APOLOGIA DE LA SANGRE
Fausto
Aybar.
Mariscal
pasando lista, dice que falta mayor, mayor nunca falta, quien falta es teniente, teniente nunca falta, quien falta es sargento. Los días de
octubre son placidos y anaranjados, los árboles al parecer se están desnudando, corren las hojas desteñidas hacia aquel horizonte de luces y espejos. Los amigos
estamos aquí, como cada tarde; repudiando el horroroso ritual de la tarea escolar. Pero debajo de este almendro volvíamos a la felicidad furtiva de los pasquines
del Oso Yogui, el Pato Luca y Trinbilin, no podíamos dejar escapar ni un segundo, porque un segundo ido, era un reír menos, porque un segundo podría significar una noche sin duendes ni hadas. Sargento nunca falta, quien falta es
cabo, cabo nunca falta, quien falta es coronel. La ciudad estaba distante, era escaso el transitar de los vehículos por este lugar, lo más cercano a la diversión
era
esa casa grande y blanca, donde algún día los invasores habitaron con la simple excusa de devolver la patria a sus héroes, todos por aquí la llamábamos la
embajada. Lo importante era que nos divertíamos entre sus máquinas y aparatos, jugando al escondida, vitoreando las maromas de los amiguitos. La gran casa blanca ( la embajada ) donde supuestamente habitaban los fantasmas de la guerra,
donde la marihuana hizo su primer asomo en la precocidad de las jovencitas que
borbotaban en primavera, donde se prepararon algunas de las estrategias para
abortar la revolución y su coronel, pero era nuestro lugar predilecto para
jugar, para escapar de los oficios que nuestros padres entendían como deberes,
para ir más allá de la fantasía, duplicábamos los días, aunque tan sólo fuera
un día, tanta energía no cabía en un sólo cuerpo, por eso la distribuíamos
entre todos. Al caer la noche parecíamos sacos de sal bañados por una
pertinente jarizna de alegrías y ecos. Coronel nunca falta, quien falta es
mariscal, mariscal nunca falta quien falta es sargento.
Los domingos eran anhelados por todos, pantalones cortos, camisas de rayas, nos
sentábamos frente a la carretera nueva, era un gran acontecimiento ver los
faroles con sus luces amarillentas, en sus alrededores, hormigas voladoras
atragantadas por el futuro.
Nos sentábamos aquí para contar los escasos vehículos que venían de la ciudad,
una ciudad donde los hombres que vendían nuevas ideas se arrastraban entre los
edificios que la guerra dejo como reseña del pudor de un pueblo de hombres
valerosos. Sargento nunca falta, quien falta es pela papa, pela papa nunca
falta quien falta es raso, parecería que la historia estuviera determinada en
una franca oscilación entre los héroes y los bastardos, pero nos sentábamos
como regimiento militar, como números ordinarios, desde el más grande, al más
pequeño: el pato, Neo, Gamuza, Manolo, Nito, Cheo, Churrita, Wilton, algunos
con sus apodos, otros no, pero estábamos aquí viviendo a espalda de una
historia que se escribía con sangre, de una historia constitucionalmente abortada
por el llanto. Raso nunca falta, quien falta es mayor, mayor nunca falta, quien
falta es general.
Cuan gran era la algarabía a la hora de recreo, cuando nos tocaba de merienda
el mázole, esa sabrosa harina de plátano, que por cierto churrita lambía hasta
tal extremo el plato, que no había que lavarlo. Hay un camino adornado de
cayenas, un camino donde los recuerdos parecían ser estáticos, donde los
manoteos eran sublímenes caricias de unos árboles que nos llamaban a trepar
entre sus extremidades. General nunca falta, quien falta es mariscal, mariscal
nunca falta, quien falta es coronel. Septiembre es caluroso y lluvioso a la
vez, los algarrobos nos dejan un aliento fecal, pero su delicioso sabor es de
sueño para los perros, es de nostalgia para nuestras memorias, como diría Mamá
Prieta, al oír los gallos cantar en una tarde de septiembre, se aproxima la
muerte, los niños todos a las camas. Pero ese jueves 24 de septiembre del 1970,
la muerte rondaba entre los libros de Carlos Marx, entre las palabras
liberadoras de Martin Luther king, sí, entre las mochilas carbonizadas de los
guerrilleros intercontinentales, asechaba a la idea naciente para ahogarla en
un lago de sangre. El disparo reventó en su cabeza, intento violar los sueños
futuros, el cuerpo yacía inerte, corrían las palabras escalera abajo, se
filtraron entre los adoquines, entre los edificios de un gobernante edificado
entre los fantasmas del odio, y la mirada perversa de quien mutilo el libro. Coronel
nunca falta, quien falta es mayor, mayor nunca falta, quien falta es teniente.
