EN LA MESA DE LOS LAGARTOS
EL JUEGO
Otro día normal en el majestuoso y esplendoroso casino del sol plateado, ya la mesa esta lista, los porta-vasos parece brillar en el fragor de las luces. De este cielo emergen los ojos de Dios, todo el que llega hasta aquí tiene un olor a derrota, el sonido de las monedas al caer revisten de yeso nuestras manos. Un día como todos los otros días, ellos van llegando uno a uno, van saliendo como lagartos sedientos de sus rendijas, no todo los días sale una carnada, y llega hasta aquí. Son aproximadamente las 9 de la noche, hace su entrada habitualmente el señor Tablón, desplaza frívolamente la mirada entre las maquinas tragamonedas, por si hay un cliente a escondida, él como siempre con sus dotes de conquistador husmea entre las faldas de las féminas para que el olor a miedo le descongestiones su olfato, a la distancia, al fondo, ve alguien sentado en la mesa, no lo distingue bien, porque el aire frío del lugar, posa dos grandes nube en sus espejuelos, se desplaza hasta la mesa y puede notar ahora quien es, Percivar, llamado con el sobre nombre del cirujano , el señor Tablón lo saluda
- Que tal Percivar
- Muy bien, vendrán algunos clientes
- Si lo he contactado por el celular, espero que vengan, porque hay una carnada en la ciudad
- ¡que bueno! para buscarnos unos chelitos.
El glamour de las luces hace que las ropas viejas aparenten nuevas, que el neón emerja de nuestros zapatos lustrando los sueños, y como por arte de magia ellos llegan uno a uno, se van filtrando entre la alegría de quien gana, y el silencio de quien pierde. Esta aquí el infractor, como siempre acelerado, hasta tal extremo, de tal manera que la teoría de la relatividad y sus efectos le quedan pequeño, esté toma lugar en la mesa, no he muy dado a saludar, solamente esa sonrisa cínica y maliciosa que lo acompaña, y si pudiéramos hurgar en su pasado entendiéramos porque lleva como sobre nombre el Baba. Al parecer este día los clientes están ahuyentados, la camarera pregunta.
- ¿desean algo de tomar?
- Si, tráigame un té de manzanilla responde el Baba.
En una respuesta rápida Percivar responde
- Un carajillo por favor.
Más en la placidez del asiento el señor Tablón alterna.
- En este preciso momento no.
El juego da comienzo, el repartidor de las cartas se seca momentáneamente las manos, que trajo sudorosa de una discusión previa, alguien dice;
- Para entrar al juego son treinta mil, por favor los mirones a distancia.
Esa voz quebradiza que se pierde entre el barajar de las cartas; es la de Persivar, el cirujano, un hombre con un pasado oscuro, pero muy oscuro, es de imaginar que en las noches al dormir una jauría de voces lo aclama, cientos de fantasmas le abren los parpados para que sus lagrimas se dilaten entre la agonía de unos fetos aniquilados, cuantos hombres y mujeres han quedado en el cementerio de sus manos, asesino inmisericorde del llanto, y como si los muertos no pesaran, él pretende adivinar los naipes y ganar con una escalera imperial.
Una estruendosa voz rompe con la quietud de la mesa, risotadas y carcajadas hacen que los curiosos emerjan del silencio, una copa de vino que se mese como péndulo de un desatino, quien mas si no que el perverso de Luky, el pregunta
. Con cuánto se inicia
. Con treinta mil, responde el Baba
. Pues van, porque hoy hay que mamar….
