta este sitio
de la historia” (p.47)
En el poema Los habitantes, el poeta se asume y asume el mundo como aquel viaje donde se propicia la resistencia en y desde el vivir. Una dicción poética fluida nos asegura que el concepto de ananké también determina el agôn personificado en una visión de mar y cielo como rumbo:
“El habitante asoma los rotos ojos 
al mundo que agoniza.
Ve hacia la rota tierra 
donde el antepasado clava 
sus manos rotas,
ve hacia las piedras que 
dieron testimonio de la sangre,
hacia los árboles que 
el viento derribó.” (p.50)
Lo que declara el poeta Ramón Francisco en esta travesía del ser en soledad irremediable es una convicción:
“El habitante sabe que los días contaban y avanza presuroso. No importa ya el ardid.” (p.51)
Para constituir un libro como tímpano y mensaje ante la muerte, el poeta escribió en Las jóvenes ideas, un Antiprólogo del libro de las soledades donde le dice a la soledad aquello que ha reclamado como ente silencioso:
“Detienes las campanas 
de la ciudad 
cuando tú llegas
y los relojes corren más aprisa
y una batalla de pupilas
puebla los campos 
en donde tú no dices
que te vuelves, llorando.”
(p.54)
En la parte de Las jóvenes ideas titulada El libro de las soledades aparece el poema La cuarta soledad. El poeta Francisco asume allí lo que es su propia reflexión, su documento en y contra la soledad:
“Como vacío. Como algo 
que se muere en los brazos  
sin sentirlo, sin solamente palparlo
en su estado final”
(p.77)
“Aquí convocaremos los muros 
que hoy separan nuestros días. 
Venid insectos,
roed la sangre
que paseaba su nombre.
No habrá sino un quejido 
de mi fiebre
Al pie del frío de noviembre?”
(p.79)
Al volver a La Quinta Soledad, Ramón Francisco nos muestra el rumbo de una resistencia que lo lleva, lo conduce definitivamente hacia la muerte:
“Mi rostro se apoyó en el vacío.
La luz quedó carbonizada 
en mi palabra.
Sentí sobre  mis piernas 
el ángel que dormía
pero quedé rendido
y las pupilas rotas?.”
(p.84)
El caminante se revela en este caso para lograr reconocer su propia decisión:
“diseminé en el aire
y en el camino
me tendí al lado de la noche, 
llorando.
Rumbo.
Lo que tenemos que sufrir, sufrimos”.
(p.85)
En un libro titulado Más allá de este mundo, el historiador de las religiones de origen rumano y ya desparecido Ioan P. Couliano, refiriéndose a nuestro espacio mental desde la visión del universo, nos ha revelado lo siguiente:
“Aun si describimos nuestro espacio mental, incluso toda su extraña “sustancia mental”, como un universo completo que existe en paralelo con el mundo percibido como exterior a nosotros, hasta cierto punto los dos aun dependen el uno del otro: el mundo exterior no podría existir sin el universo mental que lo percibe y, a su vez, este universo mental pide prestados sus imágenes a las percepciones.” (Ioan P. Couliano: Más allá de este mundo, Ed. Paidos-Orientalia, Barcelona, 1993, p.22).
El viaje a través de tierras, paraísos, purgatorios e infiernos que nos explica Couliano, sucede no sólo en las culturas religiosas de Oriente y Occidente, sino también en aquellos espacios de la imaginación que se descubren en la mirada poblada de signos, símbolos, fantasmas y demonios de la creación literaria.
Mediante una fundación imaginaria, Ramón Francisco propició aquella pelea simbólica  instruida en el fundamento mítico, poético y antropológico de La Patria Montonera y pronunció desde  el poema un tiempo de la rebelión metafísica en Las jóvenes ideas y Las superficies sórdidas, que debemos tener en cuenta al momento de proponer un estudio sobre su obra que queremos rescatar del olvido y re-situarla en este nuevo tiempo de la historia y la memoria.


lunes, 18 de septiembre de 2017

LA TIERRA CLAMA, LA TIERRA LLORA.

