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lunes, 28 de abril de 2014

A LA MEMORIA DE GABRIEL GARCÍA MARQUEZ (MAGO DE LA NARRATIVA)

El blog espejos y sombras, en nombre de su administrador Fausto Antonio Aybar, deja su aporte a la antología (Un canto de amor a Gabriel García Marquez), la cual es un aporte del poeta Chileno Alfred Asís, para el precursor de la narrativa mágica. En este proyecto, por el momento se suman más de 26 banderas, esperando que más poetas de las redes se sumen. Gabriel García Marquez, de Latino América y el Mundo, nosotros te cantamos.






                                                           GABRIEL GARCÍA MARQUEZ 








SOBRE LA CONSTELACIÓN, UNA HUELLA
A la memoria del escritor Colombiano
Gabriel García Marquez

Vuelvo a Macondo,
tras la soledad de cien años,
vuelvo,  tras la crónica 
de la anunciada muerte,
entre los espejos salados
de los náufragos por venir,
entre las sirenas huérfanas y hambrientas
de esta utopía de hombres de hojarascas. 

Vuelvo a  Macondo,
tras el rastro de la guayaba, y su olor,
vuelvo, a través de los laberintos
de perro de ojos azul, entre los ladridos 
de las tristes putas, de un coronel que
nadie escribió; vuelvo tras el otoño
de la cólera y el tiempo,
 rebuscando en la longevidad del amor,
del reloj biológico,
vestigio que anuncia mi adiós.

Vuelvo más que a Macondo,
a mis sueños sin fronteras,
a la dilatación de los horizontes
que abofetean a las mariposas,
vuelvo vestido de fauna, de flora,
vestido ya no de carne, de luz cósmica,
réquiem de ángeles, en hojas sueltas,
unigénita luz,  en la constelación del cisne,
mágicos enjambres, embrión en huellas. 


Fausto Antonio Aybar
República Dominicana.   

jueves, 17 de abril de 2014

ECLIPSE DE SANGRE




DIALOGO SALADO ECLIPSE DE SANGRE Troncos legendarios en un baile uniforme con las espumas, vienen y van las olas, peldaño a peldaño, damas de yodo esperan emerger del vientre fosilizado del mar, una sonrisa, una luna. Noche etérea de horizonte enrojecido, bulevar de colores y peces, y estoy aquí, extenso espejismo, sobre el desierto salado, orugas del iris, agrietadas madrigueras de aullidos e insomnios, pesadilla del viento, resignación de los sueños. Fausto Antonio Aybar



sábado, 5 de abril de 2014

EN EL PREÁMBULO DE LA FERIA DEL LIBRO SANTO DOMINGO 2014 (DOMINGO MORENO JIMENES) IDEAL REFORMADOR


                                             JOSÉ RAFAEL LANTIGUA (ESCRITOR, POETA)

                                                             DOMINGO MORENO JIMENES 


DOMINGO MORENO JIMENES:

Un ideal reformador siempre vigente.

Por José Rafael lantigua ( Poeta, Escritor )
Fuente tomado del espacio lectura
del periódico Diario Libre, República Dominicana.  


