Voces de la Cafetera.
Ramón Estrella
Hubo testigos
Llora la tarde, la voz de un jilguero enmudece, se ha
espumado el aroma del café, ya no se enreda su esencia entre el pelo de Gleam
Parls.
Como gotas saladas llovía la nostalgia en los ojos de un
diácono poeta, que observaba desplegarse aquella puerta de metal cuando la mano
decidida del adiós, cerró la cafetera.
En su interior una obra de arte languidece en la pared,
en ese espacio vacío, en el vientre mismo de la cafetera, una legión de
fantasmas se atrincheran.
Enarbolando los libros, la poesía, los versos, que son la
espada, que ha logrado atravesar el tiempo, poniendo en alto la cultura y el
arte Dominicano.
Si, los fantasmas, de los poetas han empuñado la espada,
para que el ejército implacable del olvido no borre su legado.
El cual, la cafetera hizo florecer con tertulias
fascinantes, entre bohemios, artistas , música, poetas, escritores, vinos
buenos y café.
Ernesto Vantroy
La cafetera se ha muerto
y con ella la poesía
todos nos quedamos solos
se nos fue la fantasía.
Cuántos ayeres se van
por esta calle vacía
donde ya no habrá poetas
ni buen café ni alegría.
Se van las conversaciones
de grandes intelectuales
y de poetas aprendices
que allí elevaron altares.
Qué fue de Víctor Villegas,
que está cumpliendo cien años,
sus largas conversaciones
con amigos, con extraños.
Recuerden el taburete
de Don Manuel del Cabral
o en aquel que Pedro Mir
se disponía a charlar
con decenas de exiliados
e izquierdistas perseguidos,
todos allí eran hermanos
hallaban todos un nido
Todos vamos a buscar
que reabra La Cafetera
no debemos permitir
que toda su historia muera.
La Cafetera cierra
Daivy De Jesús López
Cerraron la palabra
En vísperas de un viernes,
A la vista de Glaem,
De Deivy y de Jacinto.
Como pestañas de ojos
Apagaron la voz
Y la puerta es un muro
Que silencia al poeta.
Dos últimos café.
Su reloj biológico
Marca la cuatro y siete
Y suena la máquina;
Pero su aroma, aroma
Cargada de tristeza,
De impotencia salada
En el agua de mi ojo
Que corre cómo verso,
En la última página
De nuestra antología,
Es distinto el sabor,
Ya no vuelan coplas
Ni trazan ilusiones
Los cuadros de maestros
Que ven desvanecer
El color de la voz,
Que libertad declaman.
La tristeza es espesa.
Sobre los pies del bardo
Que contempla la tarja.
Ya son las cinco y siete.
Desde la calle El Conde,
Mirando su interior
Expresa una elegía:
“Los versos, su espesura,
Se hizo oscuro el silencio…
La Cafetera cierra”.
Aristóteles Ponserrate
Sentimiento de derrota a la
cultura, dolor de incendio trashumante, herida supurante en el estrago del
tiempo, qué lamento tan profundo, alarido que horada la conciencia de quienes
hicieron de La Cafetera su altar, para entregar a las musas sus ofrendas más
primorosas.
El cierre cruje, roe,
desgarra, taladra como daga incendiaria en el corazón de quienes de hinojos
vemos partir un espacio entrañable, un acogedor y creativo rincón en donde los
sueños fueron certezas tejidas entre cafés, copas y elegías.
CERRARON LA CAFETERA
Por Roberto Núñez
Cerraron La Cafetera,
la casa de los poetas,
Su reunión será en la acera
sin café y sin bicicletas.
Fue un cierre sin aviso,
tampoco hubo preaviso.
Ya no habrá cesantía
y se perderá la empatía.
Fue un cierre repentino
dejando afuera la poesía,
pero seguiremos el camino
sabiendo lo que se quería.
Cantaremos sin café,
siempre a los cuatro vientos
sin perder nunca la fe,
y hasta leeremos cuentos.
Los poetas se irán
con su música por dentro;
pero también seguirán
de la ciudad en el centro.