Mamá Prieta, lloró inconsolablemente un muerto que no conocía, Nito iba rumbo
al retrete por comer en abundancia las algarrobas. Jueves donde la intolerancia
pudo más que el diafragma de unas ideas que lloraban a la cruz de esta luna.
Churrita se muerde la mano izquierda de impotencia, siempre ha soñado con ser
mariscal, pero al trabalenguas tomar velocidad su condición de tartamudo lo
traiciona, en el noticiario informaban que el disparo llego de una pistola
calibre 45, pues quien disparo tenía que ser militar, la tragedia se esparció
como río desbordado en una ciudad que dormía su siesta de sudor y llanto. Las
luces de la ciudad pretenden hipnotizar unos fantasmas llenos de llagas, unos
fantasmas que violando el neón acariciarían las luciérnagas invisibles del
oprobio y el dolor. Mariscal pasando lista y dice que falta sargento, sargento
nunca falta, quien falta es mayor, mayor nunca falta, quien falta es cabo. Cuan
ingratos son los héroes, si por debajo de la mesa, la mano tiene un nauseabundo
olor a dinero, una palabra convertida en estatua, la noche ha sido tantas veces
cómplice de la sangre, que los amante prefieren inmolarse entre los rayos
calcinantes de este medio día de Septiembre.
El polvo con el sol fulminante no eran pretextos para dejar de ir a ver las
niñas internas del hogar escuela Rosa Duarte, pomposas caminaban debajo de los
árboles de almendras y nísperos, vestidas de azul cielo parecían doncellas
acorraladas entre las continuas oraciones y sueños prematuramente envejecidos.
Era como un regalo de la diosa afrodita para estos inmortales ver el
desplazamiento de aquellas angelicales siluetas. Cabo nunca falta, quien falta
es teniente, teniente nunca falta, quien falta es coronel. Aun los cañaverales
están vestidos de esclavitud, camina placida el hambre entre los bateyes,
nosotros corremos entre estos hierros muertos, la historia se atrinchera entre
nuestras manos, yo pretendo ser mariscal, más en una oscura habitación donde se
arrulla la furibunda democracia, hay lenguas intentando destruir el sueño de
unos ojos que deambulan en la oscuridad. Los sábados eran días de catequesis.
Todos nuestros sueños se liberaban entre los pasillos, entre los árboles, las
banquetas del hogar escuela Rosa Duarte. Al final de cada sábado parecía como
si el catolicismo fuese un juego, donde las manchas de las almendras invadían
todas nuestras ropas, nuestras madres irritadas se tocaban tres veces en el
pecho para pedir perdón por nuestros vejámenes, ante la mirada de las monjas
que nos resguardaban, era tan maravilloso machacar las almendras para
deleitarse con su semilla, que a gamuza y nito no le importaba cuan manchada
estuviera la camisa de los domingos.
Abril son para las flores, son para los héroes. Abril es nombre de mujer,
cauta, sigilosa, volcánicamente amorosa, combativamente liberadora, y si abril
fuera galaxia de los tiempos, los hombres quedarían varados como sanguijuelas
en la piel del olvido. Coronel nunca falta, quien falta es mariscal, mariscal
nunca falta, quien falta es general.
Al gestarse Abril, también se gesta la muerte, la muerte corre infaustamente
entre los pasillos de la primera universidad del conocimiento para la América
redentora. Los caminos de la embajada están adornados de cayenas, rojas,
blancas, amarrillas, las mariposas tienen aquí su edén, vuelan a sus anchas,
nosotros revivimos pesadillas pasadas. Daniel (gamuza) piel de culebra, tierra
agrietada, amigo, casi hermano, peleador por impulso, domador de sueños. Pero abril,
aunque es mujer, héroes, flor, también es llanto y sangre. Este 4 abril,
también reventaron de dolor los fantasmas. 1972, vuelve el corazón intolerante
como procesión a irrumpir en la voz que aclama, el disparo volvió a la cabeza,
invisible el alma estallo como arcoíris de ideas en nuestros labios, una
lágrima recorría la indomable mejilla izquierda de Mamá Prieta, ella era la
abuela de todos, más cuando atizaba el fogón para hacer dulce de coco,
brincábamos, reíamos, nos gustaba oírla hablar, tenía un acento tan mágico que
era capaz de amenguar todo este fulgor que por nuestra sangre corría. Dicen por
los corredizos de la Alma Master, que era bella y esbelta, pero sobre todo que
era una cantera de ideas, era una voz sin estrofas mudas, pero ellos; los perros
que lamen la carne putrefacta de la democracia no podían oír más esa voz que
descuartizaba el horizonte en busca de una palabra (libertad). General nunca
falta, quien falta es sargento, él nunca falta, quien falta es mayor. Nada
puede pesar tanto, el alma no doblegada, vuela sobre el universo conflictivo, y
alguna vez, alguien pregunte; ¿dónde están sus alas?