En los inicios del siglo veinte dominicano, la poesía dominicana languidecía por agotamiento de temas y por insuficiencia de medios expresivos. La producción poética hacía trillos por los caminos de un romanticismo decadente, y los poetas iban y venían con su carga repetida de lamentos y de idealismos constantes, viciados y trastornadores.
Era nuestra poesía, entonces, un organismo cansado, cuando irrumpió en ella, con su voz vibrante, el espíritu renovador de Domingo Moreno Jimenes. Subvertidor del orden establecido, Moreno desarrolló la práctica del "foquismo" literario, estableciendo trincheras de pensamiento liberador en Santo Domingo, en Santiago o en Asomante, colinas sacras que fueron centros variables de su proyección y que alguien ha definido certeramente como "las capitales ideológicas de su insurgencia literaria".
Las llamas de sus ideales místicos y la firmeza de sus concepciones revolucionarias en el orden literario, provocaron las luces que alumbraron las nuevas corrientes y dieron paso a una renovación de nuestra literatura que aún -con desconocimiento de no pocos- sigue sintiéndose y afirmándose. El auténtico libertador de la poesía dominicana lo es él sin dudas, porque independizó nuestra poesía de sus moldes gastados, de sus patrones anticuados, de su temática común y difusa, y de sus modelos que exigían urgente superación.
Las remotas ataduras retóricas, los ligamentos de la rima y la métrica, y las rigideces de la estrecha preceptiva, desaparecieron de la escena gracias al intenso como saludable bombardeo liberador de la revolución literaria capitaneada por Moreno, bajo los principios estéticos enarbolados por su movimiento postumista.
Como ideal de Moreno, más que como escuela o movimiento literario, el Postumismo constituyó una etapa crucial en el desarrollo de nuestra literatura, y "como proceso autónomo, fuera de influencias mentales colonialistas" fundamentó sus fases evolutivas mediante el versolibrismo emancipado de tradicionales trabas preceptivas, por una parte, y por la otra, mediante el rescate del paisaje, la geografía, fauna y flora autóctonas, pero hasta entonces sin voz peculiar, usos y costumbres que son la sangre y el nervio de nuestra identidad como ser nacional en el contorno del panorama americano.
Por eso, es la poesía de Moreno una poesía dominicana, en el sentido de mayor valor del término, proyectada universalmente porque su carácter trasciende todas las fronteras y se introduce donde quiera que hay un hombre acosado por la realidad, zamarreado por las circunstancias y siempre anhelante de paz, pan y libertad. Moreno es dominicano cuando hace poesía a través de nuestra realidad social, cuando se extasía en los registros de un atardecer, cuando elabora versos a la mujer campesina llamándola "mixtura de infinito y de llanto", cuando canta a una fiesta en Jacagua, cuando es capaz -licencia que le costó tantos sinsabores críticos- de introducir en un poema un fruto como el mango, un árbol como la ceiba o un paisaje común como el del barrio capitalino de Villa Francisca.
Se hace universal y trascendente cuando dirige su pensamiento hacia la América sufrida y crea por ella y con ella una filosofía que el rumano Horia Tanasescu demostró que tiene su entronque en el saber milenario de las religiones orientales. Manuel del Cabral, uno de los poetas más extraordinarios del Continente, destacando la importancia del quehacer poético de Moreno escribió en una ocasión que con él la poesía se había despojado de toda retórica, de todo lo que sea artificio y esteticismo, "para poder decir la verdad de la vida en la cual está la defensa de todas las sociedades".
Desde luego, en su tiempo Moreno, como señaló una vez Héctor Incháustegui Cabral, fue un "pecado": su obra poética fue observada y analizada no solo con recelo, sino que fue combatida directamente y tenazmente por influyentes intelectuales de su época. La embestida contra la recia individualidad del poeta intentó ser demoledora, pero él la resistió y estuvo resistiéndola casi hasta el final de su vida. No podemos ocultar lo que Julio Jaime Julia llamó "la piqueta destructiva de los zoilos" que buscaron siempre hacer añicos la firme y sólida obra de Moreno. Por eso, acepté la encomienda de un gran amigo, hoy desaparecido, que me instó a inaugurar una colección editorial con la biografía de Moreno Jimenes, labor que cumplí modestamente hace ya hoy 38 años, intentando encontrar el justo sitial -el que le corresponde, de hecho y derecho- al magisterio tutelar, preconizador de nuevas formas y de nuevos signos en la poesía dominicana del ilustre autor del Poema a la Hija Reintegrada.
