ELEGÍA
DEL VIENTO
A MI PADRE
FAUSTO ANTONIO
AYBAR LIRIANO.
1938 - 2015
(Hay tanto silencio,
que desde el alba al ocaso, puedo escuchar tu voz)
Desnudo
no estoy,
desnudo
nunca estaré,
por
borbotones del tiempo
mi
piel vestida está,
un
manantial de lágrimas irriga
las
noches, se sumergen
los
sueños en el horizonte.
Y
tú, padre,
en
tus brazos de acero
llevas mi dolor,
lleva
tu sonrisa,
fértiles ángeles,
stent
que resucita,
este
débil corazón.
Desnudo
no estoy,
vestido
siempre estaré.
Hay
mariposas y luciérnagas
desfilando
por los senderos
multifloras
del alba,
la
lluvia, ser inagotable de vida,
pétalos,
néctar y polen
se
adueñan del viento,
en
el mar las olas dibujan la ternura de los días.
Y
yo, sueño tu partida,
y
tú, vives en mi silencio,
languidez de otoño en mi aliento,
regurgitar
de melodías, en los labios eternos
de
la primavera.
Desnudo
no estoy,
silente
siempre estaré,
sinfónicas
miradas,
vastedad
del viento
en
el palpitar de seres imperfectos.
Vengo
a ti,
tú
siempre en mí,
mi
legado, tu rostro,
mi
única herencia medular, tu sonrisa,
indeleble
firma de una historia,
donde
las aguas del aire
son
testigos uniformes de mi llanto.
Desnudo
no estoy,
en
ti, siempre estaré,
relámpago
que corre por mis venas,
olor
a distancia que nos acerca,
reloj
envejecido por el clarín
de
tus ojos milenarios.
Las
paredes nos hablan,
yo
te llamo desde ellas,
tú
te desplazas en mi sueños,
en
mi voz, corredizo de silabas,
donde
los vigías se inmola al viento,
donde el trueno ahoga el eco.
1 comentario:
Se me da muy bien lograda y sentida, amiga. Un gusto.
Abrazos
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