En el nido del ilusionista
La ciudad desprendiéndose del tumulto sofocante de la semana, el correr de los niños entre semáforos y semáforos, una noticia recorre los diarios, ha llegado el gran señor, el que cabalga entre ciber espacio y la melancolía de la periferia del barrio de atrás, el que tan solo con una sonrisa podría atraparnos en su red de telaraña. Quien diría que por la noche los fantasmas se acuestan a nuestro lado y nos acarician el vientre sin reparar en el llanto, es que todo estamos en plegaria permanente y las señoras de la iglesia oran sin saber cuantos muertos esconde la historia en su memoria…
Al parecer en la oficina del gendarme ha llegado una visita, esta muy bien vestido, esperando que su vestuario sea acomode a su dote de intelectual, todo murmuran. Entre los pasillos una servidumbre comenta, será el gran notable de la ciudad perdida, o quizás unos de esos que llegan a la ciudad en busca de un ángel para hacer fortuna, sin saber que en los diarios es la gran noticia del día o quizás de toda la historia de nuestras miseria, comienza a hurgar entre papeles invadidos de polillas, adivinar letras que el mecanógrafo del plantel se comió en unos de esos almuerzos clandestinos.
Ayer vi. pasar al señor gendarme, rodeado de señoras y señores, lucia un traje confeccionado por el ilustre don pepe popo, en momento parecía que su piel se desprendía de sus huesos, todo reían hasta la locura y Yam el limpiabotas del barrio no comprendía por que tanto alboroto, pero en su ignorancia pudo notar que el invitado del señor gendarme tenia los zapatos polvazos y mientras todos callaban el se arrastraba en la risa de los olvidados, en su mente pasaban infinitas lubricaciones sobre quien era nuestro invitado, una sombra vestida de color mostaza se le acercó y dijo basta de tanta risa, no ves que ha llegado el progresos a tu miserable vida, cual, el es el progreso, ese es un vendedor de sueños. Mientras la multitud vociferaba, el día se tono oscuro, alguna sillas destartaladas teñían las camisas de los invitados de un color hambriento.
Me había dicho el gallo Peralta, un hombre de valor incuestionable, que en sus años mozos fue un combatiente de la guerra de pueblo agrio, y hoy espera pacientemente en su mecedora una pensión que hace años le pertenece, que todo hablan lindo que se cortan los bigotes para modular los gestos y convencer al pueblo con sus discursos llenos de palabras huecas, parece como sino dieran un brebaje de raíces de los árboles que pueblan el infierno. Parece que las nubes se pusieran de acuerdo para atrofiar el monologo del invitado y callar tantas mentiras con la sutileza de la lluvia y los truenos, alguien echo a correr y entre los tintes diluidos de algunas señoras que habitan en la avenida del ensueño, me pareció oír gritar un niño, tan solo fue el señor pepe popo que con su poco dotes varonil huía de la bendición de la lluvia y el despojo de este discurso maratónico.
Esta lluvia no cesa, los gatos y los perros han hecho una tregua, han decidido compartir el cojín que herméticamente cuidaba lulu. Doña Tere la matrona del barrio de atrás se pronuncio en la tertulia sabatina del café y dijo, este temporal va hacer largo porque mis reumas me llega hasta la quijada, hace diez años que sentí lo mismo dolores y quince día de lluvia y relámpagos fueron suficiente para llenar este pueblo de penuria o quizás mas penuria. En el noticiario pasaban escena como salida de una película las casas inundadas, los ríos reclamando todo las tierra que le pertenecía desde el inicio del inicio, latas de leches, algunos rollos de papel, sardinas, arroz, ese era el señor gendarme siempre recordándose de los hijos de nadie, don gallo Peralta en su mecedora tocándose la nariz exclama, una dadiva mas del señor gendarme y sus grupos de vendedores de sueños, pues todo tiene una razón de ser, clavos para el carpintero y mocha para el labrador.
En la cena de beneficencia los preparativos estaban todo listo, una vez mas pepe popo se encargaba del vestuario de los invitados parecía una fiesta de carnaval, lentejuelas, joyas de la más fina colección de la selva brasileña, zapatos de pieles sintéticas de Italia, esto era un cuento de hada, comidas a granel, perfume y música importada de uno de los anillos de saturno. Entre la confusión el señor gendarme a pareció con su invitado de honor, Mr hoppin, hombre alto, misterioso de porte ingles tan lucido que las letras le brotaban por los cabellos, una fluidez al hablar, todo quedaban boca abierta ante tal alocución, pero era algo que poco se detenían a reflexionar, porque siempre los zapatos polvazos algo que intrigaba a doña Tere y al limpiabotas del barrio de atrás. Pero me dijo tita guara que los hombres lucidos no son los hombres mas honesto, porque si son los mas hábiles.
Ha llegado el otoño a la ciudad, los árboles de almendras y guayabas parecen como recién nacido tocado por la lujuria del viento, en la esquina del barrio un juego de domino nos alivia el hambre. Es que en el trópico todas las estaciones nos parecen iguales, a veces confundimos primavera con el invierno, los repentinos aguaceros nos alejan de las reuniones familiares y laborales, porque el trópico se desplaza en muestro sueños sin tapujos ni comparsa. Me pareció oír a doña Tere con tos de mula, esta quebrantada, tiene varios día que sus paseos son de la cama a la cocina para ser una tisana, de esa que curan hasta la mala suerte.