"El artista es libre", al decir de Ezra Pound. "Desde el inicio el verdadero artista es el paladín de la libre expresión. El artista es libre, es decir que debe serlo por circunstancia y heroísmo". Hombre de vida trashumante, que caminó la geografía nacional dando a conocer su poesía y llenándose de realidad, color y desvelos para hacer de ella una vibración óptica que otorga valoración vivencial a su obra, Moreno paseó sus versos en medio de un trajinar dramático, lleno de dolores y carencias económicas, en una carga de trotamundos lírico que no tiene parangón en la historia de la literatura hispanoamericana. Solo en la literatura norteamericana hemos encontrado un ejemplo similar en el poeta Vachel Lindsay que igual que Moreno, anduvo por toda la geografía de Estados Unidos proclamando un evangelio liberalizador desde el campo de la poesía.
Nadie como Moreno Jimenes se adueñó del alma nacional y pregonó con tanto afán un ideal reformador que -aceptado por unos, desconocido por otros- cosechó frutos en el contexto general de la literatura dominicana. Hace mucho tiempo escribí una frase que no olvido, en torno a las críticas habituales de cierto sector de la intelectualidad contra Moreno. Subrayé entonces que no deberíamos estimular a los que contradicen, exclusivamente para zaherir, la labor poética de Moreno. Y recalcaba que muchos han deseado siempre apagar la luz para que no lo vean. Su obra está inscrita en nuestros anales literarios con letras de oro. Alumbrando las auroras de etapas literarias pasadas, presentes y por llegar. Viviendo por encima de los silencios y de los olvidos. Superando infortunios y malquerencias. A la obra de Moreno se le podría aplicar el criterio de Pablo Neruda de que la poesía "tiene las siete vidas del gato". Su labor poética, por tanto, podrá ser molestada, arrastrada, escupida, ignorada, befada, limitada para ahogarla, pero al final saldrá en todos los casos, como afirmaba el inmortal vate chileno, "con la cara lavada y una sonrisa de arroz".
En uno de sus poemas menos conocidos -"El mensaje de la vida"- Moreno pareció enfrentar la adversidad con estatura gigantaria, con la enorme estirpe cósmica de su espíritu: "Ofrece tu obra a la juventud, sin esperar nada del presente./ Bendice la maledicencia que te roe/ santifica la envidia que te enturbia la alberca./ Cree más en tu alma-fuerza que en tu brazo-sentido…/Mejor que seas un aire leve de Eternidad, porque así no podrás ser muerto ni por la Muerte…"
Domingo Moreno Jimenes era hijo de un reconocido joyero de la época Domingo Moreno, quien en tiempos duros llegó a laborar en la zafra del ingenio San Luis, próximo a San Isidro. Su madre fue María Josefa Jimenes, hija de quien sería dos veces presidente de la República, Juan Isidro Jimenes. El poeta tenía ascendientes venezolanos, porque su padre era hijo de padre y madre nativos de Venezuela, los Moreno-Urdaneta. Nació en una vivienda situada en lo alto de la calle San José, años después bautizada con su nombre actual, 19 de marzo. Era 7 de enero de 1894. Murió el 21 de septiembre de 1986, diez años después de quien suscribe haber presentado -en su presencia- su biografía en la Feria Nacional del Libro de 1976, que entonces se celebró en el Palacio de Bellas Artes. Su deceso se produjo en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas, donde estuvo recluido por varios meses. Tenía 92 años, 8 meses y 14 días. Al fin llegó a los predios del poeta, Su Majestad la Muerte, como él la definiera en uno de sus cantos. Así clausuró su paso por la tierra el poeta andariego que paseó su verbo y su talle de vate renovador por los caminos de toda la República.
"Ahora vive en el agua./ Y en el niño que nos desconoce./ Y en la pisada tenue de la brisa./ Y en la religiosidad que nos arcana el dolor./ Y en la alegría superflua de todo humano triunfo./ Y en el goce mentido de la caricia de la tarde./ Y en la angustia compasiva de la ansiedad./ Y en el instante que se soñó un milenio./ Y en el milenio que fue un instante."
(Celebramos que la Feria Internacional del Libro 2014, en su décimo-séptima edición, se le dedique este año a la vida y obra -que en su caso es lo mismo- del poeta mayor de la literatura dominicana).

