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martes, 1 de enero de 2013

RUMBO AL BICENTENARIO DEL PADRE DE LA PATRIA ( JUAN PABLO DUARTE DIEZ )







                                              JUAN PABLO DUARTE DIEZ


nació en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813, durante el período conocido como el de la "España Boba". Sus padres fueron Juan José Duarte, oriundo de Vejer de la Frontera en la provincia española de Cádiz, y Manuela Diez Jiménez, oriunda de El Seibo, hija a su vez de padre español y madre dominicana.
Luego de que las tropas del haitiano Toussaint L'Ouverture llegaron al país en 1801, tomando posesión de la ciudad de Santo Domingo, los Duarte salieron hacia Puerto Rico, residiendo en Mayagüez, Puerto Rico, donde ha debido nacer su hijo primogénito Vicente Celestino, pero hasta ahora no se ha encontrado constancia de ello. La familia regresó al país luego de terminada la guerra de la Reconquista en 1809, cuando el país volvió a ser colonia española.
Su padre trabajó tesonera y provechosamente en su negocio de efectos de marina y ferretería, único en su género en la ciudad de entonces, situado en la margen occidental del río Ozama, en la zona conocida con el nombre de La Atarazana. En esta época nacieron, además de Juan Pablo, dos de los cinco hijos llegados a mayores: Filomena y Rosa. Nacieron otros que murieron jóvenes: Francisca, Sandalia y Manuel.
El padre de Duarte murió en la. ciudad de Santo Domingo eI 25 de Noviembre del 1843, estando Duarte ausente del pais y su madre en Caracas en el 1858, durante el destierro que le impuso Santana, en unión de sus hijos.
Juan Pablo fue bautizado en la Iglesia de Santa Bárbara el 4 de febrero de 1813. Sus primeras enseñanzas las recibió de su madre y, más tarde, asistió a una pequeña escuela de párvulos dirigida por una profesora de apellido Montilla. De allí pasó a una escuela primaria para varones, donde desde muy temprano dio muestras de una gran inteligencia. Fue admitido más tarde en la escuela de don Manuel Aybar, completando sus conocimientos de lectura, escritura, gramática y aritmética elemental.
Siendo casi un niño recibió clases sobre teneduría de libros para pasar, ya adolescente bajo la tutoría del doctor Juan Vicente Troncoso, uno de los más sabios profesores de entonces. Con él estudió Filosofía y Derecho Romano, mostrando, una vez más, su gran deseo de superación y de amor por los estudios.
En 1828 o en 1829, con apenas quince años de edad, y acompañado del señor Pablo Pujols, comerciante ligado a su familia, sale vía Estados Unidos, Inglaterra, y Francia rumbo a España, radicándose en Barcelona, donde tenía parientes. Poco se conoce de Duarte durante su permanencia en España.
Para 1831 ó 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo y trabaja en el negocio de su padre. Realiza una intensa vida social que le liga a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Es testigo de matrimonios, apadrina bautizos y asiste a reuniones de carácter cultural. Esa viviencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país. El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.
Juramento de los Trinitarios
En el nombre de la santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la Separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: "Dios", "Patria" y "Libertad". Así lo prometo ante Dios y el mundo: si lo hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo.
Apegado a la lectura y ávido de conocimientos, traducía del francés al español, así como del latín. El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta "La Trinitaria". para que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Esta sociedad, que respondía a una estructura celular, tenía por lema "Dios, Patria y Libertad" y sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo. Más adelante surgió otra sociedad "La Filantrópica" destinada a realizar una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.
Duarte tenía antes de la independencia un definido concepto de la nación dominicana y de sus integrantes. En su proyecto de constitución dice con claridad que la bandera dominicana puede cobijar a todas las razas, no excluye ni da predominio a ninguna. Su concepción de la República era la de un patriota, republicano, anticolonialista, liberal y progresista.
Cuando se inició en 1843 la revolución contra Boyer que repercutió en la parte oriental de la isla, Duarte encabeza el movimiento reformista en la ciudad de Santo Domingo. Juega un papel decisivo que lo llevó al liderato de los republicanos que luchaban por la independencia. Las circunstancias lo obligaron, más tarde, junto a otros compañeros a abandonar el país. Pero al ausentarse del territorio nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el cual quedaron plasmados los principios republicanos y liberales que Duarte predicó durante años y ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un Estado soberano.
Después del 27 de febrero regresó a su patria, y se incorporó a la Junta Central Gubernativa dominada por los sectores más conservadores que no tenían fe en la viabilidad de la República. Se inició un proceso de luchas internas que culminó con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado dominicano. Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.
Falleció en Caracas, Venezuela, el 15 de julio de 1876 a los 63 años de edad.