LA CAFETERA
Jacinto Sencion Mateo
No ha muerto, su agonía es la
nuestra, su derrota es cadarzo que acaricia la diestra, es pendón de olvido que
mece las ramas del olivo, no ha muerto el verso en la esperanza calcinada como
susurra a la memoria el hada encantada, se desliza la prosa en los viernes de
Poetas en La Cafetera y la tetera de café reverbera, es la historia, es la
memoria, es la fragua que no de tregua, se eleva cantarina la voz en canto de
tristeza cuando el cierre se viste de certeza: La Cafetera de sueños, de
artilugios, de verbenas, diálogos, aromas, entorna su mirada postrera y se
extingue en una tarde cualquiera de septiembre. ¿Se ha fugado la locura en el
aroma del café?
Gonzalo Alvarino
Cartagena de Indias, Colombia
Elegía en forma de taza de
café
Luego de ocho décadas
los amigos se marchan para
siempre
de la Calle del Conde.
Desaparecen los cuadros,
los colores, las risas
y el café de las cuatro de la
tarde.
En la primera isla algo
sagrado muere,
los viernes serán ahora
un lugar oscuro para las
voces,
y el corazón de Santo Domingo
grita,
y mi hermano Jacinto paga el
último café.
LA CAFETERA
Yi-yoh Robles
!Es mi relax! "La
Cafetera" /Calle El Conde en mí Ciudad Colonial amada en la que vivo y
tengo mi taller artístico.
Aquí me he tomado mi café a
horas tempranas durante muchos años. Me topo con el admirable maestro de las
artes plásticas RD José Cestero.
Desde aquí armo mis proyectos
y he vendido mi libro con éxito.
Desde aquí junto a mí
inseparable amigo hermano del alma Pipen Glaem Parls , de forma entusiasta
convertimos muchos sueños en realidad.
Todo este culto a la cultura y
el arte lo traigo desde el vientre de mi madre.
Primero utilizábamos el
restaurante café El Conde = "Palacio de las esquizofrenia", lugar que
luego se convirtió en entidad turística perse y perdió su alma de escenario del
arte y la cultura, entonces nos refugiados en "La Cafetera".
Muchas historias, anécdotas,
vivencias etc. se pueden contar desde estos lugares de nuestra amada Ciudad Colonial.
Willfrido Velázquez Gómez
Esta puerta cerrada,
Está abierta al escrutinio;
rompiendo el silencio.
Rebosante de una gramática y agramatical rebelión;
de encuentros poéticos;
inundando páginas en su equilibrio,
permea el círculo;
yaciendo en este plano,
a pesar de las controversias;
no son elogios son los hechos;
que perturban, en el sonido contundente de las letras;
patrimonio en todo sus estilos,
flexible a los sentimientos;
cultura es arte al ritmo de las voces;
candil encendido a lo cimientos de la luz.
Es de todos, no de uno; esta sinergias;
se enfrenta al espejismo;
razón ineludible que frecuenta las preguntas,
en el espacio y el tiempo.
Orbitan las palabras fervientes,
que inmensurablemente serán el verbo.
Simiente incorruptible que no caduca,
que persiste en su vivencia,
cual Fórmula intangible y precisa...
¡Abrid la puerta!
porque esta puerta estará abierta a la razón,
vertical e incorruptible.
Son de tolerancia y amistad,
son irrefutables.
Punto neurálgico de encuentros;
neutral en su benevolencia...
¡La Cafetera, no ha muerto!
Por. Fausto Aybar.
Hasta las entrañas
del oráculo llego la noticia
¡Cerraron la cafetera!
Y enfurecido, el dios Café,
evocó a las ánimas
de los poetas muertos.
Y la calle el Conde fue
ungida de versos,
ungida de sueños.
¡Porque la cafetera,
no ha muerto!
Solo esta postrada
en la sonoridad del sigilo.
Esperando que del vientre
de la noche germinen otros
verbos.
Esperando que nuevas voces
preñadas de alegorías:
mantengan vivo, el vivaz
fuego.
De las heredadas voces,
que detuvieron el tiempo.