jueves, 13 de marzo de 2014

DOMINGO MORENO JIMENES CREADOR DEL PRIMER MOVIMIENTO LITERARIO DOMINICANO






QUIEN LEE, VIVE MÁS.



                         DOMINGO MORENO JIMENES
                         MOVIMIENTO POSTUMISTA REP. DOMINICANA
                         FERIA DEL LIBRO SANTO DOMINGO 2014


EL POEMA DE LA HIJA REINTEGRADA

AGONÍA
I
Hija, yo no sé decirte si la muerte es buena
o si la vida es amarga;
sólo te aconsejo que despiertes, adulta de comprensión más que tu Padre!

II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!

III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas,
que me hace amainar la pulsación de la tarde.

IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.

V
Hija, hazme tomar la resolución de los otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;
hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,
como si fuera en substanciación un ser increado! . . .

VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
el segundo de tu inexistir, eterno!

VII
Hija, ¡cuántas nubes,
cuántos pájaros,
cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!

VIII
Hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;
verás envuelta el alba en la noche,
y las cosas de mayor transparencia
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.

IX
En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor,
era justo que llegaras, y después de breves instantes,
ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.

X
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste que en mi derredor todo es sombra!

XI
¡Oh tú, que me enseñaste desde que naciste
a ver la vida con ojo más sabio
y a la humanidad con ojo más triste!
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?
Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre.
Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!

XII
¡Oh, tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!
¡Oh, tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!
XIII
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;
y por ti no cambié
y la fortuna no me sonreirá nunca!

XIV
Hija, cada vez que examino tu vida
me doy cuenta que tú eres como mi vida :
una sombra entre dos crepúsculos!

XV
Iba a decir entre dos agotadoras auroras
y ya ves, reincidí, sin querer, entre dos crepúsculos!

XVI
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?

XVII
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,
y del lenguaje, sólo debe quedar desnudo el verbo!

XVIII
Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad hija mía?
Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!

XIX
No te puedo asir con una palabra,
y no debe extrañarte, recónditamente,
porque tú estás para mí más alta que la región de la palabras!

XX
Y vuelvo a caer en las comparaciones.
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!

XXI
Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!

XXII
De imperfecciones se forman nuestras excelencias
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido hacia el turbio porqué de los enigmas.

XXIII
- Tiene el pulso demasiado débil,
pero ese letargo no es la muerte -.
Su médico era mi propia almohada de cabecera
y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!

XXIV
Si fuera bizco de pensamiento
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;
hija, iba a blasfemar por tu dolor. . . pero, ¡perdona!

XXV
Compran caro el suelo donde colocan a los muertos
y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!

XXVI
Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra
que se deforman a su antojo!

XXVII
Hija, ya me han avisado que tus pies están fríos.
Hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.

XXVIII
Hija, cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,
cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,
cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!

XXIX
- Tibien la leche terciada con agua
para si mi chiquitina despierta.
Cuídenmela, hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.

XXX
(Eres, amada mía,
como la flor del higüero joven,
como el azogue del crepúsculo,
como la diafanidad de la naturaleza toda!).

XXXI
- No seas padre, sé Hombre,
sencillamente.
Gira tu vista a tu derredor
y que tu amor a una abstracta "Humanidad",
no te haga olvidar jamás de que eres hombre!


¿LA MUERTE?

1
Como quiera que las velas del ataúd estaban menguadas,
cogí un tercer cirio
e hice trizas la niebla que levantaba una penumbra gris sobre su rostro.
Oprimí en mi interior "una muñeca"
y quedé por largos instantes, perplejo, con el cirio pegado de la mano!

2
El tercer día de su nacimiento
tuve como una clara preconciencia de su cercano fin;
ardía el ascua del aceite en la pieza contigua;
las hojas de un libro abierto se abanicaban leves,
y un rumor de canto desvalido daba a la soledad trasunto de incienso.

3
La chiquillería se agita en la acera,
las máscaras pasan;
tal o cual voz lanza huevos o plátanos,
y el día está igual, como el día de su nacimiento,
como el día de su muerte,
como antes de que presintiera que naciera. . . .

4
Para cambiar, Naturaleza, ¡para cambiar! ¿Si habrás de ser hasta tu postrera extinción
madrastra del hombre?5
La risa se me congela en los labiosy quedo, por parco tiempo, con la vista perdida en las inmensidades presentes.
6
Un trazo de montaña al final de la calle,
un framboyán en su inmediación,
y el hospital a donde iba todas las mañanas a pedir una limosnita de salud para mi hija . . .