La voz tronaba, las palomas del parque central volaban despavoridas, una anciana que salía del templo pregunto ¿quien es ese que brama como rinoceronte asustado , nadie respondió, pero era Mr Hoppin dialogando con los intelectuales del árbol de framboyán, también llamado los peñitas del maletín, todo transcurrió entre palabras de diccionarios y los libros polvorientos que Mr Hoppin había traído de la ciudad desconocida, eran esos libros que guardaban todo el secreto de la sabiduría divina. En la ultima calle del barrio alguien asechaba al caer la noche, era don pepe popo detrás de los servicio de los hombres que se vestían de mariposas, quien podría creer que tan ilustrado señor mordía la mugre con tan solo un gemido.
Eran la cinco de la tarde cuando el señor gendarme tomaba el te, en el televisor una noticia triste, don pepe popo famosos diseñador fue asesinado por unos mozalbetes que sin mirar su bondad le perforaron el vientre y se bebieron su sangre como perros que lamen su odio. Este sudaba, algunas lágrimas invisibles se desprendían de su mejilla agrietada por el tiempo, hizo llamar al señor cura que en ese momento le perdonaba todas las culpas futuras a su querida amiga mariposa, del barrio de atrás. Quien a recibido las condolencias y ramos de flores que para fines de protocolo que el señor gendarme a mandado, porque tan solo hasta aquí a llegado el señor cura, gallo Peralta y doña Tere para oír los gritos de unas señoras que nunca habían vivido por aquí y se llenaban los ojos de saliva para fingir sus lagrimas.
Han pasado cinco años y alguien se le ocurrió celebrar el cabo de año del señor pepe popo, doña Tere exclamo en su tertulia sabatina, esa cruz ya no es cruz, solo hierva, los hombres de sacos están muy ocupado en las cifras y las estadísticas de algunos patrones que nunca han bebido un escoses en sosiego, al parecer se avecina una debacle del bolsillo. En su oficina adyacente a la del señor gendarme esta ubicado Mr Hoppin, columnas de papeles le adornan el rostro y el con lente en mano busca minuciosamente una cuchara para mover su café. Es tarde, como siempre las noches son noches porque las bombillas de las calles nunca están encendidas, al otro lado de la ciudad suenan las sirenas, alguien es timado sin pudor y Mr Hoppin en su oficina hace la última observación a la gran lista de voluntarios fiscales. La brisa de navidad nos llena de nostalgia, los tarantines de la plaza están adornados de aguinaldos y frutas, algunos viajeros disfrutan de la última estocada del mar, en la sala de espera se vislumbra un hombre alto, con zancada de soñador, parece tener mas prisa que lo que ya no están, es Mr Hoppin que va de viaje a la ciudad desconocida, tendrá alguien que lo espere, algún mueble viejo o quizás una silla rota postrada en el jardín. Pero al sentarse en la banca de espera cruzo las pierna y todo notaron que los zapatos aun estaban sin lustrar.
Seguidores
lunes, 13 de octubre de 2008
viernes, 10 de octubre de 2008
LA ABUELA, RUMBO AL CHARCO.
Cuando los indios poblaban el charco
En las aguas turbias del arroyuelo, unos renacuajos chapotean entre los rayos de luces que se escapan de las heridas de estos árboles centenarios. Mas allá del despeñadero está el charco, al frente, el misterioso árbol de javilla que ha permanecido silencioso como si fuese testigo de una historia olvidada. La abuela esta en la cocina junto al fogón, dos jarros enganchados para sacar agua de la tinaja, una voz que resuena en la lejanía , quien será, es tío Enriquillo que viene del conuco vociferando a los perros que perseguían un hurón que hace tiempo se esta comiendo las gallinas de tita guara. Por el sendero donde se llega al rió, siempre esta adornado de flores, las ciguas y los carpinteros hacen nido en las ramas secas, al parecer la familia va a crecer.
En el cuarto de dormir las poncheras están en su lugar, el rosario, un retrato de un santo que alivia el dolor, la abuela sigue arrodillada frente al altar, una lumbrera hecha de aceite y algodón, el bohío se llena de plegaría y entre los setos resuenan las ultimas silabas del padre nuestro, todo sigue en calma la noche es mas densa cuando la luna esta de picara conquistando un cometa. Ayer cuando tomaba el café para ir a trabajar al conuco el abuelo preparaba un cigarro con hoja de naranja agria porque según el, aunque es un placer, alivia los dolores de cabeza. Esta hiervas crecen rápido los cafetales están en sus primeras flores, la abundancia se avecina, en forma glorificante expreso tío Herniquillo con un gran trozo de caña en la boca. Al parecer los perros han olfateado un animal extraño, ladran de una manera inusual, los campesinos en el conuco se persignan no importa lo temprano que sea.
Alla en el sendero donde los árboles se visten de moho, las mariposas se posan en la frialdad de la niebla, corren los caballos cargando sus alganas, pisoteando cada sueño que se oculta entre las brechas de los bohíos y ahí esta Tita guara barriendo la enramada con su escoba de tiriguillo, un titi de los niños hace reunir las gallinas que estaban escarbando para alimentar sus polluelos con algunas lombrices. Aun se oyen los perros ladrando a la distancia, parece no cansarse, en el patio el correteo de los niños ahuyentan las ciguas que se posaban en el guayabal.
