EN EL SILENCIO, UN ÁNGEL EFÍMERO.
¡Sorpresa…!
Esa era la frase etiquetada en la mugrosa cubeta, en una
esquina del retrete.
Dicen las malas lenguas, que Cienfuegos, es tierra de
nadie, que aquí, el diablo no anda como diablo, anda como loco.
Hoy al despertar, en este cinturón de casas destartaladas,
la tragedia no hace asomo, vive en ellas. Flor de Luz, niña encantadora, esta
al cumplir su siete meses, habita en el mundo de las curiosidades, toca aquí,
toca allá, sonrisas y viejitas para los visitantes, no sé cuanta felicidad
pueden albergar los labios de un ángel, pero Flor de Luz, es lo más cercano a
nirvana en la tierra.
Se perciben pasos, hay una sombra avistando en el
tendedero, la madre de Flor de Luz anda en quehaceres cotidianos, de la sombra emana
odio. Hay seres ruines que pretenden intimidar la justicia, romper con la
felicidad de aquellos que no conocen de culpas, y precisamente hoy al
despertar, nos embarga de tristeza, la amarga noticia, que aflora en los
periódicos vespertinos (muere ángel
ahogado en cubeta repleta de agua).
Cuantas veces he querido borrar a Cienfuegos de mi
memoria; dejar de habitar en esta laguna de estiércol, pero Cienfuegos es el
resultado, de la suma de todos nuestros pecados. Y Flor de Luz, linterna fugaz,
flor helada, mi pequeña niña; descansa en paz.
Fausto Antonio
Aybar Ureña.