Y se miran, enfrentan sus rencores en la imaginación, pretenden matar el dinero, descomulgarlo de todo estado físico, y sonríen para aliviar las perezas. Los séquitos se arrinconan en los muebles donde las señoritas negociaron su sexo por varias monedas, por unas migajas de felicidad, por tan sólo un espacio en su historia de hombres clandestinos. Era tarde en la madrugada, pero no veíamos pasar las horas, porque aquí a dentro los sueños eran híbridos, tan sólo esperaban que el rocío se desprendiera de este bostezo mugriento para envejecer entre las luces de sus memorias, la noche ha pasado sin nada importante, aunque aquí nada importa, hoy nadie ha ganado, el visitante, al parecer le dedico unas horas a los burdeles de la ciudad, se enlodó de ese amor marginalmente olvidado, se abrazo a esa piel que por siglos escapo de los brazos nauseabundo de los conquistadores.
- No se espera a quien no ha de llegar, expresa el señor Tablón
- Es verdad mañana será otro día, no siempre se gana, responde el cirujano, pues hasta mañana si Dios lo permite.
¡Ah Dios!, cuanto valor tienen lo que beben su propia sangre, y vomitan cruces en las linderas de estos ríos que no van a ningún lugar, que comieron pedazo a pedazo todas las letras que se posan en nuestra madre, la constitución, y le cambiaron el paño por una careta hecha de ego y maldad a la señora justicia, hecha del dolor indeleble de las rosas de Abril.
Al parecer no hace honor a su nombre el majestuoso sol plateado, los días sean invertido en noche, los fantasmas de algunos jugadores siente la melancolía de las luces y se escapan no se de donde, para llegar y abrazar los recuerdos más inhóspitos de su miserable vida, los carceleros pretendieron olvidar las puertas abiertas, ellos se escabulleron entre los colores de estos arco iris invisibles, pero cuáles carceleros, si ellos nunca tocaron ni el infierno, ni el paraísos, se quedaron divagando entre el ruido de las maquinas y el olor fétido del dinero.
Como siempre en el horizonte, al caer la tarde, las nubes se van suicidando, manchan las noches de espesa bruma, y el sol como duende milenario se posa ante las luces de la ciudad. Los naipes esperan a los nuevos inquilinos de la mesa, tienen tiempo para maldecir tan sólo una silla, tan sólo un jugador, ellos saboreándose todas aquellas resacas, que mujeres en sacrilegio obviaron en la promesa, pero es fin de semana, las luces de la ciudad los guías hasta aquí, las cartas recorren místicamente sus venas, y él aparece, tan sólo él, como si fuese ladrón al asecho, todo lo llaman Tablón, como siempre, olfateando niñas, atrapando sexo. Aquí los jugadores no son extraños, al parecer han vivido conectado del cordón umbilical del tiempo, han dormido trágicamente un sólo sueño, pero están para seguir mordiendo el polvo abrumador de los naipes.
Al parecer nadie se ha quedado en las casas, los aromas de las plantas exóticas inundan la mesa, se repelen entre si, y el cinismo vestido de traje comienza su teatro, no ha faltado nadie, Lucky como siempre arrebatado, deja a flor de piel su gusto por algunos hombres que según él visten bien, pero tan sólo es una falsa para ocultar su feminidad. Todos sentados ya en la mesa, comienza la partida, los séquitos han llegado de toda las discos y burdeles de la ciudad, porque no tienen otro quehacer, que ser chambones y mendigos. La camarera expresa ante todos algo para tomar, con voz tosca el señor Tablón dice
- café con leche por favor.
- Yo quiero un brandy, expresa el cirujano
Y la camarera sigue preguntando uno a uno lo que desean, aunque de tanto tratarlo sabe cuales son sus preferencias, cuales son sus debilidades y hasta sus secretos más íntimos, y al retirarse a buscar lo pedido, alguien aclama
- no me deje sin mi avena, ella responde
- pues claro que no, todo se sumergen en una risa pestilente, en una risa que culminara en silencio, porque tan sólo este hombre llamado el científico, era capaz de tal osadía, un hombre que lleva los naipes como tatuajes en sus ojos, que duerme con la As de diamante y despierta con la reina de corazones, que nunca ha mirado más que esta mesa y este paño, que sus manos no han tocado más que los naipes y el sueño. Ellos se miran queriendo descubrir los errores de infancia, queriendo intimidarse con los gestos. El repartidor da las cartas, el cirujano cae con un par de tres, Lucky con tres J, el señor tablón se retira, el científico tiene cuarta de flores, el repartidor se vira con una J y un tres, los séquitos se levantan de los asientos, comienza la puja por su patrón, los nervios comienzan a dilatarles las ideas, las muecas y gestos para confundir, ni las parturientas sentirían tanta agonía en el preciso momento del parto, y Lucky dice
- van tres mil.
