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martes, 24 de septiembre de 2024

VOCES DE LA CAFETERA.

 



                                                         Voces de la Cafetera.


Ramón Estrella

Hubo testigos

Llora la tarde, la voz de un jilguero enmudece, se ha espumado el aroma del café, ya no se enreda su esencia entre el pelo de Gleam Parls.

 

Como gotas saladas llovía la nostalgia en los ojos de un diácono poeta, que observaba desplegarse aquella puerta de metal cuando la mano decidida del adiós, cerró la cafetera.

 

En su interior una obra de arte languidece en la pared, en ese espacio vacío, en el vientre mismo de la cafetera, una legión de fantasmas se atrincheran.

 

Enarbolando los libros, la poesía, los versos, que son la espada, que ha logrado atravesar el tiempo, poniendo en alto la cultura y el arte Dominicano.

 

Si, los fantasmas, de los poetas han empuñado la espada, para que el ejército implacable del olvido no borre su legado.

 

El cual, la cafetera hizo florecer con tertulias fascinantes, entre bohemios, artistas , música, poetas, escritores, vinos buenos y café.

 

 

 Romance a La Cafetera

Ernesto Vantroy

 

La cafetera se ha muerto

y con ella la poesía

todos nos quedamos solos

se nos fue la fantasía.

Cuántos ayeres se van

por esta calle vacía

donde ya no habrá poetas

ni buen café ni alegría.

Se van las conversaciones

de grandes intelectuales

y de poetas aprendices

que allí elevaron altares.

Qué fue de Víctor Villegas,

que está cumpliendo cien años,

sus largas conversaciones

con amigos, con extraños.

Recuerden el taburete

de Don Manuel del Cabral

o en aquel que Pedro Mir

se disponía a charlar

con decenas de exiliados

e izquierdistas perseguidos,

todos allí eran hermanos

hallaban todos un nido

Todos vamos a buscar

que reabra La Cafetera

no debemos permitir

que toda su historia muera.

 

 

 

 


 

 

La Cafetera cierra

Daivy De Jesús López  

 

Cerraron la palabra

En vísperas de un viernes,

A la vista de Glaem,

De Deivy y de Jacinto.

Como pestañas de ojos

Apagaron la voz

Y la puerta es un muro

Que silencia al poeta.

 

Dos últimos café.

Su reloj biológico

Marca la cuatro y siete 

Y suena la máquina;

Pero su aroma, aroma

Cargada de tristeza,

De impotencia salada

En el agua de mi ojo

Que corre cómo verso,

En la última página

De nuestra antología,

 

Es distinto el sabor,

Ya no vuelan coplas

Ni trazan ilusiones

Los cuadros de maestros

Que ven desvanecer

El color de la voz,

Que libertad declaman.

 

La tristeza es espesa.

Sobre los pies del bardo

Que contempla la tarja.

Ya son las cinco y siete.

Desde la calle El Conde,

Mirando su interior

Expresa una elegía:

“Los versos, su espesura,

Se hizo oscuro el silencio…

La Cafetera cierra”.

 

 

 




 

 

Aristóteles Ponserrate

 

Sentimiento de derrota a la cultura, dolor de incendio trashumante, herida supurante en el estrago del tiempo, qué lamento tan profundo, alarido que horada la conciencia de quienes hicieron de La Cafetera su altar, para entregar a las musas sus ofrendas más primorosas.

El cierre cruje, roe, desgarra, taladra como daga incendiaria en el corazón de quienes de hinojos vemos partir un espacio entrañable, un acogedor y creativo rincón en donde los sueños fueron certezas tejidas entre cafés, copas y elegías.

 

 

 




 

CERRARON LA CAFETERA

   Por Roberto Núñez

 

Cerraron La Cafetera,

la casa de los poetas,

Su reunión será en la acera

sin café y sin bicicletas.

 

Fue un cierre sin aviso,

tampoco hubo preaviso.

Ya no habrá cesantía

y se perderá la empatía.

 

Fue un cierre repentino

dejando afuera la poesía,

pero seguiremos el camino

sabiendo lo que se quería.

 

Cantaremos sin café,

siempre a los cuatro vientos

sin perder nunca la fe,

y hasta leeremos cuentos.

 

Los poetas se irán

con su música por dentro;

pero también seguirán

de la ciudad en el centro.