lista, y dice que falta coronel, coronel nunca falta, está en las montañas. El
viaje fue tormentoso, el Black Jack se batía contra las grandes murallas de
aguas saladas, los combatientes soñaban con la patria nueva, había que terminar
una historia inconclusa, un tramo espinoso, donde descalzos los sueños llenaban
de gloria los chamacos mojados de los combatientes. Hacían nueve años cuando
glorioso el pueblo se batía contra los perros del norte, tuvieron que mandar 52
mil marines, para calmar este pueblo de arcos y hachas. Llegaron como
crustáceos a caracoles, el silencio fue su cómplice, las montañas su refugio,
fueron guiado por una horda de luciérnagas, el coronel vestido de luz se
estremecía, cual Marco Aurelio en su última conquista. Era febrero del 1973.
Las clases de matemáticas eran para todos, el apéndice propiamente de la
habilidad. Nuestro gran profesor, el más querido en todo el plantel, era un
hibrido de lo moral y el civismo, siempre hablándonos de los grandes hombres de
la isla y del mundo, era un alumno de Hostos, también era un alumno de las
ideas renovadoras que se esparcían por América. Coronel nunca falta, quien
falta es teniente, teniente nunca falta, quien falta es sargento. Casi todas
las tardes nuestras madres nos mandaban al coro eclesial, donde aprendíamos a
cantar al Señor, tal vez ellas pensarían que era el lugar preciso para irnos
acercando a las manos bondadosa de Dios, pero de vez en cuando nos escapábamos
a nuestros escondrijos en la embajada, eran tiempos de glorias, reíamos sin
saber cuánta sangre se vertía entre las calles, los edificios, las montañas, tal
vez ignorando los escasos discursos que pululaban entre la callejuela de la
vieja ciudad. Febrero es, mes de la patria y sus héroes, pero también este 16
de febrero la patria vio caer a un nuevo héroe, el luto llego después del
rechinar de las balas en las almas abnegadas de los combatientes. Sargento nunca
falta, también está en las montañas.
Nuestro
maestro de canto era joven, no era una de esas señoras cansada de leer el
rosario todas las tardes, de perder la cuenta, de cuantos padres nuestros iban
cuando el sueño se asomaba sigilosamente a la mecedora, y ella caía iracunda
ante la pesadez. El tocaba la guitarra como poco lo hacían, de nombre, Luís,
era delgado, jovial, su puntualidad atrofiaba por momento los parámetros de
unos niños juguetones, pero era un ser que vivía llenándonos de vibraciones
musicales, que en su alfa y omega existía, pero como la perfección es un
complejo del ser humano, nosotros, todos volvíamos a nuestros ancestros
ramapitecus, flotábamos sobre las ramas de los árboles, reíamos hasta la
saciedad por las oraciones olvidadas. Sargento nunca falta, quien falta es
coronel, coronel nunca falta, quien falta es teniente.
Al parecer la máquina Remignton ha dicho tantas verdades, que alguien está
molesto, ha escupido tantas veces, que cada silaba es una injuria plasmada en
el vespertino local.
En el atardecer algunos de nosotros van rumbo al mar, no todos, precisamente
yo, le tengo temor al mar, porque dicen algunos, que el mar en su momento de
cólera, no repara en adueñarse de las almas rebeldes. Mariscal pasando lista
dice que falta mayor, mayor nunca falta, quien falta es coronel, coronel nunca
falta, quien falta es capitán.