El cirujano mira fríamente a Lucky, queriendo delinear su táctica, mirando sus manos que no se inmutan ante el frío del majestuoso sol plateado y dice,
- mejor cinco mil
El repartidor se tira dos cartas más son dos tres, el cirujano no se va con rodeo
- ahora son diez mil
El repartidor se tira tres cartas mas, son basura, Lucky ríe, pues tiene poker de J, mientras al leerle la carta al cirujano descubre que él también tiene poker, pero de tres y dice
- van veinte mil, vamos atrévete, si realmente ere un come gente.
El cirujano queda anonadado, porque al parecer las cartas le quieren traicionar, respira, evalúa el juego de su contrario, y como si estuviera en su clínica clandestina desflorando niñas, agigantando ese cementerio que lleva en sus manos, se da un tiempo para la reflexión y llega a la conclusión de que Lucky le esta haciendo una escaramuza y grita
- pues van cuarenta mil
Los séquitos se aglomeran, se empujan, vociferan y hasta se manotean, y con una alegría estremecedora Lucky vocifera
- van cuarenta mil, vira las cartas poker de J
El cirujano queda en silencio, los séquitos vuelven a ocupar sus lugares, y todo sigue como ante, dejando que los naipes hablen.
Los sábados no son como los otros días de la semana, al parecer se puede oler las tensiones de los naipes cuando la maquina barajadora lo roza entre si, y salen de sus cuevas los mugrientos hombres de dinero, las niñas se escapan de su dormitorios para vestirse de neón, para irrumpir en las sombras de esos cuerpos mal hecho por la ciencia. De nuevo todos sentados en la mesa de poker, dan por momento olvidado la noticia del día, se sumergen en el mundo surrealista de las cartas, Baba se olvida de la secuela de quimioterapia que ha recibido por el nacimiento de un tumor maligno, y aunque se retuerce de un dolor espantoso, sólo la magia de los naipes por momento le da la placidez de la gloria, y si esté hombre pudiera escribir sus memoria, la otra vida no le alcanzaría para cumplir su condena, porque son tanto los Habeas Corpus que debería emitir la justicia divina, que tan sólo el infierno seria un acto de bondad para quien ha hecho de la oscuridad un paraíso donde los fantasmas degustan de la sangre de quienes pretendieron redimir la historia.
Es obvio que está aquí el extranjero, porque ninguno se ha quedado en su rendija, han llegado para darle una estocada, comienzan a negociarse las alianzas, las pugnas por las posiciones de la mesa afloran en lenguaje espartano, pero lo cierto es que aquí, la lealtad tiene menos valor que las pestilencias emanadas de los vertederos que arropan la ciudad. Esté hombre de quien todo el mundo habla, que al parecer es un ciudadano clandestino de Europa, porque nadie ha podido descubrir de donde procede, es tan alto como un vikingo, tan fuerte como un soldado de la legiones romanas ante de cristo, pero ese silencio que lo arropa, es digno de no confiar, él toma asiento, saca un papel moneda no muy conocido por estos lugares, son Euros, algunos quedan sorprendido cuando el cambio es hecho en moneda local, y como lagartos esparcen sus lenguas para degustar esta carnada que llego no se de donde, pero llego, talvez este sábalo, este nutrido en veneno, pero quien no se arriesga es mejor que siga sus plegarias en la iglesia del barrio, porque aquí hasta la vida tiene un nombre ¡dinero!
