Se hundía, sentía como si el sofá se lo estuviese tragando, sus ojos se
inundaron de gusanitos rojos, estaba al punto de detonar. Sus amigos subieron
la música hasta más no poder, descorcharon el vino, el festejo era hasta no
acabar, la canción que se escuchaba era su favorita “debajo del puente”.
Entonces intento llamarlos, ellos no escuchaban, estaban en trance por la velocidad de la música, el sofá lentamente lo
absorbía; él intentaba arañar los escasos residuos aire que se amotinaban en su boca, resucitar lo imposible. Y de un
fulminante impacto, sístole y diástole sucumbieron ante el horror de una lágrima estancada
en su mejilla. Lo irrefutable era,
que todos estaban muertos de risa, esperando que despertara.
A la memoria del limpiabotas del parque central de Puerto Plata (El Loro)
Cruzó las piernas, las gotas del rocío aun habitaban el banco del parque,
el frío erizo su piel, faltaban 15 minutos para que las campanas con sus
tonadas despertaran la mañana, y él aun no lo veía llegar, era extraño, 56
primaveras sin dejar de venir al parque, no lo detenía nada. Siempre con su caja de limpiabotas a manos.
Pero siguió esperándolo, debía lustrar sus zapatos. El sonar de las campanas
despertaban la ciudad, las palomas salían a juguetear con algunos curiosos. Se
levanto molesto, la espera fue más larga de lo acostumbrado, no entendía la
tardanza. A diez metros los parroquianos
del parque murmuraban, “ha muerto, que pena, ha muerto”, él, lleno de dudas
pregunto ¿quién ha muerto? Alguien desde su tristeza respondió “el limpiabotas,
nuestro amigo el loro”. De súbito, Cayó de bruce sobre el banco, todos los parroquianos
se les parecían a él, un silencio inundo la ciudad; una lágrima recorría
suavemente toda su mejilla. Susurraba el viento a la distancia, mientras, una
paloma se posó en su hombro.
La noche estaba repleta de…. El silencio era tan
asfixiante que a Sophia le molestaba su propia respiración,de cierto es que la oscuridad la encerraba en recuerdos insospechados. La noche se percibía violenta, un nubarrón se asomaba
por el oeste, y en un centellear del crepúsculo, lluvia, relámpagos y truenos
se adueñaban de la casa. Sophia a ciega tanteaba en busca de cerillos, y
entre los ruidos de la tormenta escuchaba algo inusual, no estaba distante el
sonido, se ocultaba entre los truenos, ella con oído avizor lo sentía cada vez
más cercano. Ese “ca,ca,ca” rebotaba en su cabeza, se preguntaba, qué será ese
extraño sonido. Ella intentaba descubrir de dónde provenía, pero el “ca,ca,ca”
se acercaba mas a ella, un temor irrumpió en su subconsciente, el cuerpo
alertaba un final inesperado.Y en el
preciso momento que fue a tocar la pared, ahíestaba el pequeño monstruo, huyendo también del violento encuentro,
mientras Sophia veía absorta, como se iba alejando la Hemidactylus frenatus, mientras que el canto retumbaba en toda la casa.
Lo cierto es que pasaron los minutos, yo estaba frente a él. Él me miraba
fijamente, yo lo miraba, intente hacer algunos movimientos para evadirlo, él me
imitó, cerré los ojos para no mirarlo, pero percibí que él aun me miraba. Era
tan parecido a mí, que de súbito, un escalofrío invadió todo mi cuerpo, y pude
notar, que del otro lado de aquella superficie de mercurio, los vellos en su
piel se erizaban. Intente gritar, pero un nudo amarraba mi garganta; mientras
que él, expulso un eco tan fuerte que rompió el cristal, y yo, estupefacto, lo
vi esfumarse entre los pedazos.
Rosa Silverio: Mi poema «Más loca que una cabra»: Poema «Más loca que una cabra» de mi libro «Invención de la locura», el cual ganó el XII Premio Literario Letras de Ultramar en Poesía 2017....
Mi distinguida poeta, al hurgar en su madriguera digital me llena de satisfacción leer y oír su propuesta poética, que definitivamente es un canto único como cada canto de las aves. Aplaudo su forma única de hablar en poesía.
