"Esta canción estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
la hallaron unos hombres que luego me la dieron
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla"
Franklin Mieses Burgos.
CALLE EL CONDE.
TOMOGRAFÍA DE UN CONTRACANTO
Tras esta sinfonía de
puertas corredizas que presagian la noche,
entre claustrofobicos transeúntes evaporándose
en la agónica
clandestinidad de un selfis.
Desde la clonación del
fantasma de un Machael Jackson
que aunque envejece no claudica,
tras las cuerdas
melancólicas de una guitarra
que alfabetiza los
niños de la marginalidad.
¡Si! , es ahí,
donde nace y resucita la poesía.
Nace, en el mudo micrófono
de la voz que clama,
entre los tatuajes que defecan sobre doncellas nocturnas,
en esta calle herida
de historia,
entre maniquíes que a aúllan por la inmolada lágrima,
en el respirar de unos
cuerpos enlodados de llanto.
Y vuelve, y resucita.
Entre los poetas
ebrios de soledad,
delirante especie del
verbo fallido,
En los mendigos de una
galaxia en coalición,
entre versos
itinerantes depositados en cuentas por cobrar.
en los idiomas que
sucumben ante la carne prohibida.
Mas, y vuelve a eructar,
en la catedral, escondrijo
donde los farsantes,
rapaces carnívoros,
comen el cuerpo de
Dios.
¡Oh, sí, tú, calle el
conde!
Madriguera en
metamorfosis,
ebullición de payasos
en sonrisas fétidas
transitar de
sonámbulos entre paredes magulladas de sangre,
pesado transpirar de
los fantasmas
¿Sabes tú?
Que bajo el manto de
esta luna agujereada de impuestos,
una deshuesada sombra,
duerme, su última hambre.
¿Lo sabes?
¿Lo sabes?
Fausto Antonio Aybar. U
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