La abuela, Mama malita, siempre dormía en el lado izquierdo y a orilla de la cama, parecía una de esas vírgenes que fueron disecados en los tiempos de la inquisición, en sus largos sueños por momentos parecía no estar en la habitación. Corrían los duendes por aquel largo sendero que llevaba al charco y jugueteando entre la maleza de los árboles llevaban a la abuela de las manos como si fuera ave en escapada o caballo al trote entre la neblina. Nunca la abuela hablaba de tan misterioso sueño, se atrincheraba en su mecedora de guamo y al pasar las horas repasaba lentamente su sueño sin espacio para las dudas ni los olvidos. Como siempre en la barbacoa hay un plato de comida para cualquier visitante que pase frente al bohío no importando si esta o no hambriento, son la cinco de la tarde es hora del café, esta de visita por acá tita Mayompa, especialista en el arte de cocer, a recorrido un largo trayecto para llegar hasta el bohío, tita guara comenta están floreciendo los mangos, comadre esa mata que esta frente al camino da los mangos mas dulces de la vereda.
Unas nubes oscuras se ciñen en el horizonte, los pájaros se alborotan, su vuelo de un lado a otro nos dice que mayo esta más cerca, que lo pronosticado por nuestros huesos ya cansados, los nidos están terminados, los pájaros se ocultaran de los relámpagos y truenos que no trae mayo en su vientre, en los caños del bohío las primeras aguas son benditas, la abuela se moja el rostro para que los espíritus abandonen por momento sus guaridas en las empalizadas. De tantas aguas sean llenado los caminos de lodos, los ruedo de los pantalones pesan como pesa la historia en nuestros hombros, en una esquina del bohío el abuelo inclina una silla, toma la postura de un poeta y mira la lluvia caer, escaparse entre las hojas del cafetal.
Por fin la abuela rompe con ese silencio que parece había llevado por siglo entre sus labios, era uno de esos día, después de una intensa lluvia, a la melodía del pilón donde se machaca el café, ella comenta, estenio largos sueños, sueños donde los indio que pueblan el charco me llaman y a veces me tocan, ese charco lleno de oro y diamantes, lleno de orquídeas flamantes, esos indios vestidos como reyes incas, con el pelo tan largo como un arco iris engendrado en la última estación del delirio. Han emergido, hemos hablados, no se en que lengua pero lo hemos hecho, me han ofrecido ser la reina de su charco y ser protegida por el gran árbol de jabilla. Y no se porque cuando los gallos cantan toda esta magia se dilata y me veo frente al fogón atizando algunas brazas.
En el patio se oyen caer los aguacates de la protegida mata del abuelo, al parecer los trozos de yuca los acompañaremos con manteca de cerdo, que aunque no es carne tiene un buen sabor, todo a transcurrido entre el ir y venir de la abuela de la cocina al bohío, las habichuelas no necesitan mas especia que ajo y cilantro o quizás un grano de sal para asentar el gusto. Y quien ha mirado a la distancia, y descubrir que entre los cafetales hay algunas sombras al asecho, ojos fosforescentes que al constratar con algunos rayos de sol nos dejan el alma intoxicada de miedo. Es casi otoño, los árboles se desnudan, como se desnudan los girasoles al postrarse en el silencio, en el charco los indios esperan a la abuela, que algún día a de llegar de ese largo sueño que por sacos de siglo le ha infectado los parpados, que en el lado izquierdo de la cama aún el frió de los rincones no ahuyenta a las luciérnagas, esas luciérnagas que mueren en las lenguas de las salamanquesas.
Fausto Aybar
En las aguas turbias del arroyuelo, unos renacuajos chapotean entre los rayos de luces que se escapan de las heridas de estos árboles centenarios. Mas allá del despeñadero está el charco, al frente, el misterioso árbol de javilla que ha permanecido silencioso como si fuese testigo de una historia olvidada. La abuela esta en la cocina junto al fogón, dos jarros enganchados para sacar agua de la tinaja, una voz que resuena en la lejanía , quien será, es tío Enriquillo que viene del conuco vociferando a los perros que perseguían un hurón que hace tiempo se esta comiendo las gallinas de tita guara. Por el sendero donde se llega al rió, siempre esta adornado de flores, las ciguas y los carpinteros hacen nido en las ramas secas, al parecer la familia va a crecer.
En el cuarto de dormir las poncheras están en su lugar, el rosario, un retrato de un santo que alivia el dolor, la abuela sigue arrodillada frente al altar, una lumbrera hecha de aceite y algodón, el bohío se llena de plegaría y entre los setos resuenan las ultimas silabas del padre nuestro, todo sigue en calma la noche es mas densa cuando la luna esta de picara conquistando un cometa. Ayer cuando tomaba el café para ir a trabajar al conuco el abuelo preparaba un cigarro con hoja de naranja agria porque según el, aunque es un placer, alivia los dolores de cabeza. Esta hiervas crecen rápido los cafetales están en sus primeras flores, la abundancia se avecina, en forma glorificante expreso tío Herniquillo con un gran trozo de caña en la boca. Al parecer los perros han olfateado un animal extraño, ladran de una manera inusual, los campesinos en el conuco se persignan no importa lo temprano que sea.
Alla en el sendero donde los árboles se visten de moho, las mariposas se posan en la frialdad de la niebla, corren los caballos cargando sus alganas, pisoteando cada sueño que se oculta entre las brechas de los bohíos y ahí esta Tita guara barriendo la enramada con su escoba de tiriguillo, un titi de los niños hace reunir las gallinas que estaban escarbando para alimentar sus polluelos con algunas lombrices. Aun se oyen los perros ladrando a la distancia, parece no cansarse, en el patio el correteo de los niños ahuyentan las ciguas que se posaban en el guayabal.