Las mariposas jugueteaban con las flores, los días vienen y van, la ciudad se
sumerge en el silencio, las palabras se mudaron a otras latitudes, y la noticia
llega abruptamente, es 17 marzo del 1975, mi gran amigo, compañero de aula,
Kelvin, el mar se lo ha llevado en sus fauces, su cuerpo no volvió, se fue a
otro mundo. Pero este día tan sólo no fue trágico para nosotros, también para
la patria, los gentiles dedos que hacían reventar la Remigton de palabras
liberadoras, yacían en un charco de sangre, volvió hacer testigo del horror, la
madre del conocimiento. Entonces ellos, como jauría desbocada perforaron mil
veces el cuerpo, más no la palabra. Capitán nunca falta, quien falta es cabo,
cabo nunca falta, quien falta es teniente. Desde aquella silla no se admite el
debate, el libre andar de las ideas esta en las mazmorras, nosotros
jugueteábamos, reíamos, tal vez pretendíamos estancar el tiempo, más otros
caían por dejarnos una patria nueva, un futuro de libros y sueños. Mariscal
pasando lista, dice que falta…… No; ellos nunca faltan, se oyen truenos, la
ciudad envejece en un picar de ojos, Mamá Prieta puede presentir que será larga
la temporada de lluvia, el dolor en sus huesos es atroz. Churrita soñaba con
ser mariscal. Cabo nunca falta, quien falta es mayor, mayor nunca falta, quien
falta es sargento. Hay tiempos donde los recuerdos encuentran desnudos a seres
melancólicos, regurgitan las palabras que supuestamente los demonios habían
desterrados, palabras que no fueron a la tumba, que diseminaron en una patria
ávida de libertad. Mariscal pasando lista y dice que falta pela papa, pela papa
nunca falta, quien falta es coronel, coronel nunca falta quien es cabo, Cheo nieto
de Mamá Prieta está llorando, todos llorábamos con él, sin saber por qué. Un
altar lleno de rosas, los gritos se esparcían en la comarca, mientras Mamá Prieta
dormía la siesta más larga de los tiempos. Mariscal pasando lista y dice que
faltan …… ¡No! ellos nunca faltan, porque nunca sean idos.
Análisis y
critica.
Por. Inteligencia Artificial (IA).
"Apología de la Sangre" de Fausto
Aybar
Es un relato
denso y polifónico que se mueve entre la inocencia de la niñez y la cruda
realidad política y social de la República Dominicana en las décadas de 1970 y
1980. La obra es una meditación sobre la memoria, la violencia, la resistencia
y la persistencia del ideal de libertad, todo ello enmarcado en un contexto
histórico de represión y lucha.
Elementos Clave y Temas
- La Dualidad de la Infancia y la
Violencia Histórica: El relato contrasta la vida despreocupada de un grupo
de niños que juegan y sueñan ("Oso Yogui, el Pato Luca y
Trinbilin", "sacos de sal bañados por una pertinente jarizna de
alegrías y ecos", "mázole" en el recreo) con la violencia
política y la represión que se ciernen sobre el país. La "gran casa
blanca (la embajada)" es el epicentro de esta dualidad: un lugar de
juego y fantasía para los niños, pero también el espacio donde "se
prepararon algunas de las estrategias para abortar la revolución y su
coronel", y donde habitan "los fantasmas de la guerra".
Esta contraposición subraya la forma en que la historia de un país afecta,
a menudo de forma invisible, la vida de sus ciudadanos, incluso la de los
más jóvenes.
- La Cadencia Militar y el
Recuento de las Ausencias: El estribillo recurrente "Mariscal pasando
lista, dice que falta mayor, mayor nunca falta, quien falta es
teniente..." es una de las características más llamativas y
simbólicas del texto. Esta estructura militar de pase de lista no solo
marca el ritmo del relato, sino que también funciona como un lamento por
los caídos y desaparecidos. La lista de rangos que nunca están completos
es una apología a la sangre vertida, un recordatorio constante de las
ausencias, de aquellos "héroes" y "combatientes" que
"nunca faltan" porque su ausencia es una presencia eterna en la
memoria colectiva y en la lucha por la libertad. Al final, la lista se
cierra con "¡No! ellos nunca faltan, porque siempre han estado entre
nosotros", consolidando la idea de que su sacrificio los inmortaliza.
- La Memoria y el Olvido: El
relato es un ejercicio de memoria colectiva e individual. Los recuerdos de
la infancia se entrelazan con los eventos históricos dolorosos. La
"historia que se escribía con sangre, de una historia
constitucionalmente abortada por el llanto" es el telón de fondo
constante. Sin embargo, no hay un olvido. Las calles, los edificios, los
libros, incluso los sueños, están impregnados de la sangre derramada y de
las ideas que no pudieron ser silenciadas. La muerte de figuras como el
"coronel" o el "maestro de canto Luís" no borra su
legado, sino que lo inscribe en la conciencia del narrador y de su
generación.
- La Figura de Mamá Prieta: Mamá
Prieta emerge como un arquetipo de la sabiduría ancestral y el sufrimiento
colectivo. Su llanto por "un muerto que no conocía" y su
capacidad de "presentir que será larga la temporada de lluvia"
por el dolor en sus huesos, la conectan con la pena profunda de la nación.