 

 


LA CAFETERA

Jacinto Sencion Mateo

No ha muerto, su agonía es la nuestra, su derrota es cadarzo que acaricia la diestra, es pendón de olvido que mece las ramas del olivo, no ha muerto el verso en la esperanza calcinada como susurra a la memoria el hada encantada, se desliza la prosa en los viernes de Poetas en La Cafetera y la tetera de café reverbera, es la historia, es la memoria, es la fragua que no de tregua, se eleva cantarina la voz en canto de tristeza cuando el cierre se viste de certeza: La Cafetera de sueños, de artilugios, de verbenas, diálogos, aromas, entorna su mirada postrera y se extingue en una tarde cualquiera de septiembre. ¿Se ha fugado la locura en el aroma del café?

 

 

 








 

Gonzalo Alvarino

Cartagena de Indias, Colombia

 

Elegía en forma de taza de café

Luego de ocho décadas

los amigos se marchan para siempre

de la Calle del Conde.

Desaparecen los cuadros,

los colores, las risas

y el café de las cuatro de la tarde.

En la primera isla algo sagrado muere,

los viernes serán ahora

un lugar oscuro para las voces,

y el corazón de Santo Domingo grita,

y mi hermano Jacinto paga el último café.

 

 


 

 

LA CAFETERA

Yi-yoh Robles

!Es mi relax! "La Cafetera" /Calle El Conde en mí Ciudad Colonial amada en la que vivo y tengo mi taller artístico.

Aquí me he tomado mi café a horas tempranas durante muchos años. Me topo con el admirable maestro de las artes plásticas RD José Cestero.

Desde aquí armo mis proyectos y he vendido mi libro con éxito.

Desde aquí junto a mí inseparable amigo hermano del alma Pipen Glaem Parls , de forma entusiasta convertimos muchos sueños en realidad.

Todo este culto a la cultura y el arte lo traigo desde el vientre de mi madre.

Primero utilizábamos el restaurante café El Conde = "Palacio de las esquizofrenia", lugar que luego se convirtió en entidad turística perse y perdió su alma de escenario del arte y la cultura, entonces nos refugiados en "La Cafetera".

Muchas historias, anécdotas, vivencias etc. se pueden contar desde estos lugares de nuestra amada Ciudad Colonial.

 




 ¡ABRID LA PUERTA! 

 Willfrido Velázquez Gómez


Esta puerta cerrada, 

Está abierta al escrutinio; 

rompiendo el silencio. 

Rebosante de una gramática y agramatical rebelión; 

de encuentros poéticos; 

inundando páginas en su equilibrio, 

permea el círculo; 

yaciendo en este plano, 

a pesar de las controversias; 

no son elogios son los hechos; 

que perturban, en el sonido contundente de las letras; 

patrimonio en todo sus estilos, 

flexible a los sentimientos; 

cultura es arte al ritmo de las voces; 

candil encendido a lo cimientos de la luz. 

Es de todos, no de uno; esta sinergias; 

se enfrenta al espejismo; 

razón ineludible que frecuenta las preguntas, 

en el espacio y el tiempo. 

Orbitan las palabras fervientes, 

que inmensurablemente serán el verbo. 

Simiente incorruptible que no caduca, 

que persiste en su vivencia, 

cual Fórmula intangible y precisa...

¡Abrid la puerta! 

porque esta puerta estará abierta a la razón, 

vertical e incorruptible. 

Son de tolerancia y amistad, 

son irrefutables. 

Punto neurálgico de encuentros; 

neutral en su benevolencia...




 

¡La Cafetera, no ha muerto!

 

Por. Fausto Aybar.

 

Hasta las entrañas

del oráculo llego la noticia

¡Cerraron la cafetera!

 

Y enfurecido, el dios Café,

evocó a las ánimas

de los poetas muertos.

 

Y la calle el Conde fue

ungida de versos,

ungida de sueños.

 

¡Porque la cafetera,

no ha muerto!

 

Solo esta postrada

en la sonoridad del sigilo.

Esperando que del vientre

de la noche germinen otros verbos.

 

Esperando que nuevas voces

preñadas de alegorías:

mantengan vivo, el vivaz fuego.

 

De las heredadas voces,   

que detuvieron el tiempo.


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