La poesía es la forma más humana de resistir, por esta razón en solidaridad con todos los dominicanos y extranjeros que fueron partes de las victimas de la tragedia del 8 de abril, en la República Dominicana, el poeta Fausto Aybar nos deja dos poemas de su autoria, desde una perpectiva humanista.
Réquiem del dolor.
A la memoria de los fallecido en la
tragedia del 8 de abril
Llueve.
Llueve tanto
que las gotas sobre
los escombros
son la nota de una
triste canción.
Llueve.
llueve tanto
que en el vientre
de este abril enlutado,
colapsadas
luciérnagas no dejan de llorar.
Llueve.
Llueve tanto
que del diluvio del
dolor, en los campos santos
nacerá una nueva
oración.
Llueve tanto
Que en el trinar
del viento sobre la patria herida
germinaran raíces en otras vidas.
Llueve.
Llueve tanto, tanto
que como lágrimas,
las gotas de lluvia
dejaran cinceladas
la perpetúa sonrisa
de lo que nunca se
irán.
Porque
Llueve,
Llueve tanto, tanto
que nuestro pueblo
ahogado en un mar de llanto
entonara el
merengue de nunca jamás.
Elegía del temblor
de la luz
A la memoria de los
fallecidos en la tragedia de 8 de abril
Un clamor
desde los confines
de la noche
despierta el alba.
Oleadas de llantos
surcando
cada rincón de
Quisqueya
En los campos
santos
difuntos pasados gimen
por el dolor del
presente.
Peregrinar de
flores por los caminos
de este abril
apesadumbrado.
Despierta el alba.
Y la ciudad
sumergida en lágrimas,
no asiente la
partida de la alegría,
no asiente el
silencio del canto.
Despierta el alba.
Despierta gris como
la ceniza
del verbo moribundo.
Despierta entre los
escombros
de una sinfonía negada
a morir.
Despierta el alba.
Y con ella la patria,
conmovida, abrumada
abatida, despierta
herida.
Despierta sobre el
lomo del sol,
sobre el lomo de
una oración.
Despierta del
soplar
del temblor de la
luz.