7
El sol caldea las tablas de mi vecindario modesto;
la brisa fragua un nidal sobre la testa de los rapaces:
¡estamos a 23 de julio!8
La hora parpadea en el péndulo de un anochecer polvoriento;
se inicia una noche invertida en el horizonte de la tarde,
concluye un amanecer preestablecido en la clarividencia de la noche.

9
Los trasnochadores apuran, a sorbos, el café medio amoscado;
sobre el torrente de la sangre han caído algunas mostazas ariscas.
¿Ha llorado alguien?
Se ha sentido un vagido circundar los ámbitos del cuarto.
El paisaje está inmóvil: todo está adherido con agua y harina como para un retrato!

10
Llévenla a la falda de aquella colina,
el enterrador no es estéril y señalará el sitio donde es más necesario regar la simiente.

11
¡Qué bella nube!
¡Qué empinada montaña!
¡Qué inimaginado marco de horizonte!

12
En este sitio hubiera querido haber morado tu padre;
reposa en él,
y que las cuentas de tu destino no lo culpen de haberte amado mucho!

13
Queda ahí;
tu madrina te arreglará las flores,
y tu madre sigue en la casa, deshecha en lágrimas . . . .

14
Déjame volver,
para ver si descubro en mi peregrinación la huella de tu existencia en alguna parte!



EPILOGO

1
Rasgué un pan y lo puse sobre la mesa sin probar ni bocado,
eran las diez de la mañana,
mis hijos no habían comido
y por el postigo de mi puerta runrunaba un viento.
Sentí un temblor cuando ya repartido en pedazos
hice la llamada acostumbrada a los que me circundan.
"Ella está ahí", dije a mis aspiraciones de verla viva y grande,
"en el sitio en que no puede hacer que los suyos se inquieten o delincan".

2
¡Intacta, inmóvil, sin que un átomo intente envanecerla
ni un segundo pueda cambiarla!

3
La pradera ha comenzado a reverdecer con la reciente lluvia,
el "pío" de la tarde empieza a ponerse triste con la noche que llega,
una piedra de niño rompe el cristal del charco próximo,
una consumación de hombre deslíe su negror en el silencio.

4
Ya estoy en la aldea de Sabaneta,
en la aldea donde moró mi madre eterna dos años;
he dejado hacer a los otros, algo que concierne a mi vida, a mi obra y a todos los míos;
no puedo avanzar que medito, pero tampoco puedo confirmar que he dejado las horas en suspenso.
Tengo como Oriental, un párpado medio cerrado,
y como Occidental, el pensamiento, en la matriz, abierto!

5
Por el cielo veo asomarse, una, dos, tres estrellas tétricas,
las cabañas tienen luz de gas humilde;
la sombra ha restañado la sangre del crepúsculo
y en mi pecho, la paz se ha agitado en la hora hasta zozobrar en el segundo!

6
En Monte Cristi, cerca a los arrecifes,
y junto a la imponente montaña vecina:
AMÉRICA, ESTA ANGUSTIA ME HA APARTADO DEL MUNDO
Y YA PUEDO DARME A TU RELIGIÓN TODO ENTERO.
En el mar, la sombra de las nubes
proyectaba una interrogación, a cortos intervalos.

7
(Habla el Morro, montaña de forma singular que se halla al frente de Monte Cristi)

Presencié la desaparición de la Atlántida
y hoy extiendo la indolencia de mi carne cobriza junto a unas aguas que tienen del plomo a pesadez
                        y del aloe la pauta.
Grito de agonía marca la ciencia en esta hora de crepusculización del mundo,
una despereza de germinación presenta el arte frente a los procesos subjetivos de la ateria cósmica.
Ojo de cíclope, vuelca los ríos de tu retrospección para adentro.
Matriz de unidad, haz parir una conciencia unigénita al viento.

8
La mar seguía agitándose;
y las estrellas se seguían mezclando a la onda del mar
y a la desolación de la vida.

domingo, 2 de febrero de 2014

CANTO AL EMIGRANTE (POEMA) FAUSTO ANTONIO AYBAR.





CANTO AL EMIGRANTE

EPITAFIO PARA UN HOMBRE DE LUZ
A la memoria de Manuel Minaya
Emigrante Eterno. 
   

