El haiku un poema breve,
procedente de Japón, que surge en el siglo XVI, es un canto a la vida, es el
arte de la contemplación. El mentor de este estilo de escritura fue el maestro
Masho Basho, nacido en el año 1644. Su métrica en versos 5/7/5, donde también esta
precedido de reglas, si un versos tiene una palabra aguda acentuada o monosílaba
se suma una mora, si es esdrújula se resta una mora. Pero es importante decir, que muchas reglas han cambiado después de la declaración de Matsuyama en 1999, entre ellas: la regla metrica de 5/7/5, dando libertad al haijin en su haiku. Aquí un ejemplo del
maestro Basho: Este camino/ya nadie lo recorre/salvo el crepúsculo.
Lo sorprendente es: que
este estilo de creación poética teniendo V siglos de existencia, siga
generando millones de creaciones por poetas de todo el mundo, tanto nobeles, como iniciados. En la actualidad hay un boom, se esta escribiendo haiku en muchos idiomas, hay festivales, concursos, sociedades literarias en función de este poema breve, que hechiza a todo el que navega en la transparencia de lo contemplado.
Y la República Dominicana
no es la acepción, en quisqueya, los poetas también han regado como campesino la semilla del verso en
haiku por todo nuestro territorio. Dejamos algunos haikus de nuestros poetas.
Siempre tomando en cuenta que hay millares de saijines que desde el silencio,
día a día van recolectando desde el asombro toda la magia del haiku.
El camino se recoge.
En la mirada: nos abrasa,
el horizonte.
Alexis Gómez Rosa.
La noche me mira
con millones de ojos
acusadores
Rafael Abreu Mejia
Cae la hora
la gota de rocío
salta en llama
Basilio Belliard
Las hojas secas
arrastran la memoria
de la tempestad.
Tomás Castro Burdiez.
Aquel lugar sencillo
donde los lagartos
llevan agua a los muertos
Dionisio López Cabral
Ola tras olas
el mar tiñe de sales
el cielo entero
Luis Reynaldo Pérez
No es una mariposa
es tu sonrisa
volando hacia el jardín
Pedro Paulino
Un ibis rojo
que viaja en la brisa
escapa del sol
Domingo Acevedo.
Amor de verano
isleño y salvaje
late siempre en mí
Adolfo Duluc
Fijo en el tiempo
el amor deja una herida,
de duendes y navíos.
Plinio Chahin
Terraza arriba
con multitud de estrellas
está la noche
Rafael García Bidó
Mordiendo ramas
los pájaros del norte
se disecaron
Hermes de Paulas
Jadea la noche
danzan las luciérnagas
un hombre grita
Valentín Amaro
La salamandra
con el sol de la tarde
mueve su sombra.
Alfonso Caraballo.
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