La abuela, Mama malita, siempre dormía en el lado izquierdo y a orilla de la cama, parecía una de esas vírgenes que fueron disecados en los tiempos de la inquisición, en sus largos sueños por momentos parecía no estar en la habitación. Corrían los duendes por aquel largo sendero que llevaba al charco y jugueteando entre la maleza de los árboles llevaban a la abuela de las manos como si fuera ave en escapada o caballo al trote entre la neblina. Nunca la abuela hablaba de tan misterioso sueño, se atrincheraba en su mecedora de guamo y al pasar las horas repasaba lentamente su sueño sin espacio para las dudas ni los olvidos. Como siempre en la barbacoa hay un plato de comida para cualquier visitante que pase frente al bohío no importando si esta o no hambriento, son la cinco de la tarde es hora del café, esta de visita por acá tita Mayompa, especialista en el arte de cocer, a recorrido un largo trayecto para llegar hasta el bohío, tita guara comenta están floreciendo los mangos, comadre esa mata que esta frente al camino da los mangos mas dulces de la vereda.
Unas nubes oscuras se ciñen en el horizonte, los pájaros se alborotan, su vuelo de un lado a otro nos dice que mayo esta más cerca, que lo pronosticado por nuestros huesos ya cansados, los nidos están terminados, los pájaros se ocultaran de los relámpagos y truenos que no trae mayo en su vientre, en los caños del bohío las primeras aguas son benditas, la abuela se moja el rostro para que los espíritus abandonen por momento sus guaridas en las empalizadas. De tantas aguas sean llenado los caminos de lodos, los ruedo de los pantalones pesan como pesa la historia en nuestros hombros, en una esquina del bohío el abuelo inclina una silla, toma la postura de un poeta y mira la lluvia caer, escaparse entre las hojas del cafetal.
Por fin la abuela rompe con ese silencio que parece había llevado por siglo entre sus labios, era uno de esos día, después de una intensa lluvia, a la melodía del pilón donde se machaca el café, ella comenta, estenio largos sueños, sueños donde los indio que pueblan el charco me llaman y a veces me tocan, ese charco lleno de oro y diamantes, lleno de orquídeas flamantes, esos indios vestidos como reyes incas, con el pelo tan largo como un arco iris engendrado en la última estación del delirio. Han emergido, hemos hablados, no se en que lengua pero lo hemos hecho, me han ofrecido ser la reina de su charco y ser protegida por el gran árbol de jabilla. Y no se porque cuando los gallos cantan toda esta magia se dilata y me veo frente al fogón atizando algunas brazas.
En el patio se oyen caer los aguacates de la protegida mata del abuelo, al parecer los trozos de yuca los acompañaremos con manteca de cerdo, que aunque no es carne tiene un buen sabor, todo a transcurrido entre el ir y venir de la abuela de la cocina al bohío, las habichuelas no necesitan mas especia que ajo y cilantro o quizás un grano de sal para asentar el gusto. Y quien ha mirado a la distancia, y descubrir que entre los cafetales hay algunas sombras al asecho, ojos fosforescentes que al constratar con algunos rayos de sol nos dejan el alma intoxicada de miedo. Es casi otoño, los árboles se desnudan, como se desnudan los girasoles al postrarse en el silencio, en el charco los indios esperan a la abuela, que algún día a de llegar de ese largo sueño que por sacos de siglo le ha infectado los parpados, que en el lado izquierdo de la cama aún el frió de los rincones no ahuyenta a las luciérnagas, esas luciérnagas que mueren en las lenguas de las salamanquesas.
Fausto Aybar
jueves, 21 de agosto de 2008
EVA, BUSCANDO EL MAR
Eva, Buscando el Mar
Quién ha dicho
que ella nunca ha visto el mar,
burbujas marinas asediando sus sueños,
aromas de sirenas adheridas a su piel,
fabulas de piratas y duendes naufragando
en el silencio oblicuo de su eco.
Quién ha dicho
que ella nunca ha visto el mar,
cuando el mar habita entre sus ojos
de doncella taciturna, cuando de su vientre
emergen voces de barcos fantasmas.
Tal vez nunca ha visto el mar,
nunca ha tocado el silencio de sus olas
nunca ha acariciado la sutileza de su aliento,
y que, de esos poetas que hicieron del mar su tumba,
y a pertrecharon de sal su llanto.
Por qué llorar,
si ella nunca ha visto el mar,
cuando el mar corre vorazmente entre sus
labios y desmenuza en la calidez del trópico
todo el encanto de su tristeza.
Quién ha dicho
que ella nunca ha visto el mar,
cuando el mar dibuja en su sexo
anémonas fosforescentes, cuando de su lengua
brotan anclas invisibles y palabras olvidadas.
Si, por qué decir que ella
nunca ha visto el mar, cuando el mar
está entre sus ojos, cuando sus ojos son
deshojados por el mar.
jueves, 7 de agosto de 2008
Puertas
Puertas
Y de momentos esas puertas,
puertas donde los ángeles muerden sus orgasmos,
donde la fantasía de los arco iris se inmutan ante
la llegada de una llovizna invisible que golpea los siglos.
Y la he cruzado sin pretender
aniquilar lunas y luciérnagas, tan solo son puertas,
puertas corroídas, quizás olvidadas, llenas de sueños y fantasmas,
interpelando reptiles de esta ciudad devastada.
Y esas puertas, perforadas de ausencia,
lánguidas, retorciéndose entre sus sombras,
ultrajando vientres entre globos blancos,
por que son puertas devoradas por el silencio musical de mi silencio,
por que tan solo son puertas, las puertas del alma.
