EL OLOR DEL CRISTAL
EN EL PREÁMBULO DE SODOMA Y GOMORRRA
EN EL PREÁMBULO DE SODOMA Y GOMORRRA
Al parecer todos duermen, la noche anterior les dejo por
unas horas los ojos brutalmente aislados, intoxicados, esparcido entre unas
almohadas rodeadas de lágrimas, la noche se deslizo infaustamente entre los
bolsillos de unos fantasmas que pedían algunas dádivas entre estas calles
perpetuamente olvidadas. Venían de todo los rincones de la ciudad, aquí se le
olvidaba si eran puritanos o malditos, solo ese olor a piel, defecando sueños
estériles los unían, los envolvían en las magias de un sexo derrotado, plagaban
de semen sus labios, borbotaban cruces invisibles entre sus piernas, y aunque
todo esto no era más el infierno, todo pensaban que esta puerta eran la única
entrada al paraíso.
Espanto que no cubre sombra, maripositas noctámbulas
acicalando sueños entre luna de mármol, y todavía nadie ha despertado, nadie ha
querido regurgitar resaca de tiempos pasados, tan sólo han querido sacarse todo
ese odio que corre por sus venas, que los llevan al delirio, o quizás a la
conclusión de ser inmortal. Está cayendo la noche, como vampiros se asoman a
las ventanas, quizás como sonámbulos se quitan las mascaras y empiezan aullar.
Todos en fila de nuevos llegan a este lugar.
-algo de tomar Señor
- dos tragos de wisky,
-Gra-goose por favor,
-No, una cerveza es mejor,
-¡Uff, que pierna más hermosa mi amor!
Esta música que se va filtrando entre las minifaldas y los
tatuajes de color mostazas de aquellas maripositas noctámbulas que aun no han
despertado de la orgía, de la iniquidad de este cometa de carne.
Al asomarse la luz, la música se inclina como carcelero que
irrumpe en el destello de las sombras de neón, los cuerpos monolíticamente
lujuriosos se aferran a la danza de los dioses errantes. Y ahora precisamente
desde este sillón, no sé si son animas que vegetan en la placidez del plasma, o
en la desobediencia de unas feromonas heridas por la oscuridad del eco. Y todo
este alcohol, todo este orgasmo derramado en bandejas de cristal, esta locura
al parecer no tiene fin, porque no tienen fin los sueños en la tierra de nadie.
Y Atreyu en la oscuridad, mira hacia la distancia, se abraza de la utopía y el
delirio de estas mariposas que derrotan rosas, que derrotan flores y hasta
primaveras.
Entre las grietas que ahuyentan virus, copos de nieves,
malditos mundos que electrifican nuestros sueños, que llevan nuestra humanidad
como parásitos repeliendo bendiciones, y la música no para, sigue su rutina de
sirena marchita , sigue evaporando los últimos reductos de algunos duendes
invisibles que llegaron aquí, no sólo por curiosidad, para esparcirse como
veneno en nuestras lenguas. Al parecer el silencio llega como estruendo de
piratas olvidados, como relámpago que limpia sangre, y todos se van a dormir a
sus catafalcos, llenos de glorias y avatares, llenos de óxidos y olvidos, para
tal vez volver, quizás mañana a este lugar.
Fausto Antonio Aybar Ureña. (Autor)
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