Hay un asiento vacío, la jugada ha comenzado, los naipes se burlan de los sabios, le hacen creer que los dominan, la mesa lujuriosa ve pasar las féminas, casi desnudas, casi invisibles, alguien susurra, se molesta al ver aquella sombra a la distancia y dice “ que joder “, pues ha visto a el famoso Jimmy, hombre que se viste de los pies a la cabeza de la palabra conflicto, no he de dudar que esa silla será su lugar, pero hasta la silla desearía estar hecha de espina, hecha de puñales cromados para herir en su efecto todas las palabras que nacen de este hombre llamado contradicción. Como es de lugar a la entrada de la puerta todo debemos quitarnos el traje de la verdad, el traje de la realidad, esa realidad que nos ha dejado marcado por la historia de muchas historias, y tomar el traje de la hipocresía, con una camisa de cinismo y esta careta de mentiras, pero ni los actos retóricos pueden dilatar el juego.
El repartidor da los naipes, el extranjero mira uno a uno los contrarios como queriendo plasmar un aluvión de terror en sus miradas, las cartas son repartidas, el cirujanos cae con par de 2, el señor Tablón con 7,8 de flores, el extranjero tiene par de 10, Luky cae con par de 13 o reyes, los demás jugadores tienen cartas basuras, sólo esperan la primera apuesta, es de 15 mil pesos, es mandada por Luky, sólo prosiguen en el juego el extranjero, el cirujano y el señor Tablón, el repartidor vira las cartas, son tres, porque este poker es de tres puya, se viran las cartas son un 6, 10 de flores, un 2 de corazones , el señor Tablón ríe esporádicamente, tiene cuarta de flores, mas en su silencio el forastero ha descubierto que tiene trío de 10, y alguien no se contiene y exclama
- ¡uaaaoh! Que mano, es el Baba que en su función de mirón no pudo contener la emoción, ellos los miran pretendiendo disolver su alegría,
La apuesta sube hasta 50 mil, faltan dos cartas, el repartidor las cortas, emergen de las contradicciones, un 3 de flores y un 10 de diamante, Luky da por pérdida esta mano y se retira, alguien debe mandar.
- Van 60 mil, dice el forastero
- Pues van, dice el señor Tablón
Al parecer esta seguro que sus flores son imbatibles y replica
- van 20 mil más
Mas el cirujano con trío de 2, no podía arriesgar de un solo tirón tan sustancial cantidad, pues se retira, en espera de una nueva oportunidad. Sólo quedan dos jugadores en esta mano, la jauría de séquitos se amontonan alrededor de la mesa para mirar la últimas estrategias de aquello dos grandes contendores, el repartidor da el último mandato, la jugada del señor Tablón la pueden leer hasta los gatos del callejon de bola 8, pues es visible que tiene flores, él replica,
- Van 40 mil más.
El silencio llega como huésped en noche de lluvia, como amante que huyen de la distorsiones de la ciudad y se ocultan entre sus miedos. El forastero se rebusca entre los bolsillos de la chaqueta, toma un cigarrillo, lee los naipes, y entiende que están en complicidad con él, pues desde el inicio de la jugada sabia que tenia poker de 10, él se levanta de la mesa y de forma abrupta, y en español no muy refinado dice,
- aquí le van 100 mil.
El señor Tablón ha quedado fulminado por dicha cifra, pretende confesarle a las cartas su amor indeleble por los naipes, el repartidor da una palmada en la mesa y pregunta.
- asume la apuesta o pasa
Después de una reflexión el señor Tablón pudo entender que esta partida estaba perdida y abría que ahorrar energía para las demás, exclama.
- Me retiro, no hay de otra
- Es usted el ganador, le dice el repartidor al forastero.
Esté recoge el dinero, mientras los mirones con sus ojos de mendigos golosean una limosna.
