DISTANCIA (CONTRA PUNTO DE ETERNIDAD)
PURA LOSADA
Distancia, no te noto distancia,
sólo gendarmes se atrincheran
en esta frontera. Paso revista a
mi aliento, y tú, distancia; revienta
entre mis entrañas, desparrama iconos
en esté verbo donde los miserables
ahondan su soledad.
Vuelvo y miro hacia el horizonte,
y tú, distancia; navega entres mis
mejillas de hombre desolado, arrulla
el ángel que anida en mis sueños,
revolotea entre arcabuces y espejos.
Respira la noche, distancia; los duendes
emergen de las partituras de los dioses.
Hay sombras cóncavas; distancia.
Y yo pretendo llamarte desde este
lenguaje defectivo, quizás prehistóricamente
devorado por fantasmas, incisivos los labios,
llamen y no responda, porque tu distancia;
en la soledad del sepulcro, pretende dividir
los cuerpos, mas no las almas.
Dedicado a mi amiga Pura Losada,
de la cual aprendí, que escribir no es un trabajo,
es una vocación. Mil gracias por tus enseñanzas
Fausto Aybar
14/12/2010
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lunes, 23 de mayo de 2011
HABLAR DE VOZ, HUMILLACION DEL ALMA
HABLAR DE VOZ, HUMILLACION DEL ALMA
Dijo la voz;
Yo soy el tiempo,
soy el tragaluz que centellea en el horizonte,
soy de la gota de agua, la única resistencia de la muerte,
mas nosotros, nómadas de las noches, yacíamos en
las laderas del silicio.
Dijo la voz;
Yo soy la carne,
soy el dolor de las almas perdidas,
soy hambre divagando entre tus labios,
mas como reptiles inmundo, poco a poco
devorábamos el futuro
Dijo la voz;
Yo soy la vida,
soy quien germina aunque el aliento fallezca,
soy el árbol que la blasfemia no toca,
tan solo soy el sedero donde germinan las luciérnagas,
mas nosotros redimidos nunca, humillados siempre.
Dijo la voz;
Yo soy el hombre,
el tiempo, la carne, la vida,
soy el arco iris de los ángeles caídos,
el eclipse que ahuyenta los lagartos,
mas en nosotros reventaran las palabras,
como lanza de verbos por nacer.
Fausto Aybar
Dijo la voz;
Yo soy el tiempo,
soy el tragaluz que centellea en el horizonte,
soy de la gota de agua, la única resistencia de la muerte,
mas nosotros, nómadas de las noches, yacíamos en
las laderas del silicio.
Dijo la voz;
Yo soy la carne,
soy el dolor de las almas perdidas,
soy hambre divagando entre tus labios,
mas como reptiles inmundo, poco a poco
devorábamos el futuro
Dijo la voz;
Yo soy la vida,
soy quien germina aunque el aliento fallezca,
soy el árbol que la blasfemia no toca,
tan solo soy el sedero donde germinan las luciérnagas,
mas nosotros redimidos nunca, humillados siempre.
Dijo la voz;
Yo soy el hombre,
el tiempo, la carne, la vida,
soy el arco iris de los ángeles caídos,
el eclipse que ahuyenta los lagartos,
mas en nosotros reventaran las palabras,
como lanza de verbos por nacer.
Fausto Aybar
martes, 3 de mayo de 2011
EN EL REGAZO, UNA GOTA DE SANGRE
EN EL REGAZO, UNA GOTA DE SANGRE
Se abren las puertas, infinitas son las sombras,
las cadenas revientan de tanto dolor, y puedo
oler esa gota de sangre que los siglos indeleblemente
han guardado.
Se abren las puertas, hay cruces oxidadas,
y caemos hincados frente a ti, es largo el sendero,
reflexivamente las oraciones nos consumen, y al parecer
navegamos entre los colores invisibles de tu silencio
Se abre el costado, brotan de nuestras espaldas
los recónditos hematomas del tiempo, las lenguas
carcomidas, no vomitan ecos, y en el regazo, una
gota de sangre hace emerger el llanto.
Se abren las puertas, los traidores no vuelven
de las sacros santas palabras, caen a sus pies las horcas
del ruin, no hay canto mudo del animal noble, solo la gota
que paulatinamente recorre nuestras memorias.
Fausto Aybar
Se abren las puertas, infinitas son las sombras,
las cadenas revientan de tanto dolor, y puedo
oler esa gota de sangre que los siglos indeleblemente
han guardado.
Se abren las puertas, hay cruces oxidadas,
y caemos hincados frente a ti, es largo el sendero,
reflexivamente las oraciones nos consumen, y al parecer
navegamos entre los colores invisibles de tu silencio
Se abre el costado, brotan de nuestras espaldas
los recónditos hematomas del tiempo, las lenguas
carcomidas, no vomitan ecos, y en el regazo, una
gota de sangre hace emerger el llanto.
Se abren las puertas, los traidores no vuelven
de las sacros santas palabras, caen a sus pies las horcas
del ruin, no hay canto mudo del animal noble, solo la gota
que paulatinamente recorre nuestras memorias.
Fausto Aybar
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