 Quiero trasladar, a ti, y a tu alma,
trasladarlos de las estresantes calles de Manhattan,
recobrarlos de las ruidosas horas de Wall Street,
despojarlos de la iniquidad Apple and Body blake.
Quiero descontaminarte, desempolvarte, mitigar el dolor
 de los hombres de espejos que habitan en Broadway,
ahuyentar esas luciérnagas invisibles
que pueblan el Central Park,
y sentarme a tu lado, hablar de tiempos lejanos,
bañarnos de risas y cenizas,
romper con el sueño profundo
del invierno que habita en tus huesos.

Quiero  trasladar, a ti, y a tu alma,
desvalijar a New York de tu sombra,
mas no de sus fantasmas,
 beber cada silencio de las mariposas
que mueren en las fauces del Hudson,
recorrer en la distante noche la longevidad Empire State.
Quiero desenterrarte, arrullarte entre flamboyanes y cigarras,
hacer un puente tan largo, que los duendes ebrios
de long Island, en epígrafes continuos desoven estrellas,
y sobre cada constelación del universo perpetuar tu aliento,
mas del llanto eterno, restos de tierra, para quien fue,
más que polvo, sueño.



Fausto Antonio Aybar.

viernes, 27 de diciembre de 2013

EPITAFIO PARA UN HOMBRE DE LUZ

EPITAFIO PARA UN HOMBRE DE LUZ
A la memoria de Manuel Minaya
Emigrante eterno 
   

 Quiero trasladar, a ti, y a tu alma,
trasladarlos de las estresantes calles de Manhattan,
recobrarlos de las ruidosas horas de Wall Street,
despojarlos de la iniquidad Apple and Body blake.
Quiero descontaminarte, desempolvarte, mitigar el dolor
 de los hombres de espejos que habitan en Broadway,
ahuyentar esas luciérnagas invisibles
que pueblan el Central Park,
y sentarme a tu lado, hablar de tiempos lejanos,
bañarnos de risas y cenizas,
romper con el sueño profundo
del invierno que habita en tus huesos.

Quiero  trasladar, a ti, y a tu alma,
desvalijar a New York de tu sombra,
mas no de sus fantasmas,
 beber cada silencio de las mariposas
que mueren en las fauces del Hudson,
recorrer en la distante noche la longevidad Empire State.
Quiero desenterrarte, arrullarte entre flamboyanes y cigarras,
hacer un puente tan largo, que los duendes ebrios
de long Sland, en epígrafes continuos desoven estrellas,
y sobre cada constelación del universo perpetuar tu aliento,
mas del llanto eterno, restos de tierra, para quien fue,
mas que polvo, sueño.


Fausto Antonio Aybar.

sábado, 2 de noviembre de 2013

EPILOGO DE UN ENCUENTRO (POEMA)




                            PINTOR RAMÓN JIMENEZ (DOMINICANO)                                 



EPILOGO DE UN ENCUENTRO 


POEMA DE LA ANTOLOGÍA (PUENTE DE UTOPÍAS)


Los idiomas
fluyen, 
se humedecen, 
se dilatan.
Los equilibristas 
oscilan entre los invisibles recuerdos
de una lágrima;
y pretendo ignorar
migajas, murmullos,
de las noches agraviadas.

Los idiomas 
se contorsionan, enmudecen, 
la piel se diluye;
y rumbo al abismo,
heces,  perfume de rosas encadenadas,
dos sombras, pupilas en ascendente orgasmo,
los amantes fallecen,
anárquicamente, desnudos los labios
prefieren dormir.


Los idiomas
aletean,
aúllan,
quebrada el alma,
los noctámbulos decodifican partituras,
la Era, es habitada por alas,
las luciérnagas petrificadas,
no pretenden mutar,
abortado el tiempo,
las sombras no sueñan.



