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martes, 26 de febrero de 2013

EL OLOR DEL CRISTAL (MICRO-RELATO)





                                                    EL OLOR DEL CRISTAL
                                EN EL PREÁMBULO DE SODOMA Y GOMORRRA 

Al parecer todos duermen, la noche anterior les dejo por unas horas los ojos brutalmente aislados, intoxicados, esparcido entre unas almohadas rodeadas de lágrimas, la noche se deslizo infaustamente entre los bolsillos de unos fantasmas que pedían algunas dádivas entre estas calles perpetuamente olvidadas. Venían de todo los rincones de la ciudad, aquí se le olvidaba si eran puritanos o malditos, solo ese olor a piel, defecando sueños estériles los unían, los envolvían en las magias de un sexo derrotado, plagaban de semen sus labios, borbotaban cruces invisibles entre sus piernas, y aunque todo esto no era más el infierno, todo pensaban que esta puerta eran la única entrada al paraíso.

Espanto que no cubre sombra, maripositas noctámbulas acicalando sueños entre luna de mármol, y todavía nadie ha despertado, nadie ha querido regurgitar resaca de tiempos pasados, tan sólo han querido sacarse todo ese odio que corre por sus venas, que los llevan al delirio, o quizás a la conclusión de ser inmortal. Está cayendo la noche, como vampiros se asoman a las ventanas, quizás como sonámbulos se quitan las mascaras y empiezan aullar. Todos en fila de nuevos llegan a este lugar.
-algo de tomar Señor
- dos tragos de wisky,
-Gra-goose por favor,
-No, una cerveza es mejor,
-¡Uff, que pierna más hermosa mi amor!
Esta música que se va filtrando entre las minifaldas y los tatuajes de color mostazas de aquellas maripositas noctámbulas que aun no han despertado de la orgía, de la iniquidad de este cometa de carne.

Al asomarse la luz, la música se inclina como carcelero que irrumpe en el destello de las sombras de neón, los cuerpos monolíticamente lujuriosos se aferran a la danza de los dioses errantes. Y ahora precisamente desde este sillón, no sé si son animas que vegetan en la placidez del plasma, o en la desobediencia de unas feromonas heridas por la oscuridad del eco. Y todo este alcohol, todo este orgasmo derramado en bandejas de cristal, esta locura al parecer no tiene fin, porque no tienen fin los sueños en la tierra de nadie. Y Atreyu en la oscuridad, mira hacia la distancia, se abraza de la utopía y el delirio de estas mariposas que derrotan rosas, que derrotan flores y hasta primaveras.

Entre las grietas que ahuyentan virus, copos de nieves, malditos mundos que electrifican nuestros sueños, que llevan nuestra humanidad como parásitos repeliendo bendiciones, y la música no para, sigue su rutina de sirena marchita , sigue evaporando los últimos reductos de algunos duendes invisibles que llegaron aquí, no sólo por curiosidad, para esparcirse como veneno en nuestras lenguas. Al parecer el silencio llega como estruendo de piratas olvidados, como relámpago que limpia sangre, y todos se van a dormir a sus catafalcos, llenos de glorias y avatares, llenos de óxidos y olvidos, para tal vez volver, quizás mañana a este lugar.

Fausto Antonio Aybar Ureña. (Autor)


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