OTRA VEZ, CIENFUEGOS
Vuelven a revolcarse las ánimas aquí en Cienfuegos,
el siervo que era de Dios, ahora va rumbo al infierno, sus manos
han marchitados las primeras rosas de Abril, sus labios
han infectados de fantasmas las fantasías de los niños de Cienfuegos.
Corren despavoridas las oraciones, él se atrinchera en su larga e incisiva mentira,
Cienfuegos reclama justicia, el púlpito asombrado llora,
la carne desgarrada rebota como eco en el crucifijo dormido.
Hay unos barrotes hechos de gritos para el infractor, no hay más
condena que excomulgarlo. Es aquí Cienfuegos, tierra de nadie,
caverna llena de excrementos. El violador insinúa perdón, los niños
caminan despalda al sol; es tanta la inmoralidad, que los versículos
atónitos desfallecen, mas el siervo, emerge en su plumaje de cuervo.
Vuelve el dolor a las calles de Cienfuegos, vuelve Cienfuegos a la mudez
dilatada de las noches.
Fausto Aybar.
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sábado, 23 de octubre de 2010
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