Es tarde ya, la melancolía de la noche, como la resaca de nuestros rencores, están decayendo por la invasión del sueño, que al parecer nos deja como sonámbulos en busca de una mentira, una mentira que repetida mil veces, es convertida en verdad, la ciudad ha quedado impávida, las meretrices vuelven a los burdeles, después que el rocío cayó como veneno en su piel. Es hora que todos vayan a dormir, vayan a defecar sueños en los límites de sus miedos. El majestuoso sol plateado a quedado en la oscuridad, la ciudad esta despertando, el olor a café recorre los puestos de revistas, es preferible ir en tren, que en autobús a los locales comerciales, y vuelven de visita los fantasmas al sol plateado, corren como niños juguetones entre las maquinas tragamonedas y las mesas de black jack, y no entienden por qué esta pausa en el tiempo los encarcelan entre los misterios de esté lugar. Al parecer no hay mejor brebaje que aquel que se filtra entre los naipes y se muda a nuestros labios para entumecer esté dialogo cuando aflora el sol, todo un silencio arropa estos cuerpos, lo inhibe de sucesos posteriores, y sin pretender mas que huir del lugar, alguien, a podido notar que ha extraviado su traje de la verdad.
La soledad no es habitual en esté lugar, pero fue tan intenso el fin de semana que hasta las luces agónicamente pedían a coro, un receso laboral, solamente hasta aquí han llegado algunos curiosos que sin otro quehacer, que ir dando tumbo en la noche se comen su propio sueños, en la mesa habita solamente una persona, que rebuscando en sus bolsillos sólo encuentra deuda del pasado, esté es el encargado de la mesa, mejor conocido como Che, al parecer, él dialoga con sus muertos, esos muertos que nacen de las borracheras clandestinas, que por momento ahogan sus sueños, que no tienen más recreación que vivir coqueteándola y agusanando heridas del pasado, pero lo cierto es, que sólo él, con toda su loquera puede aguantar tanta intriga, tanto cinismo. Quién de tanto ver las cartas, no tendría la instigación de poner en duda su honor y dejar que esté vicio le envenene hasta el alma, Che vuelve a hurgar entre los bolsillos, pretende de un sólo tirón pagar las deudas, mientras los usureros asechan entre los matorrales del parqueo, pretendiendo enriquecerse de toda su miseria, pero alguien ha llegado, lo hace despertar de esa pesadilla, que a la lastre no es pesadilla, sino su cruel realidad, y pregunta.
- Donde están los jugadores hoy
- Bueno, al parecer, han tomado una vacaciones, él responde
Más el visitante contesta
- Pues que tenga una buena noche.
Che vuelve a recostarse en su silla, como rey en ruina, se espanta esos muertos que claudicaron en causas perdidas, y espera, hasta que el tiempo jornal le de la última estocada a esas pesadillas, pesadillas que volverán anidar en los bolsillos de su piel.
Hoy es un día de decisiones, al parecer llegó la información de que el forastero pretende dar por terminada su estadía en esta pequeña ciudad, los modernos sonidos de los celulares no callan, van despertando uno a uno los jugadores, el rumor se esparce por toda la ciudad, el día se hace largo, mientras la noche se va regocijando, al saber que las luces de neón pretenden plagiar el sol. Esta casi llegando la hora, los naipes reviven orgías de tiempo pasado, la mesa como embustera al fin, le susurra a las sillas que alguien debe ganar, pero ¿quién?, si tan sólo ella, es la vampiro que bebe la sangre de los detractores. Son inexplicable los resabios del Baba, pues la jugada esta al comenzar, él pretende apoderarse de el destino de la mesa, pero quien ha tenido esté prestigio desde hace varios años es el señor Tablón, Jimmy y Lucky se sonríen a espera de quien será el perdedor, ese es el grandioso Jimmy siempre