Liz
Y de momentos esas puertas,
puertas donde los ángeles muerden sus orgasmos,
donde la fantasía de los arco iris se inmutan ante
la llegada de una llovizna invisible que golpea los siglos.
Y la he cruzado sin pretender
aniquilar lunas y luciérnagas, tan solo son puertas,
puertas corroídas, quizás olvidadas, llenas de sueños y fantasmas,
interpelando reptiles de esta ciudad devastada.
Y esas puertas, perforadas de ausencia,
lánguidas, retorciéndose entre sus sombras,
ultrajando vientres entre globos blancos,
por que son puertas devoradas por el silencio musical de mi silencio,
por que tan solo son puertas, las puertas del alma.
Liz
jueves, 17 de julio de 2008
Desnudez
Desnudez
He
planificado tu muerte
como planifican las golfas
una migaja de amor en
noche de oprobio.
He
planificado tu vuelo
sin saber si aún queda
espacio para tu libertad .
He
planificado tantas cosas,
que he visto crucifijos rotos
ahogándose en lágrimas, y mariposas vigías
camuflaje hadas de lodos
He
planificado tu olvido
entres mares de espejos, y a escondida,
entres los edificios poblados de reptiles desnudos.
He
planificado tu llanto
sin saber si aún el corazón
palpita brevemente en la oscuridad de mis ojos.
He
planificado tanto,
que los habitantes humedos que habitan en mi lengua
solo lloran tu aliento,
solo duermen y mueren en el viento.
Liz
He
planificado tu muerte
como planifican las golfas
una migaja de amor en
noche de oprobio.
He
planificado tu vuelo
sin saber si aún queda
espacio para tu libertad .
He
planificado tantas cosas,
que he visto crucifijos rotos
ahogándose en lágrimas, y mariposas vigías
camuflaje hadas de lodos
He
planificado tu olvido
entres mares de espejos, y a escondida,
entres los edificios poblados de reptiles desnudos.
He
planificado tu llanto
sin saber si aún el corazón
palpita brevemente en la oscuridad de mis ojos.
He
planificado tanto,
que los habitantes humedos que habitan en mi lengua
solo lloran tu aliento,
solo duermen y mueren en el viento.
Liz
viernes, 4 de julio de 2008
Destierro
Yo
quise soñarte ave
pero me sorprendio
la aurora queriendo emigrar
hacia aquellos sueños abatidos
por los recuedos
Quise soñarte luna
pero el universo se llenó
de planetas en coalición
y en el infortunio del cosmo
se destartalaban los besos.
Quise soñarte cielo
o quizas espacio, pero las nubes
se dislocaron formando paises extraños
con habitantes atonitos.
Quise soñarte feliz y estaba triste
tal vez quise soñarte palabra
y moría entre sílabas extrañas.
Quise soñarte sercana
y me arropó la distancia
por eso quise soñarte toda
y a la vez nada
o quizas quise soñarte
tiempo y te quedaste divagando
entre jardines muertos.
Liz
quise soñarte ave
pero me sorprendio
la aurora queriendo emigrar
hacia aquellos sueños abatidos
por los recuedos
Quise soñarte luna
pero el universo se llenó
de planetas en coalición
y en el infortunio del cosmo
se destartalaban los besos.
Quise soñarte cielo
o quizas espacio, pero las nubes
se dislocaron formando paises extraños
con habitantes atonitos.
Quise soñarte feliz y estaba triste
tal vez quise soñarte palabra
y moría entre sílabas extrañas.
Quise soñarte sercana
y me arropó la distancia
por eso quise soñarte toda
y a la vez nada
o quizas quise soñarte
tiempo y te quedaste divagando
entre jardines muertos.
Liz
Veneno del holocausto
He
tocado unos labios
que nunca debi de tocar,
veneno del holocausto
para una risa inmortal.
He
dormitado entre brazos
de liendras y de sal,
vientos de un sueño
para un dolor sepulcrar.
Liz
tocado unos labios
que nunca debi de tocar,
veneno del holocausto
para una risa inmortal.
He
dormitado entre brazos
de liendras y de sal,
vientos de un sueño
para un dolor sepulcrar.
Liz
Memoria
Un día despertaré
y encontraré la noticia
esparciendoce como musgo
sobre la tierra,
y la sombra no sera tu sombra,
sera el cielo.
Grandes columnas de unicornios
florecerán bajo tus ojos
pasarán los siglos y
estarán ahí, intangibles, llorando
tus sueños.
Un día despertaré
y entre mis venas
correrá tu nombre,
de mis labios brotarán duendes
y sirenas, mas de tu cielo
la luz del universo.
y encontraré la noticia
esparciendoce como musgo
sobre la tierra,
y la sombra no sera tu sombra,
sera el cielo.
Grandes columnas de unicornios
florecerán bajo tus ojos
pasarán los siglos y
estarán ahí, intangibles, llorando
tus sueños.
Un día despertaré
y entre mis venas
correrá tu nombre,
de mis labios brotarán duendes
y sirenas, mas de tu cielo
la luz del universo.
Angel
Ángel
Ángel
labios que se abrazan,
se disecan, que emergen
entre las lluvias de los sueños,
arco iris de ceniza liberando colores,
musgos de los siglos desterrando la piel,
luciérnagas que habitan en la
oscuridad de tu aliento.
Ángel
sombras durmiendo sobre mi espalda,
fantasma escapando en mil batallas,
semblanzas de tiempos y mariposas,
infinita mudez que nos acorrala
Liz
Ángel
labios que se abrazan,
se disecan, que emergen
entre las lluvias de los sueños,
arco iris de ceniza liberando colores,
musgos de los siglos desterrando la piel,
luciérnagas que habitan en la
oscuridad de tu aliento.