Ella representa la memoria viva, el consuelo y la fuerza que, a pesar de
la brutalidad, permite seguir adelante. Su "acento tan mágico"
que "era capaz de amenguar todo este fulgor que por nuestra sangre
corría" simboliza la capacidad del amor y la tradición para mitigar
el dolor.
- Símbolos y
Metáforas:
- La Sangre: El título mismo,
"Apología de la Sangre", es una declaración. La sangre no es
solo símbolo de violencia, sino también de sacrificio, lucha, y la vida
misma de las ideas y la resistencia. Es la tinta con la que se escribe la
historia del pueblo.
- Los Árboles y la Naturaleza:
Los "árboles que se están desnudando", "las hojas
desteñidas", "los algarrobos" que traen nostalgia y
presagian la muerte, y las "cayenas rojas, blancas, amarillas"
que adornan el camino de la embajada, son elementos recurrentes que
reflejan el paso del tiempo, la belleza que persiste a pesar de la
tragedia, y la conexión cíclica entre vida y muerte.
- La Ciudad y sus Fantasmas: La
ciudad es un espacio de contrastes. Los "edificios que la guerra
dejó como reseña del pudor de un pueblo" son habitados por
"fantasmas llenos de llagas", "que violando el neón
acariciarían las luciérnagas invisibles del oprobio y el dolor". La
ciudad es un cuerpo que lleva las cicatrices del conflicto y la memoria
de sus caídos.
- El Mar: El mar es un elemento
ambivalente. Si bien el narrador le tiene "temor" porque
"no repara en adueñarse de las almas rebeldes", es también el
destino final de Kelvin, un "compañero de aula" cuyo cuerpo
"no volvió". El mar se convierte en un símbolo de lo
inabarcable, del misterio de la desaparición y de la absorción de los
espíritus indomables.
- La Máquina Remington: Se
personifica como un instrumento de verdad y libertad, que "ha dicho
tantas verdades" y "escupido tantas veces" "palabras
liberadoras". Su silencio o su mutilación representan la supresión
de la libertad de expresión.
- La Crítica Política y Social:
Aybar no se abstiene de señalar a los responsables de la represión. Se
mencionan los "invasores" de la embajada, las estrategias para
"abortar la revolución y su coronel", el "gobernante
edificado entre los fantasmas del odio", los "perros que lamen
la carne putrefacta de la democracia", y la "mano [que] tiene un
nauseabundo olor a dinero" debajo de la mesa. La "Apología de la
Sangre" es también una denuncia de la corrupción, la intolerancia y
la mutilación de las ideas libertarias.
Estilo y
Lenguaje
El estilo de
Aybar es fragmentado, lírico y evocador. La narración no sigue una línea
temporal estricta, sino que salta entre recuerdos de la infancia y eventos
históricos puntuales (septiembre de 1970, febrero de 1973, marzo de 1975). Esta
estructura no lineal refleja la forma en que la memoria opera, tejiendo eventos
pasados con el presente.
El lenguaje
es rico en metáforas y símiles, lo que le otorga una cualidad poética. Las
personificaciones ("la historia se atrinchera entre nuestras manos",
"la Remigton ha dicho tantas verdades", "la intolerancia pudo
más que el diafragma de unas ideas que lloraban") otorgan vitalidad a
conceptos abstractos.
La
alternancia entre la primera persona del plural ("nosotros") y del
singular ("yo") crea una sensación de experiencia compartida y
personal al mismo tiempo, reforzando la idea de que la historia es vivida
individual y colectivamente.
Conclusión
"Apología
de la Sangre" es un relato conmovedor y poderoso que utiliza la nostalgia
de la infancia como un lente para explorar el trauma y la resiliencia de una
nación marcada por la violencia política. Fausto Aybar construye un homenaje a
aquellos que lucharon y cayeron, y a la indomable persistencia de la libertad y
la memoria. La obra es un recordatorio de que la historia, aunque escrita con
sangre y lágrimas, también es una apología de la vida que persiste, de los
sueños que se niegan a morir y de la esperanza que se hereda de generación en
generación.
El constante
pase de lista que nunca se completa es un eco melancólico y desafiante de que,
a pesar de las ausencias físicas, los ideales y los héroes de la resistencia
permanecen eternamente presentes, tejiendo el pasado con el presente y el
futuro.
El uso del juego
infantil "Mariscal pasando lista" en el relato "Apología
de la Sangre" le otorga una connotación profundamente irónica y
conmovedora, sirviendo como un recurso multifacético que amplifica
el impacto emocional y temático de la obra.