Fausto Antonio Aybar Ut

domingo, 20 de octubre de 2013

21 DE OCTUBRE DÍA NACIONAL DEL POETA (REPÚBLICA DOMINICANA) GRANDES POETAS DOMINICANOS



MANUEL DEL CABRAL

LA MANO DE ONÁN SE QUEJA

Yo soy el sexo de los condenados.
No el juguete de alcoba que economiza vida.
Yo soy la amante de los que no amaron.
Yo soy la esposa de los miserables.
Soy el minuto antes del suicida.
Sola de amor, mas nunca solitaria,
limitada de piel, saco raíces...
Se me llenan de ángeles los dedos,
se me llenan de sexos no tocados.
Me parezco al silencio de los héroes.
No trabajo con carne solamente...
Va más allá de digital mi oficio.
En mi labor hay un obrero alto...
Un Quijote se ahoga entre mis dedos,
una novia también que no se tuvo.
Yo apenas soy violenta intermediaria,
porque también hay verso en mis temblores,
sonrisas que se cuajan en mi tacto,
misas que se derriten sin iglesias,
discursos fracasados que resbalan,
besos que bajan desde el cráneo a un dedo,
toda la tierra suave en un instante.
Es mi carne que huye de mi carne;
horizontes que saco de una gota,
una gota que junta
todos los ríos en mi piel, borrachos;
un goterón que trae
todas las aguas de un ciclón oculto,
todas las venas que prisión dejaron
y suben con un viento de licores
a mojarse de abismo en cada uña,
a sacarme la vida de mi muerte.


LA CARGA

Mi cuerpo estaba allí... nadie lo usaba.
Yo lo puse a sufrir... le metí un hombre.
Pero este equino triste de materia
si tiene hambre me relincha versos,
si sueña, me patea el horizonte;
lo pongo a discutir y suelta bosques,
sólo a mí se parece cuando besa...
No sé qué hacer con este cuerpo mío,
alguien me lo alquiló, yo no sé cuándo...
Me lo dieron desnudo, limpio, manso,
era inocente cuando me lo puse,
pero a ratos,
la razón me lo ensucia y lo adorable...
Yo quiero devolverlo como me lo entregaron;
sin embargo,
yo sé que es tiempo lo que a mí me dieron.














HÉCTOR INCHAUSTEGUI CABRAL


EQUIVOCACIÓN DE LOS ÁNGELES 

Eran ángeles fuertes, 
con las manos curtidas 
y dientes de caballo 
detrás de la sonrisa. 

Colgaron el Mal en una rama, 
y la tierra tirando, 
y la cuerda tirando, 
hicieron del mundo una sinfonía. 

Eran ángeles fuertes, 
abiertos los dedos de los pies, 
simples como el agua, 
rudos como el hierro. 

Potente músculos en el ala, 
la frente despejada, 
las manos, de ajusticiar, 
sin resignación encallecidas. 

Eran dos iguales, quizás 
como si un limpio espejo 
entre ellos siempre retratara, 
eran dos y un pensamiento, 
dos gemelas llamas amarillas, 
una sola luz 

En donde tierra por morir se acaba 
detuvieron su paso poderoso; 
paro su canto la avecilla, 
expiraron los aires y perfumes.



CANTO TRISTE A LA PATRIA BIEN AMADA
Patria... 
y en la amplia bandeja del recuerdo, 
dos o tres casi ciudades, 
luego, 
un paisaje movedizo, 
visto desde un auto veloz: 
empalizadas bajas y altos matorrales, 
las casas agobiadas por el peso de los años y la miseria, 
la triste sonrisa de las flores 
que salpican de vivos carmesíes 
las diminutas sendas. 

Una mujer que va arrastrando su fecundidad tremenda, 
un hombre que exprime paciente su inutilidad, 
los asnos y los mulos, 
miserable coloquio del hueso y el pellejo; 
las aves del corral son pluma y canto apenas, 
el sembrado sombra, lo demás es ruina... 

Patria, 
en mi corazón un acerico 
en donde el recuerdo va dejando 
lanzas de bien agudas puntas 
que una vez clavadas temblorosas quedarán 
por los siglos de los siglos. 

Patria, 
sin ríos, 
los treinta mil que vio Las Casas 
están naciendo en mi corazón... 