Ángel
sombras durmiendo sobre mi espalda,
fantasma escapando en mil batallas,
semblanzas de tiempos y mariposas,
infinita mudez que nos acorrala
Liz
miércoles, 23 de abril de 2008
Ciudad de neón
Ciudad de neón
Una puerta de cristal
una luna de charol
una silla al entrar,
buenas noches señor
esta ruleta sin control
una falsa al amor
ocho negro, es usted un ganador
Una sombra en el andén
algunas pinturas, no se de quien
el cigarro
el ron
dos cibeles adornadas de neón.
Unos sueños que fórmicas la ilusión
más cartas, señor
o quisiera bailar con este
fantasma tricolor.
Ángeles que ladran
orgasmos de escapadas
esta maquina perfectamente diseñada,
preferiblemente un vodka señor
o algunas hojas que atrofian la razón.
Quisiera algo más señor,
otra copita de ron, estamos
cerrando por favor, un paquete
más, tres bolas para aliviar el dolor.
Un taxi
dos sombras derrotadas
el sol de la mañana
el alba ensangrentada
y en los burdeles y moteles
amores de pasadas.
Una puerta de cristal
una luna de charol
una silla al entrar,
buenas noches señor
esta ruleta sin control
una falsa al amor
ocho negro, es usted un ganador
Una sombra en el andén
algunas pinturas, no se de quien
el cigarro
el ron
dos cibeles adornadas de neón.
Unos sueños que fórmicas la ilusión
más cartas, señor
o quisiera bailar con este
fantasma tricolor.
Ángeles que ladran
orgasmos de escapadas
esta maquina perfectamente diseñada,
preferiblemente un vodka señor
o algunas hojas que atrofian la razón.
Quisiera algo más señor,
otra copita de ron, estamos
cerrando por favor, un paquete
más, tres bolas para aliviar el dolor.
Un taxi
dos sombras derrotadas
el sol de la mañana
el alba ensangrentada
y en los burdeles y moteles
amores de pasadas.
viernes, 4 de abril de 2008
Noviembre
Nunca he bailado
con las mariposas Noviembre,
sobre el desdén de las sombras
Noviembre esta dormitando,
cuán veloz es el silencio
si en las mañanas un arco iris
de neón se bifurca con el suave
aliento de las flores.
Y aquí como siempre,
un enjambre de soñadores
tratando de vomitar a Noviembre
y enterrarlo bajo sus uñas
que lloran miseria.
Cuantas ninfas corroídas
bajo la ausencia de Noviembre
y como si el cosmo se llenara de ruinas
filas de fantasmas convergen
entre las grietas de Noviembre.
Liz
con las mariposas Noviembre,
sobre el desdén de las sombras
Noviembre esta dormitando,
cuán veloz es el silencio
si en las mañanas un arco iris
de neón se bifurca con el suave
aliento de las flores.
Y aquí como siempre,
un enjambre de soñadores
tratando de vomitar a Noviembre
y enterrarlo bajo sus uñas
que lloran miseria.
Cuantas ninfas corroídas
bajo la ausencia de Noviembre
y como si el cosmo se llenara de ruinas
filas de fantasmas convergen
entre las grietas de Noviembre.
Liz
Plegaria del tiempo
El reloj se ha parado
a la nueve menos quince
desde hace un siglo,
la ciudad envuelta en el manto
mágico de la lluvia,
en los burdeles las orquídias
se orinan en nuestros sueños,
en el bus un repertorio de monólogos
se atrincheran para matar el discurso.
Y el reloj sigue ahí,
sucumbiendo ante el horror
de unos pederastas que se pasean
silencioso por el ciber- espacio
y en los dormitorios destruyen
raíces de tiempos lejanos.
El reloj parece dormir desde hace un siglo,
aquí todo callan, las paredes murmuran
hasta disecar el olvido,
de sombras y espejos se llenan los sueños
por que el reloj no ha muerto,
esta en silencio.
a la nueve menos quince
desde hace un siglo,
la ciudad envuelta en el manto
mágico de la lluvia,
en los burdeles las orquídias
se orinan en nuestros sueños,
en el bus un repertorio de monólogos
se atrincheran para matar el discurso.
Y el reloj sigue ahí,
sucumbiendo ante el horror
de unos pederastas que se pasean
silencioso por el ciber- espacio
y en los dormitorios destruyen
raíces de tiempos lejanos.
El reloj parece dormir desde hace un siglo,
aquí todo callan, las paredes murmuran
hasta disecar el olvido,
de sombras y espejos se llenan los sueños
por que el reloj no ha muerto,
esta en silencio.
Pequita
Pequita
Después que la noche
desmigaja mis sueños,
pesadillas pasan sobre
mis senderos, al llegar
una sombra lame mis manos
chiquita y tierna
traviesa e inquieta
por momento me inunda
el alma de quietud,
se adhiere a mi piel
como luciérnaga al silencio,
hace descomulgar a los fantasmas
que habitan en este cementerio
de orquídeas y rosas
Después que la noche
desmigaja mis sueños,
pesadillas pasan sobre
mis senderos, al llegar
una sombra lame mis manos
chiquita y tierna
traviesa e inquieta
por momento me inunda
el alma de quietud,
se adhiere a mi piel
como luciérnaga al silencio,
hace descomulgar a los fantasmas
que habitan en este cementerio
de orquídeas y rosas
martes, 1 de abril de 2008
Pequita
Después que la noche
desmigaja mis sueños,
pesadillas pasan sobre
mis sendero, al llegar
una sombra lame mis manos
chiquita y tierna
traviesa e inquieta
por momento me inunda
el alma de quietud,
se adhiere a mi piel
como luciérnaga al silencio,
hace descomulgar a los fantasmas
que habitan en este cementerio
de orquídeas y rosas.