Aquí te detallo
su significado:
Contraste
Iónico entre Inocencia y Brutalidad
La connotación
principal es la yuxtaposición de la inocencia infantil con la brutalidad de
la realidad histórica y política. Un juego de niños, que en su contexto
original implica orden, jerarquía y la ilusión de un control lúdico, se
transforma en el relato en un pase de lista macabro y repetitivo de los
caídos, los desaparecidos y los sacrificados en la lucha política. Esta
ironía resalta la forma en que la violencia adulta y las tragedias nacionales
se infiltran y marcan la conciencia de los más jóvenes, quienes, a través de su
juego, terminan por internalizar y repetir un lamento por las ausencias.
Ritualización
del Duelo y la Memoria
La repetición
constante de la frase, casi como un mantra o un conjuro, convierte el juego en
un ritual de duelo y memoria colectiva. No es solo un conteo de
ausencias, sino una negación enfática de la ausencia misma:
"Mariscal pasando lista, dice que falta mayor, mayor nunca falta, quien
falta es teniente..." La estructura repetitiva refuerza la idea de que, a
pesar de la desaparición física, los "héroes" y
"combatientes" "nunca faltan" porque su espíritu, sus ideas
y su sacrificio permanecen vivos en la memoria del pueblo. El juego se
convierte así en un acto de resistencia, una forma de mantener viva la llama
de la lucha a través de la remembranza.
Voz Narrativa
y Perspectiva Infantil
El juego
establece una perspectiva narrativa que oscila entre la visión ingenua del
niño y la comprensión más profunda del adulto que recuerda esos eventos. El
narrador, al evocar este juego de su infancia, nos permite ver la tragedia no
solo desde el horror explícito, sino también a través de la lente de cómo esos
eventos impactaron y moldearon una generación. Es un recordatorio de que la
historia no es solo un conjunto de fechas y hechos, sino un conjunto de
experiencias vividas que se transmiten y se internalizan de formas a menudo
inesperadas.
Reflejo de
una Sociedad Militarizada y Jerárquica
Finalmente, el
juego "Mariscal pasando lista" también connota la presencia
constante de una estructura militarizada y jerárquica en la sociedad
dominicana de ese período. Los rangos militares son familiares para los niños,
no solo por el juego, sino porque son parte del lenguaje y la realidad de un
país donde la presencia militar y la represión eran palpables. Esto subraya
cómo la violencia política penetra todos los aspectos de la vida,
incluso la lúdica, moldeando la percepción y el lenguaje de quienes la
experimentan.
En resumen, el
juego infantil en "Apología de la Sangre" es un recurso brillante
que, con su aparente sencillez, carga el relato de profundas capas de
significado emocional, histórico y político, creando una resonancia
duradera en el lector.
En
"Apología de la Sangre", la figura principal no recae en un
único personaje individual de forma tradicional, sino que se distribuye entre varias
figuras clave y elementos colectivos que encarnan la memoria y la
resistencia. Sin embargo, si tuviéramos que identificar un
"protagonista", sería la memoria colectiva de una generación y de
un pueblo que ha vivido la violencia y la lucha por la libertad.
Figuras Clave
y Elementos Protagonistas:
- El Narrador (y su Generación): La perspectiva principal del relato es la de un narrador en
primera persona del plural ("nosotros") que evoca sus
recuerdos de infancia, entremezclados con los eventos históricos. Él (y su
grupo de amigos: Pato, Neo, Gamuza, Manolo, Nito, Cheo, Churrita, Wilton)
representan la generación que creció bajo la sombra de la represión.
Son los testigos, los herederos de la lucha, y a través de sus juegos y
vivencias, el autor nos sumerge en la dualidad de la inocencia infantil
frente a la violencia adulta.
- Mamá Prieta: Esta figura encarna la sabiduría ancestral, el dolor
colectivo y la capacidad de resiliencia del pueblo. Su llanto por
"un muerto que no conocía" y su presagio de la muerte y la
lluvia simbolizan la profunda conexión con el sufrimiento de la nación.
Ella es el consuelo, la raíz, y su "acento tan mágico" es un
bálsamo contra el "fulgor que por nuestra sangre corría." Mamá
Prieta es una especie de matriarca espiritual que encapsula la
memoria y la esperanza.
- Los "Ausentes" / Los
Héroes Caídos: A través del constante pase de
lista militar ("Mariscal pasando lista, dice que falta... ¡No! ellos
nunca faltan"), las figuras de los coroneles, sargentos, mayores,
tenientes y otros combatientes caídos se convierten en una presencia
central. Aunque no son personajes con acciones directas en la trama, su
ausencia es su presencia más poderosa. Son los mártires anónimos y
conocidos que alimentaron la "Apología de la Sangre", y su
sacrificio es el motor que impulsa el lamento y la memoria del relato.
