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martes, 7 de agosto de 2018

EN VOLANTA, UN ROMANCE EFÍMERO (MAS QUE CUENTO)



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EN VOLANTA, UN ROMANCE EFÍMERO 

No hay mejor manera de comenzar la tarde que cuando el día ya comenzó, porque cierto es, que este maldito calor pone a cualquiera a rebuznar sin ser burro, quien dijo eso, ahh sí, mi abuelo lo dijo. Pelagio mando a detener al motoconcho,  siendo un hombre muy esquivo le pregunto.
-          
Cuanto usted cobra hasta el parque de los regalados.
-          Bueno,  50 pesos
-          Pues lléveme
-          Móntese, suba los pies en el estribo  y agárrese  

Había caído una ligera llovizna, pero el vapor del asfalto era tan fuerte que parecía que la ciudad entera era un baño sauna.  El motoconcho intenta robarse la luz roja del semáforo, Pelagio le grita; abusador, todavía no he terminado de realizar mi sueño, él  desacelero,  llevaba el casco colgando del codo, de pronto, un rebaso suicida, casi  rozando, ese fue el momento que Pelagio se percató de que el casco era una pieza más de museo. Estaban  intransitables las calles, Pelagio pregunta al motoconcho.
-          
Por qué tomaste esta ruta.
-          Buen Don, en honor a la verdad, no tengo licencia, y menos seguro.
-          Comoooo
-          Así es, tome este atajo porque la poli jode mucho.
-          Ya veo, ¡cuidado con esa señora!
-          ¡Diabl…. Por poquito!

De momento el parque de los regalados parecía un espejismo, el motoconcho esquivaba los transeúntes, Pelagio pegado como un parche al motoconcho intentaba respirar despacio, pensó de todo, y de repente un verso llega a él “trapaza la luz una flor, hay un esqueleto emergiendo de su sombra” , comienza a repetirlo como una letanía para no olvidarlo, pues no hay lápiz ni papel, sólo la velocidad puede detener el proceso de olvidar, repite y repite el verso, es posible que sea su oportunidad para llegar al mundo de las letras. El motoconcho se detiene, Pelagio le grita.  
-          
¡Hasta la cuanta es!
-          Don, esto no es un jet
-          Es que se me hace tarde, tengo una urgencia
-          Ya entiendo, ¡no lo haga aquí!


Pelagio sigue repitiendo como un papagayo ese verso que le llego como balde de agua fría “trapaza la luz una flor, hay un esqueleto emergiendo de su sombra” sólo faltan cinco cuadras para llegar al parque, y Pelagio sigue con su letanía, el motoconcho le pregunta, qué es lo que usted tanto reza Don, él hace caso omiso, se detiene el motor.
-          
¡Por fin llegué!
-          Ahora págueme
-          Y usted devuélvame.  

Al parecer se está fecundado el olvido, salé corriendo en busca de lápiz y papel, en el trayecto alguien intenta detenerlo,  él sigue como un bólido, irrumpe en la casa violentamente, saca del librero libreta y lápiz, intenta armar la letanía, “la flor en el vertedero, podrida la sombra” coñooooooo, como un relámpago trapaza la casa, llega a la calle, busca en el celaje del ruido al motoconcho,  ya era tarde, ella se había ido con  él.  

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    Microrelatos  Autor. Fausto Antonio Aybar Ureña.   La intrusa. De repente, salió huyendo la come libro, la devoradora de palabras, é...