_________________
LIZ
Volver arriba
desmigaja mis sueños,
pesadillas pasan sobre
mis sendero, al llegar
una sombra lame mis manos
chiquita y tierna
traviesa e inquieta
por momento me inunda
el alma de quietud,
se adhiere a mi piel
como luciérnaga al silencio,
hace descomulgar a los fantasmas
que habitan en este cementerio
de orquídeas y rosas.
_________________
LIZ
Volver arriba
lunes, 24 de marzo de 2008
Susurro De Fantasma
Susurro De Fantasma.
Ayer estuvo de visita
por acá, la aurora austral,
me invadió con su frío multicolor,
de silencio se llenaron las milicias
burbujeantes del insomnio,
parecía sucumbir ante la luz medieval
de algunas estrellas, mas todo permanecía
en mutismo ¿quién ha tocado mi puerta?,
si tan solo sombras me habitan.
Ayer en mis sueños encontré un huésped,
vestía blanco silvestre,
carcajadas de los siglos en su vientre,
en sus labios indelebles restrojos del tiempo.
Ayer estuvo por acá, un fantasma
que mordisqueaba mi aliento
con su llanto, mas no reí, tan solo callé,
mas una lágrima brotaba de su silencio.
Memoria
Un día despertaré
y encontraré la noticia
esparciendoce como musgo
sobre la tierra,
y la sombra no sera tu sombra,
sera el cielo.
Grandes columnas de unicornios
florecerán bajo tus ojos
pasarán los siglos y
estarán ahí, intangibles, llorando
tus sueños.
Un día despertaré
y entre mis venas
correrá tu nombre,
de mis labios brotarán duendes
y sirenas, mas de tu cielo
la luz del universo.
y encontraré la noticia
esparciendoce como musgo
sobre la tierra,
y la sombra no sera tu sombra,
sera el cielo.
Grandes columnas de unicornios
florecerán bajo tus ojos
pasarán los siglos y
estarán ahí, intangibles, llorando
tus sueños.
Un día despertaré
y entre mis venas
correrá tu nombre,
de mis labios brotarán duendes
y sirenas, mas de tu cielo
la luz del universo.
viernes, 25 de enero de 2008
Plegaria de amor
Surcando sobre los bordes
del delirio estan mis manos,
posado sobre mi píel
un ruiseñor entona una
breve canción de amor
y en el despliegue magistral
de su sonrisa caigo abatido
por fantasmas de colores.
Fausto Ant Aybar ( Liz )
del delirio estan mis manos,
posado sobre mi píel
un ruiseñor entona una
breve canción de amor
y en el despliegue magistral
de su sonrisa caigo abatido
por fantasmas de colores.
Fausto Ant Aybar ( Liz )
Amor y avatares
Amor absorbente
amor de continentes inundados
en aquellas noches de turbulentos pasado.
Amor absorbente
amor de eclipses prematuros
y lunas retorcidas
amor de metal, marmol y sombras.
Amor absorbente
amor abatido por cadenas ausentes
amor equilatero y pluscuamperfecto.
Amor absorbente
amor sin distancia
sin espacio
quizás callado
tal vez mutilado
amor de dialectos sbyugados
amor amado
amor atrofiado
amor absorbente y convulsionado.
Att. Liz
amor de continentes inundados
en aquellas noches de turbulentos pasado.
Amor absorbente
amor de eclipses prematuros
y lunas retorcidas
amor de metal, marmol y sombras.
Amor absorbente
amor abatido por cadenas ausentes
amor equilatero y pluscuamperfecto.
Amor absorbente
amor sin distancia
sin espacio
quizás callado
tal vez mutilado
amor de dialectos sbyugados
amor amado
amor atrofiado
amor absorbente y convulsionado.
Att. Liz
LOS AMOS (POEMA HOMENAJE AL PROFESOR JUAN BOSCH)
LOS AMOS
EN HOMENAJE AL PROFESOR JUAN BOSCH.
El susurro del viento
que vegeta en el bohío,
los aplausos de las castañas
sobre el tejado,
los amos se fueron a dormir.
Un futón semi-inclinado,
frente a nosotros desfilan luciérnagas y grillos,
parece como una fiesta de colores
en el último peldaño del abismo,
los amos se fueron a dormir.
Allá, donde se pierden las sombras,
he divisado otras sombras,
salamanquesas atrapando mosquitos
arañas tejiendo su muerte,
los amos se fueron a dormir.
Un cielo sin estrellas,
una vereda despoblada y triste,
el rocío que desnuda el bohío,
el eco asfixiante de los fantasmas,
los amos se fueron a dormir.
jueves, 27 de diciembre de 2007
Espejismo
Siento
algo aquí
que corre sigilosamente mis entrañas,
que se estaciona en el quicio de mis pensamientos,
que se desprende de las latitudes del invierno,
envejecido,
arrugado,
desmaterializado,
algo que carcomió la virginidad
de los sueños y se atrincheró
en la post-persecución.
Siento
algo aquí
que habitó en tiempo extraños
y se adueñó de mis parentescos Ramapitecus.
Siento
algo imperfecto,
siento como si en mis lunas
habitaran los muertos.