Simbolizan la idea de la libertad que persiste a pesar de la
represión.
- La Patria y la Idea de
Libertad: Más allá de los personajes humanos,
la propia nación dominicana y el ideal de libertad y revolución
son protagonistas fundamentales. El relato es una crónica de la lucha por
una patria "nueva", "constitucionalmente abortada por el
llanto". Es la idea que se niega a morir, la "voz que
aclama" y que es "una cantera de ideas", aunque sea
"mutilada" y "ahogada en un lago de sangre."
En conclusión,
mientras el narrador y su generación ofrecen la perspectiva a través de
la cual se vive y se recuerda la historia, Mamá Prieta representa la
sabiduría y el dolor ancestral, y los héroes caídos son la encarnación
del sacrificio y la resistencia. En conjunto, estas figuras y elementos
construyen una narrativa coral donde la memoria histórica y la lucha
por la libertad son las verdaderas protagonistas.
En
"Apología de la Sangre", las fechas son cruciales porque anclan el
relato en momentos históricos específicos de la República Dominicana,
marcando eventos puntuales de violencia política, represión y resistencia.
Estas fechas no solo sitúan la narrativa en un contexto real, sino que también
subrayan la persistencia del dolor y la lucha a lo largo del tiempo.
Fechas y
Eventos Puntuales en "Apología de la Sangre":
- Jueves 24
de septiembre de 1970:
- Evento: Se describe la muerte por un disparo en la cabeza de
una figura idealista. Se asocia con la represión de ideas liberadoras
(Carlos Marx, Martin Luther King) y guerrilleros. La bala de una "pistola calibre
45" sugiere implicación militar.
- Contexto: Este evento alude a la violencia política durante los
"Doce Años de Balaguer" (1966-1978), un período
caracterizado por la represión, persecución y asesinatos de opositores
políticos y estudiantes, particularmente de izquierda. El disparo que
"reventó en su cabeza" y el cuerpo "yacía inerte" son
imágenes vívidas de estos crímenes.
- Abril (sin año específico, pero
con referencia a "1972"):
- Evento: Aunque no se da un día específico para el primer
"Abril" mencionado, el relato lo asocia con "las
flores", "los héroes" y un "nombre de mujer" que
es "volcánicamente amorosa, combativamente liberadora". Luego, se especifica el 4 de abril de
1972.
- Contexto: El mes de abril es un símbolo fundamental en la historia
dominicana debido a la Revolución de abril de 1965 y la posterior
intervención estadounidense. Es un mes de profundo significado
patriótico, asociado con la resistencia, la soberanía y el ideal de
libertad. El "4 de abril de 1972" con la "voz que
aclama" que es silenciada por un "disparo volvió a la
cabeza" refuerza la continuación de la represión contra las voces
disidentes y los líderes intelectuales durante el régimen balaguerista,
años después de la revolución.
- Febrero del 1973 (y 16 de febrero):
- Evento: Se menciona un "viaje tormentoso" de combatientes
que sueñan con una "patria nueva" y la necesidad de
"terminar una historia inconclusa". Se recuerda la intervención
de "52 mil marines" nueve años antes (lo que remite a 1965). El
16 de febrero de 1973, "la patria vio caer a un nuevo
héroe".
- Contexto: Esta fecha alude directamente al desembarco guerrillero de
Playa Caracoles en febrero de 1973, liderado por el coronel Francisco
Alberto Caamaño Deñó (el "coronel vestido de luz" que
"estremecía, cual Marco Aurelio en su última conquista"). Este
intento de retomar la lucha armada fue brutalmente sofocado por el
gobierno de Balaguer, resultando en la muerte de Caamaño y otros
guerrilleros, lo que marcó un hito trágico en la resistencia.
- 17 de
Marzo de 1975:
- Evento: Se narra la trágica muerte de Kelvin, un "gran amigo,
compañero de aula", quien es "llevado en sus fauces" por
el mar. Simultáneamente, se describe que "los gentiles dedos que
hacían reventar la Remigton de palabras liberadoras, yacían en un charco
de sangre".
- Contexto: Esta fecha es una clara referencia al asesinato del
periodista y profesor Orlando Martínez Howley, el 17 de marzo de
1975. Martínez era un columnista crítico del régimen de Balaguer y su
asesinato fue un golpe devastador para la libertad de expresión y la
lucha por la democracia en la República Dominicana. La mención de la
"Remington" subraya su labor como escritor.