Atte. Un ser humano común, que de vez en vez, es visitado por el fantasma de algún poeta.
Y de repente, pude notar esa minúscula sombra detrás del cristal. En ella se conjugaban movimientos extraños, mis instintos percibían que se asfixiaba, que una explosión de agonía en ella habitaba. Y yo sin poder hacer nada, mientras ella en un grito mudo, clamaba libertad del otro lado del cristal, entonces el llanto de manera inusual emergió en mí, y en un parpadear del asombro, ella no estaba, partió vuelo hacia otras latitudes. Y fue cuando comprendí, que el cautivo, era yo.
Ahora sí, ya tengo a toda la humanidad
andando de dedos, dentro de un siglo más, la tendré vistiendo hologramas.
Atte. El Celular.
Cada vez que me veo al espejo, entiendo
con precisión porque me he convertido en un almacén de trofeos de papel, si
pudieran desalojar todas las polillas que habitan en mí, entonces entendieran
mi utilidad.
Atte. El Escaparate.
Nadie entiende a la gente nacen desnudo,
y se obstinan en morir vestido, es recomendable que se visite al psicólogo
mucho antes del deceso.
Atte. El Ataúd
Era tan intenso el fuego que mi piel
plateada pretendía derretirse, pero era tan alucinante su aroma,
que me iría hasta el mismo infierno para
degustar de su espíritu.
Atte. La Cafetera.
Mi
velocidad llegaba hasta full, las sombras jugaban bajo la sábana, nadie
pretendió molestarlas, mis aspas cansadas de tanto girar, rogaban por un
blackout.
Atte. El Abanico.
Tantos residuos de huellas dactilares
sobre mí, el golpeo incesante en cada
tecla, sería recomendable un diccionario electrónico para cada analfabeto intelectual.
Atte. La Laptop
Miran y miran, no sé que tanto
miran, porque al final, yo no dicto la
hora de la partida.
Atte. El Reloj.
Aunque me odien tendrán que usarme, sus
memorias no son capaces de retener tantas palabras,
Puedo tener un siglo vestido de polvo, y
siempre seré más que una solución alterna al ocio.
Atte. El Libro.
Los sueños nacen y mueren aquí, algunos
pretenden abrazarme como si fuera su amante, es hora de despertar, la arrugada
vida sigue su agitado curso.
Atte. La Almohada.
Van y vienen, vienen y van, se
aglomeran, respiran entrecortados, pretendo preguntar, nadie me presta atención,
y como una loca, exclamo; alguien puede detenerse y saludar.
Atte. La Puerta.
En la lontananza percibo un espejismo,
no hay lluvia, ni un intenso sol, es posible que toda la ciudad este atrapada
por el síndrome de la vejez prematura, perdón, es hora de la porción para el estrés.
Atte. La Calle. Presto
a servir estaba, cuando una avalancha de anarquistas me abofeteaba a salivazos,
ahora entiendo que la vida no es solo retorica, también es permutable el
caos. Atte. El Micrófono. Fausto Antonio Aybar Ureña.
Que tormentoso es vivir en el tercer piso
de un apartamento, más cuando nos llega uno de esos momentos en que el
cuerpo no puede controlarse, y tenemos por costumbre solo ir a ese espacio en
momento de apuro, que por cierto, se convierte en nuestro trono, nuestra silla sueños.
Eran casi las once de la mañana y de
repente les llegan unos cólicos a Lucio, como una gacela sube abruptamente el
tercer piso donde está ubicado su apartamento, las llaves se les confunden, los
cólicos suben de tonos, al parecer una acción desvergonzante se próxima, y como
arte de magia logra encontrar la llave de la puerta, sale huyendo hacia
el excusado, se sienta en él, una gota salada recorre
su vertebra, un frío extraño invade su cuerpo, y después
de pujar una sensación de libertad lo inunda.