 

                                    Pintor: Willfrido Velázquez Gómez (Dominicano)



SORDERA DEL DIALOGO

Cuando los lideres juegan al poder, la gran mayoría pierde.

Pues sería de gran aporte jugar a la vida.

 

 Revolotean los pájaros

sobre el río que agoniza,

peregrinaciones de árboles

hacia el último estanque del razonamiento,

los planetas se alinean en oración permanente.

Hay hombres enmascarados respirando odio,

el oxígeno se diluye,

el monóxido: dueño y señor

de otra raza,

de otro hombre,

de otro yo,
de  humanos moribundamente vegetales 

 

Revolotean los cadáveres,

no sé si de animales,

no sé si de hombres,

no sé si de mutantes,

pero revolotean,

revolotean sobre las grandes chimeneas

de estos cementerios,

de hierros y estiércol,

ojos homicidas, juegan al dolor,

y en el zigzaguear del dialogo,

lenguas extrañas,

contaminan la razón.

 

 ANATOMÍA DEL AGUA

 Yo;

Habitante fecundo

del vientre mágico de las nubes,

me deslizó sutilmente entre las montañas,

jugueteo entre los valles,

recorro los campos.

Soy amante insaciable del fuego,

sangre transparente de los dioses.

 

Voy en silencio,

de escaramuza en escaramuza,

es de parecer que me odian, que no me aman,

cuando yo soy;  la única razón de su existencia,

están ahí, quieren adueñarse de mi libertad,

indigentes ruiseñores, resoplar de libélulas,

horizonte invadido de carnes podridas.

 

Yo; agua,

ermitaño, vértebra marginal del universo,

hijo póstumo de la tierra y el cielo,

ellos; nómadas que beben mi sangre.

Los árboles me llaman,

resuenan acacias en  mi piel,

tránsfugas reflejos huyen de la luna,

el río agoniza en un c/c del tiempo,

el horror de las manos, enlutase el corazón

 

 CANTO A LA MONTAÑA

 Ahí está ella, la montaña,

coronada de nubes, habitada

por relámpagos y deidades, imponente

horizonte de una ciudad que duerme.

Más allá, ellos; no creo que sean humanos,

tal vez sean mutantes, pretenden

herir la montaña, desangrarla hasta beber

su último mineral.

 

Ahí ella: la montaña,

máquinas roncando en sus laderas,

olor a guayabas y naranjos,

y ellos, los humanos -perdón, los mutantes-

enfilando sus garras rumbo al último

bastión, donde las luciérnagas erigen

la textura de un sueño.

 

Allá, ellos,

no derraman lágrimas, son mutantes.

Aquí la montaña, volcán de vida, río infinito de luz.

Y los humanos, ¿dónde están?,

quizás dormidos, enterrados,

tierra de llantos y olvido.

 

 CONTAMINADO

 

Está lloviendo

                          en la profundidad del mar,

 peces voladores

                               en su osadía intentan

                                                                       tocar el cielo.

Contaminadas y plásticas nubes

                                                       los ahuyentan,

y con tan solo un trozo de sueño,

                                                         vuelven  a su refugio liquido

                                                                                                              a llorar el universo. 



REDUCTO DE ESPERANZA

 

Un esqueleto ahogado

                                     en sus lágrimas,

huellas de una civilización

                                    sin memoria.

La tierra clama por agua,

                                   el cielo clama por nubes,

las aves claman por viento,

                                    y en una burbuja de oxigeno

ellos claman por muerte,

                                             todo es desolación

no hay otro hogar que habitar,

                                        un espejismo se burla

de nuestra sedienta utopía,

                                               es hora de abortar

solo queda un susurro de odio,

                                      el tragaluz a sucumbido ante su propia oscuridad.










Alfonso Caraballo, por el camino del silencio.

         Alfonso Caraballo, por el camino del silencio.  Por. Fausto Aybar "Liz" El blog Espejos y Sombras, en su búsqueda del...