disfrutando los momentos de anarquías, pareciese que su vida extinta de esté lugar fuese vapuleada por los consejos siquiátricos de un doctor de segunda categoría, porque no se puede entender como en un sólo ser pueden converger tantas contradicciones, es que el mutismo será el volcán donde se hincha toda su cólera. Pero lo cierto es que todos están aquí, no sólo para abrazase, para hablar de sus negocios clandestinos, sino para descuartizar esta carnada, que huele a tesoro olvidado entre los naufragios de viejos galeones. Han llegado tantos jugadores que hasta lo que estaban en retiro olieron la carne, cuando a fuego lento llena nuestros estómagos de gases imprudentes. Pero lo cierto es que nadie ha faltado a esta fiesta donde el pavo importado tiene un sabor a euros. Los jugadores toman sus asientos, al parecer las alianzas están elásticamente gastadas. El señor Tablón le da algunas instrucciones a la camarera, al parecer hay una comilona de chivo con yuca para la noche de hoy. Los naipes están listos, el repartidor llama al juego, el encargado revisa minuciosamente las cartas frente a todos los jugadores y séquitos para que nadie al final alegando ignorancia diga que fue timado en un acto absurdo como cualquier perdedor frustrado. Es preciso delinear en la elasticidad de estos hombres una migaja de honradez, porque la honradez aunque sea símbolo de honestidad en este lugar es un absurdo, un fetichismo insolente que todos, absolutamente todos han desalojado de sus bolsillos para no confesarles a los demonios cuántos gusanos habitan en sus lenguas. La noche sigue como adolescente promiscua susurrándole a los oídos, vendiéndose como metal pulverizado en la quíntupla emancipación de estos volcanes que erosionaron sangre en vez de sueños. Tan sólo el forastero pretendía recuperar el legado de sus ancestros, pero hay estaban los naipes dibujando mundos imperfectos como si fueran nubes en tiempos huracánales destruyendo lo bellamente conjugado.
Lucky esta esperando una buena partida, al parecer el brujo no estaba de humor y en vez de agua de la suerte, les roció repelente para los mosquitos, porque cuando la suerte esta de parranda hasta los difuntos sudan las penas pero él sigue creyendo que los naipes como promiscuo al fin harán una alianza con él, porque lo cierto es que ha echado su vida vendiendo placer, y pretende regalarle unas películas y revistas pornos para aquellos momentos de ocio. Al parecer hay varios jugadores que deben desalojar la mesa, sólo queda espacio para quienes tienen buenos ahorro, algunos recurren a los prestamistas pero es tan alta su deuda que no encuentran quien financie la partida, se rebuscan todos los bolsillos, sus séquitos se alejan para no perder las propinas que han recolectados en el transcurso de la semana, pero lo cierto es que devén retirase pues el juego debe continuar. Quedan cuatro jugadores, el forastero, Lucky, El Baba Y el cirujano.
Las carta son repartida, hay un limite para el inicio son 20,000 pesos, los mirones están distante, posiblemente esta noche haya un gran ganador. Algunos piden algo para tomar pero lo más recomendable es no injerir alcohol para no cometer equivocaciones que después tengan que lamentar, el cirujano pide.
- un plato de frutas y por favor echarle un poco de miel
La camarera es explicita
- algo más.
El cirujano afirma
- una botella de agua por favor
Los demás deciden tomar café para que el sueño no lo sorprenda en el preciso momento de leer una jugada sustanciosa. Porque si los sorprenden las hadas de los dientes alambrados los naipes pueden asustarse y su felicidad pasaría de cola de ratón has tan sólo excusa de niño mentiroso. Alguien ha reído, Jimmy esta repeliendo un olor nauseabundo que se desprende de este grupo de focas humanas.