Liz
algo aquí
que corre sigilosamente mis entrañas,
que se estaciona en el quicio de mis pensamientos,
que se desprende de las latitudes del invierno,
envejecido,
arrugado,
desmaterializado,
algo que carcomió la virginidad
de los sueños y se atrincheró
en la post-persecución.
Siento
algo aquí
que habitó en tiempo extraños
y se adueñó de mis parentescos Ramapitecus.
Siento
algo imperfecto,
siento como si en mis lunas
habitaran los muertos.
Liz
Plegaria del tiempo
El reloj se ha parado
a la nueve menos quince
desde hace un siglo,
la ciudad envuelta en el manto
mágico de la lluvia,
en los burdeles las orquídeas
se orinan en nuestros sueños,
en el bus un repertorio de monólogos
se atrincheran para matar el discurso.
Y el reloj sigue ahí,
sucumbiendo ante el horror
de unos pederastas que se pasean
silencioso por el ciber- espacio,
y en los dormitorios destruyen
raíces de tiempos lejanos.
El reloj parece dormir desde hace un siglo,
aquí todo callan, las paredes murmuran
hasta disecar el olvido,
de sombras y espejos se llenan los sueños
porque el reloj no ha muerto,
esta en silencio.
Liz
a la nueve menos quince
desde hace un siglo,
la ciudad envuelta en el manto
mágico de la lluvia,
en los burdeles las orquídeas
se orinan en nuestros sueños,
en el bus un repertorio de monólogos
se atrincheran para matar el discurso.
Y el reloj sigue ahí,
sucumbiendo ante el horror
de unos pederastas que se pasean
silencioso por el ciber- espacio,
y en los dormitorios destruyen
raíces de tiempos lejanos.
El reloj parece dormir desde hace un siglo,
aquí todo callan, las paredes murmuran
hasta disecar el olvido,
de sombras y espejos se llenan los sueños
porque el reloj no ha muerto,
esta en silencio.
Liz
Requiem
Al despertar
gota a gota
se inundan mis pesadillas
de orgasmos muertos
y se esfuman las ilusiones
al correr de los sueños
y quien viene a consolar mis calaveras
que por siglos se ha anidaron
en estas cordilleras de espanto y muecas.
Al despertar
de sonrisas ausentes
se llenan los cementerios,
de maniquíes el destierro,
de profanos el incienso.
Liz
gota a gota
se inundan mis pesadillas
de orgasmos muertos
y se esfuman las ilusiones
al correr de los sueños
y quien viene a consolar mis calaveras
que por siglos se ha anidaron
en estas cordilleras de espanto y muecas.
Al despertar
de sonrisas ausentes
se llenan los cementerios,
de maniquíes el destierro,
de profanos el incienso.
Liz
Despedida
Ay del amor
sino fuese por estas cuatro paredes,
paredes roídas de nostalgias,
nostalgia que abruman a las sombras.
Ay de la noche
sino fuese por la luna
esa luna agujereada de sueños,
esos sueños que se posan verticalmente
en mis huesos.
Ay de mi y del universo
sumergido entre largas
y residuales mariposas
espantando fantasmas danzantes,
aprisionando besos mugrientos.
Ay de la palabra
subyugada al diálogo o al monólogo.
Ay de las musas
sino fuese por los escombros
de luciérnagas
recuerdos
y alondras.
Ay de la vida
sino fuese por la muerte
esa muerte que agobia y que abruma,
esa muerte necesaria e indeleble,
esa muerte que nos atrinchera
en la historia.
LIZ
sino fuese por estas cuatro paredes,
paredes roídas de nostalgias,
nostalgia que abruman a las sombras.
Ay de la noche
sino fuese por la luna
esa luna agujereada de sueños,
esos sueños que se posan verticalmente
en mis huesos.
Ay de mi y del universo
sumergido entre largas
y residuales mariposas
espantando fantasmas danzantes,
aprisionando besos mugrientos.
Ay de la palabra
subyugada al diálogo o al monólogo.
Ay de las musas
sino fuese por los escombros
de luciérnagas
recuerdos
y alondras.
Ay de la vida
sino fuese por la muerte
esa muerte que agobia y que abruma,
esa muerte necesaria e indeleble,
esa muerte que nos atrinchera
en la historia.
LIZ
miércoles, 26 de diciembre de 2007
incongruencia
Es algo
Que irrumpe
Que calla
Que quema
Que deja las flores sin aroma.
Es algo
Que nació de los escombros de los siglos
Y entre las sombras de mi sombra.
Es algo
Como endémico de la noche
Y se posa en la ternura del universo
Como fantasma descarrilado,
No se que será,
Pero ahoga
Y nos deja como árboles desnudos
Entre estaciones remotas.
Es algo
Increíble
Talvez inefable
Quizás bello
Quizás tierno
Pero circula en mis venas
Como veneno milenario.
Que irrumpe
Que calla
Que quema
Que deja las flores sin aroma.
Es algo
Que nació de los escombros de los siglos
Y entre las sombras de mi sombra.
Es algo
Como endémico de la noche
Y se posa en la ternura del universo
Como fantasma descarrilado,
No se que será,
Pero ahoga
Y nos deja como árboles desnudos
Entre estaciones remotas.
Es algo
Increíble
Talvez inefable
Quizás bello
Quizás tierno
Pero circula en mis venas
Como veneno milenario.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Alfonso Caraballo, por el camino del silencio.
Alfonso Caraballo, por el camino del silencio. Por. Fausto Aybar "Liz" El blog Espejos y Sombras, en su búsqueda del...
-
José Ramón López Lora. Hurgando en un escritor que habita...