IDEARIO DE JUAN PABLO DUARTE DIEZ


  • Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria.
  • Procuraré conservarme bueno, conservaré mi corazón y mi cabeza.
  • Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre, independiente y triunfante.
  • Hay palabras que por la ideas que revelan llaman nuestra atención y atraen nuestras simpatías hacia los seres que las pronuncian.
  • Los providencialistas son los que salvarán la Patria del infierno a que la tienen condenada los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.
  • El crimen no prescribe ni queda jamás impune.
  • El buen dominicano tiene hambre y sed de justicia ha largo tiempo, y si el mundo se la negase, Dios que es la Suma Bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatado; y entonces, !ay! de los que tuvieron oídos para oír y no oyeron, de los que tuvieron ojos para ver y no vieron... !la Eternidad de nuestra idea! porque ellos habrán de oír y habrán de ver entonces lo que no hubieran querido oir ni ver jamás.
  • En lo que están de acuerdo nuestros libertos es en lo del amo que quieren imponerles al pueblo.
  • Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.
  • Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.
  • ¿Tienes amigos? prepáralos, porque los días se acercan; procura que no se descarríen, pues va a sonar la hora de anularse para siempre, la hora tremenda del juicio de Dios, y el Providencial no será vengativo, pero sí justiciero.
  • Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin Honor.
  • Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas ideas: destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar la nación entera.
  • No somos más que unos ambiciosos que independizamos nuestro pueblo por ambición y no tuvimos talento para hacer nuestra la riqueza ajena; mientras que ellos (los orcopolitas), son los hombres honrados y virtuosos pues han tenido la habilidad de hacerlo todo, hasta llamar al extranjero; muestra inequívoca de lo muy amados que serán por la justicia con que han procedido y procederán para con Dios y la Patria y la Libertad del Dominicano.
  • Toda ley no declarada irrevocable es derogable y también reformable en el todo o en parte de ella.
  • Toda ley no derogada clara y terminantemente se considerará vigente.
  • La ley no puede tener, ni podrá tener jamás, efecto retroactivo.
  • Ninguno podrá ser juzgado sino con arreglo a la ley vigente y anterior a su delito; ni podrá aplicársele en ningún caso otra pena que la establecida por las leyes y en la forma que ellas prescriban.
  • ¡Aprovechemos el tiempo!
  • Lo que la ley no prohíbe, ninguna persona, sea o no sea autoridad, tiene derecho a prohibirlo.
  • La ley, salvo las restricciones del derecho, debe ser conservadora y protectora de la vida, libertad, honor y propiedades del individuo.
  • Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca.
  • Ningún poder en la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco.


Juan Pablo Duarte Díez ( Poeta )

Romance 
Era la noche sombría,
de silencio y de calma;
era una noche de oprobio
para la    gente   de   Ozama. 
Noche de mengua y  quebranto
para la Patria adorada.        
El recordarla tan sólo              
el   corazón   apesara.           
Ocho los míseros eran      
que mano aviesa lanzaba,   
en pos  de sus compañeros
hacia la extranjera playa. 
Ellos que al nombre de Dios,
Patria y Libertad se alzaran;
ellos que al pueblo le dieron  
la Independencia anhelada.
Lanzados fueron del suelo     
por cuya dicha lucharan;
proscritos, sí, por traidores   
los que de lealtad sobraban. 
Se les miró descender              
a la ribera callada,                   
se les oyó despedirse,                  
y de su voz apagada                 
yo recogí los acentos                  
que por el aire vagaban. 

TRISTEZA DE LA NOCHE(1813-1876)Triste es la noche, muy triste para el pobre marinero a quien en el Ponto fiero acosa la tempestad.Triste es la noche, muy triste para el infeliz viajero que en el ignoto sendero descarnó la oscuridad.
Triste es la noche, muy triste para el mísero mendigo que si pan, tal vez, ni abrigo maldice la sociedad.
Triste es la noche, muy triste para el bueno y leal patricio a quien aguarda el suplicio que le alzó la, iniquidad.Mientras que del expatriado no cambia la suerte ruda y aún la misma muerte cruda parece que le ha olvidado.Ve cómo asoma al dintel de su albergue miserable desterrando inexorable la escasa luz que había en él;Ve como extiende su manto de tinieblas al entrar y con ellas aumentar del alma el hondo quebranto.Que viene en pos de su huella todo cuanto fue y existe, y con su sombra se viste de color triste que ella.El corazón en dolor ve venir la noche yerta la adusta frente cubierta de insomnio, angustia y rigor.


LA CARTERA DEL PROSCRITO
(Juan Pablo Duarte y Diez (1813-1876), Padre de la Patria).

Cuán triste, largo y cansado;
cuan angustioso camino,
señala el Ente divino al infeliz desterrado.

Ir por el mundo perdido a merecer, su piedad,
en profunda oscuridad el horizonte sumido.
Que triste el verlo pasar tan apacible y sereno,
y saber que allí en su seno es la mansión del pesar.
El suelo dejar querido de nuestra infancia testigo,
sin columbrar a un amigo de quien decir me despido.
Pues cuando en la tempestad se ve guerrear la esperanza,
estrellase en la mudanza la nave de la amistad.
Y andar, andar errabundo,
sin encontrar del camino el triste fin
que el destino le depare aquí en el mundo.
Y recordar y gemir por no mirar a su lado,
algún objeto adorado a quien; te acuerdas? decir.
Llegar a tierra extranjera sin idea alguna ilusoria,
sin porvenir y sin gloria,sin penates ni bandera.


1 comentario:

José Valle Valdés dijo...

De mucho valer, amigo, gracias por presentárnoslo.

Abrazo

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