A la flor de Puerto Plata.
Doña Elena Abreu.
En la flor, su voz.
Anclada en la montaña,
una flor, flor, oriunda del
primer verso, del primer grito,
Anacaona de estos tiempos.
Anclada en la montaña,
una flor, heredera de todas
las Helena del viento.
Piel de cada pétalo que la
primavera arrullo en el silencio.
Libre como la amapola.
Cimiente de todos los sueños
de las flores que irrigaron con
sangre el camino nuevo.
Anclada en la montaña,
una flor, un tragaluz.
Recia raíz de la raza inmortal,
ecos de hombres que poblaron los senderos sal.
Anclada en el montaña,
una voz, sincrético aroma
del sincrético pueblo.
Eterna flor, de la eterna novia, del eterno mar,
del eterno templo de la libertad.
Fausto Aybar.
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