Lucio tiene por costumbre cada vez que va
al excusado desnudarse, como diría su tía Alfonsina, se queda en cuerito en
pelota. Ya Lucio sentado en el excusado comienza a darle rienda suelta a la
imaginación, entre pujar y pujar, comienza a pensar que pasaría si sacara el
loto, solo 200 millones, bueno lo cierto es que, él haría lo mismo que
nosotros, comprar una casa, invirtieramos en
bienes raíces, una buena yipeta, hacer una acción social para agradecer a
Dios, pero lo primero que haría sería ir a Higuey a cumplir la promesa a la
virgencita y por último darle algunas dádivas a los limpia saco. Lucio ya no está en el excusado, está en un jet rumbo a París, viste traje Christian Dior,
reloj Rolex, calzado fino, está tomando champaña, viaja en primera
clase. ¡waooo, que maravilloso es el paraíso! exclama Lucio.
Los cólicos desaparecen, empuja la
manecilla del excusado, el cuento de Ada se va diluyendo, es abortado por el
mal olor, lo cierto es que a nadie les hiede sus heces fecales. Lucio deja una
estela pestilente en todo el apartamento, la cual es capaz de asfixiar los
mosquitos que andan en desbandada. Ya en la sala, sobre la mesa, comienza a
chequear algunos documentos, recibo de luz, recibo del agua, de la basura, todo
sin pagar, algunos con dos meses de retraso. Un sonido extraño en el celular
indica que llego una notificación del correo electrónico, donde les informa que
su estado de cuenta en el banco está en rojo, vuelve otro sonido al celular,
este le notifica que su proyecto arquitectónico fue reenviado para fines de
investigación, Lucio sale rápidamente del apartamento, bajando los escalones
exclama, ¡que mierda es la vida! mientras alguien les vocifera desde el segundo
piso del complejo: ¡vecino, vecino! se cumplió el alquiler, cuándo piensa usted
pagar, mientras todo el paraíso se esfumaba entre los fantasmas diurno del
asfalto.
No sé qué pasa,
pero algo se me ha olvidado, comienzo a repasar desde que me desperté, tengo la
mala costumbre de tomarme el café antes de cepillarme, al parecer no fue eso
que se me olvido, o tal vez fue el zumo para combatir los parásitos, pero no
fue eso porque tengo el sabor a ajo en la boca todavía, tengo la certeza de que
algo se me ha olvidado, es posible que haya sido la pastilla para controlar la
presión arterial, o es posible que no. Bueno, comienzo a contar las pastillas del
estuche, la contabilidad no me cuadra, pienso, que desde el día 15 al 22 son
siete días, o cuidado sin son seis, pero si lo incluimos los dos puede ser que
sean ocho, lo que es seguro que a mi parecer no la he tomado, pero mi
subconsciente me arroja otra repuesta, estoy confundido, me detengo, hago un
análisis minucioso. ¡Por fin encuentro el camino para salir de este laberinto!
es el vaso de agua, porque cada pastilla debe ir acompañada de un vaso de agua,
entonces si no me he tomado el vaso de agua no he tomado la pastilla, pero si
se me olvido tomarme el vaso de agua al momento de tomarme la pastilla, pero
por Dios, porque joder tanto con la pastilla y el bendito vaso de agua. Lo
cierto es que, Esteban no acertaba con una repuesta lógica, y termino concluyendo
con algo que había leído de alguien que no recordaba, que decía más o menos;
que la gran virtud de la memoria es el olvido. Y volvió a preguntarse si se
había tomado la pastilla que olvido tomarse, que por cierto según él se la
había tomado, mientras se oían los ronquidos en toda la casa.
DESDE LA FERIA ALTERNATIVA DEL LIBRO. DIVERSIDAD POÉTICA
En el marco de la feria internacional del libro de Santo Domingo, los poetas de la cafetera de la calle el Conde dijeron presente con su propuesta, la feria alternativa, donde los poetas de varias generaciones se enlazaron en un canto poético que hizo vibrar a los transeúntes. Este espacio es una propuesta itinerante donde hacen vida todas las tendencias poéticas, felicitamos a los organizadores de poetas en la cafetera de la manos de los poetas Alfonso Torres Ulloa, Glaem Parls, Domingo Acevedo y Jacinto Sencion Mateo por dejarnos saber que la poesía es humanidad.