En verdad los lagartos cuando el calor inunda su piel, la ansiedad inunda su lengua, y se ven envueltos en el dilema del juego clandestino donde los arrabales se convierten en sus escondites preferidos. Están ahí los naipes riéndose de todos ellos, esperando que la mesa le robe hasta el último suspiro, pero el arrepentimiento estaba guardado en el oxidado anaquel de los recuerdos, en sus ojos tan sólo se puede notar esa avaricia pestilente que poco a poco sin darse cuenta le esta guardando un rincón en el hospital siquiátrico de la ciudad. Después de tantas partida basura el repartidor da las cartas, sólo cuatro jugadores, el forastero tiene 4, 5, Lucky A y reina de diamante, el cirujano par de 10, el Baba tiene una J y un 2, el repartidor da el mando, el forastero da un mando de 40 mil todos aceptan, el repartidor tira tres cartas, esta son dos 2 y un 5, hay un nuevo mando el forastero manda 100 mil. El Baba como todo un pedagogo trata de sumergirse en las cartas y proyectar un esquema estructuralista para a través del análisis minucioso disminuir el riesgo, se levanta, y aclama van 100 mil, el cirujano y Lucky sin mas nada que hacer tiran las cartas en actitud de retiro. El repartidor tira una carta mas es un 5, el forastero dándose por ganador seguro, porque a la vista tiene Full manda 400 mil para que el Baba se intimide y se retire, pero como siempre cuando el dinero no duele los riesgo no importan y el Baba sabiendo que tan sólo queda una carta dice van 400 mil y en una jugada astuta replica y aumento 500 mil, los séquitos se sorprenden porque según las probabilidades su por ciento para ganar son muy bajos, es posible que quiera echar un cubo, pero el forastero no se va con rodeo y acepta el reto pues aquí hay 500 mil. Sólo queda una carta el sudor cubre los cuerpos como tsunami en el desierto, los lagartos parecen que van a morir de sed. El Baba pide algo inusual quiere la última carta tapada aunque no es permitido el juego, pero como si fuese algo personal el forastero acepta, pero con último mando de 1, 000,000 de pesos. Esto es de locura, los mirones se alejan porque tan solo una sonrisa podía costarle la vida. El encargado de la mesa se quita los lentes, llama al área de cámara para que le de seguimiento a la jugada. El repartidor saca la carta del cajetín, vira la carta es un 2 el Baba hace que se desploma, el repartidor se atraganta, porque ha visto tantas veces esta escena, que realmente es una novela repetida, el Baba como por arte de magia tiene poker de 2. El forastero vira sus cartas tiene Full, se inclina hacia su derecha, todos esperan la decisión del Baba, porque al parecer ama tanto estas cartas que no le parecía ilógico ofrecerle matrimonio, él vira sus carta exclama
- mira mi magia, poker de 2
- ¡cómo! Grita sorprendido el forastero
- No es posible vuelve y afirma
- Pero lo he, rectifica el Baba
- Quiero una repetición de la cámara, pide el forastero
- Pues vamos, dice el encargado
Esta oficina parece estar llena de barrotes, los dos hombre sentado uno frente al otro esperan la sentencia, las palabras son escasas, miran minuciosamente el video, todo esta correcto, el forastero expresa
- excúsenme, pero si me dormía con esta duda, es posible que la muerte me rondara
- gracia, nosotros defendemos la legalidad del juego, dice el gerente
- pues a si es mejor acierta el Baba.
En la sala de juego todos esperan la aclaración del la reclamación, bajan los dos hombres, el Baba aclama
- si no fuese por la tecnología
- tremendo trompo, vocea Jimmy desde su asiento de mirón arrepentido.
La noche por el momento sea escapado de la ruina de los paganos, como gelatina corren los diálogos en las callejuelas de la ciudad, en los tarantines de las calles heroicas unas niñas venden su pudor por varios gramos de ilusión, y aunque la adquisición es de poder, el poder adquisitivo de esta moneda es tan sólo la bondad de un trozo de pan.
Las maletas están hecha, la carnada se va, el olor a sangre se esparce entre las paredes de esta ciudad amurallada, la mesa esta en silencio, los naipes duermen, se oyen los ronquidos de las maquinas barajadoras, el sonar de unas monedas en el parque; le da el adiós. Los séquitos volverán a sus andadas, venderán sueños a nuevos invitados, la mesa se reirá en su soledad, porque mientras ellos sueñan, ella va cavando esa gran fosa donde todos algún día irán a parar.
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