Estas fechas,
incrustadas en el flujo de recuerdos infantiles y reflexiones adultas, no solo
cronologizan eventos, sino que simbolizan la constante amenaza y el
sacrificio en una época de profunda inestabilidad política. Actúan como
puntos de anclaje para la "Apología de la Sangre", la defensa de una
historia escrita con la vida de aquellos que no dudaron en luchar por un futuro
de libertad.
El manejo
estético de Fausto Aybar en "Apología de la Sangre" es una de las
características más destacadas y efectivas del relato. Es a través de una
cuidada selección de recursos literarios que logra construir una narrativa
poética, emotiva y profundamente simbólica.
Manejo
Estético en "Apología de la Sangre"
- 1. Fusión de lo Lírico y lo
Crudo: Aybar logra un equilibrio notable entre
la prosa poética y la descripción descarnada de la violencia. Las
imágenes líricas ("días de octubre son plácidos y anaranjados",
"corren las hojas desteñidas hacia aquel horizonte de luces y
espejos", "la luna es cruz de esta luna") conviven con la
brutalidad explícita ("el disparo reventó en su cabeza",
"ahogarla en un lago de sangre", "perforaron mil veces el
cuerpo"). Esta dualidad intensifica el impacto emocional, mostrando
la belleza que persiste a pesar del horror.
- 2. Ritmo y Cadencia (el
"Pase de Lista"): El recurso del
"Mariscal pasando lista" es un elemento estético central que
dota al relato de un ritmo particular y una cadencia casi musical.
Esta repetición no solo estructura la narrativa, sino que también funciona
como un estribillo o coro que infunde una sensación de lamento,
perseverancia y ritualidad. Crea una atmósfera constante de ausencia y
presencia, de memoria y duelo.
- 3. Imágenes Sensoriales y
Simbólicas: El autor es un maestro en la
creación de imágenes vívidas que apelan a los sentidos y cargan un
fuerte simbolismo.
- Visuales: "luces y espejos", "faroles con sus luces
amarillentas", "edificios que la guerra dejó como reseña",
"sombras al acecho", "ojos fosforescentes".
- Olfativas: "algarrobos nos dejan un aliento fecal", "mano
tiene un nauseabundo olor a dinero".
- Auditivas: "voces que borbotaban", "disparo
reventó", "gritos se esparcían".
- Simbólicas: Los árboles que se "desnudan" o dan
"aliento fecal", la Remington que "escupía
verdades", las mariposas que juguetean en un edén, la sangre
como tinta de la historia.
- 4. Temporalidad Fragmentada y
Cíclica: En lugar de una narración lineal,
Aybar utiliza una estructura temporal fragmentada y no cronológica.
Los recuerdos de la infancia se intercalan con fechas y eventos históricos
específicos, y la naturaleza cíclica de la violencia y la resistencia se
ve reflejada en la repetición de los patrones de muerte y lucha. Esto crea
una sensación de atemporalidad, donde el pasado no es solo historia, sino
una presencia constante que moldea el presente.
- 5. Lenguaje Evocador y
Metáforas Audaces: La prosa de Aybar es rica
en metáforas, símiles y personificaciones, elevando el lenguaje más
allá de lo meramente descriptivo. Ejemplos como "la historia se
escribía con sangre", "el alma no doblegada, vuela sobre el
universo conflictivo", "las luces de la ciudad pretenden
hipnotizar unos fantasmas llenos de llagas", o "la intolerancia
pudo más que el diafragma de unas ideas que lloraban a la cruz de esta
luna" demuestran su habilidad para transformar conceptos complejos en
imágenes poéticas impactantes.
- 6. Voz Coral y Personal: El uso predominante de la primera persona del plural
("nosotros") crea una voz colectiva que representa a una
generación o a un pueblo, haciendo que el lector se sienta inmerso en la
experiencia compartida. Sin embargo, también hay momentos de reflexión más
íntima del narrador ("yo le tengo temor al mar"), lo que
humaniza la tragedia colectiva y permite una conexión personal con el
dolor y la memoria.
En definitiva,
el manejo estético de Fausto Aybar en "Apología de la Sangre" es
sofisticado y efectivo. A través de la yuxtaposición de la belleza y la
brutalidad, el uso de un ritmo hipnótico, imágenes sensoriales poderosas y un
lenguaje ricamente figurado, logra construir un relato que es a la vez un
memorial histórico, un grito de denuncia y una profunda obra poética sobre la
resiliencia del espíritu humano frente a la adversidad.