Patria, 
jaula de bambúes 
para un pájaro mudo que no tiene alas, 
Patria, 
palabra hueca y torpe 
para mí, mientras los hombres 
miren con desprecio las pies sucios y arrugados, 
y maldigan las proles largas, 
y en cada cruce de caminos claven una bandera 
para lucir sus colores nada más... 

Mientras el hombre tenga que arrastrar 
enfermedades y hambre, 
y sus hijos se esparzan por el mundo 
como insectos dañinos, 
y rueden por montañas y sabanas, 
extraños en su tierra, 
no deberá haber sosiego, 
ni deberá haber paz, 
ni es sagrado el ocio, 
y que sea la hartura castigada... 

Mientras haya promiscuidad en el triste aposento campesino 
y sólo se coma por las noches, 
a todo buen dominicano hay que cortarle los párpados 
y llevarle por extraviadas sendas, 
por los ranchos, 
por las cuevas infectas 
y por las fiestas malditas de los hombres... 

Patria, 
y en la amplia bandeja del recuerdo, 
dos o tres casi ciudades, 
luego, 
un paisaje movedizo, 
visto desde un auto veloz: 
empalizadas bajas y altos matorrales...




















PEDRO MIR

Contracanto a Walt Whitman
Contracanto a un célebre poema de Walt Whitman publicado en 1855
con el título de "Canto a mí mismo" (Song of myself) que se inicia así:
"Yo, Walt Whitman, un cosmo, un hijo de Manhattan..."
Yo,
un hijo del Caribe,
precisamente antillano.
Producto primitivo de una ingenua
criatura borinqueña
y un obrero cubano,
nacido justamente, y pobremente,
en suelo quisqueyano.
Recogido de voces,
lleno de pupilas
que a través de las islas se dilatan,
vengo a hablar a Walt Whitman.
Un cosmos,
un hijo de Manhattan.
Preguntarán
¿quién eres tu?
Comprendo.
Que nadie me pregunte
quien es Walt Whitman.
Irían a sollozar sobre su barba blanca.
Sin embargo,
voy a decir de nuevo quien es Walt Whitman,
un cosmos,
un hijo de Manhattan.
1
Hubo una vez un territorio puro.
Árboles y terrones sin rubricas ni alambres.
Hubo una vez un territorio sin tacha.
Hace ya muchos años. Mas allá de los padres de los padres
las llanuras jugaban a galopes de búfalos.
Las costas infinitas jugaban a las perlas.
Las rocas desceñían su vientre de diamantes.
Y las lomas jugaban a cabras y gacelas...
Por los claros del bosque la brisa regresaba
cargada de insolencia de ciervos y abedules
Que henchían de simientes los poros de la tarde.
Y era una tierra pura poblada de sorpresa.
Donde un terrón tocaba la semilla
Precipitaba un bosque de dulzura fragante.
Le acometía a veces un frenesí de polen
que exprimían los álamos, los pinos, los abetos,
y enfrascaban en racimos la noche y los paisajes.
Y era minas y bosques y praderas
cundidos de arroyuelos y nubes y animales.
2
(¡Oh, Walt Whitman de barba luminosa...!)
Era el ancho Far-West y el Mississippi y las
Montañas
Rocallosas y el Valle de Kentucky
y las selvas de Maine y las colinas de Vermont
y el llano de las costas y más...
Y solamente
faltaban los delirios del hombre y su cabeza.
Solamente faltaban las palabras
mío
penetrara en las minas y las cuevas
y cayera en el surco y besara la Estrella
Polar. Y cada hombre
llevara sobre el pecho,
bajo el brazo, en las pupilas y en los hombros,
su caudaloso yo,
su permanencia
en sí mismo,
y lo volcara por aquel desenfrenado territorio.
3
Que nadie me pregunte
quien es Walt Whitman.
A través de los siglos
irían a sollozar sobre su barba blanca.
He dicho que diré
y estoy diciendo
quién era el infinito y luminoso
Walt Whitman,
un cosmos,
¡un hijo de Manhattan!
4
Hubo una vez un intachable territorio puro.
Solamente faltaba que la palabra
mío
penetrara su régimen oscuro.
Sin embargo,
el yo que iba a decirla estaba allí
pero cogido
como un pez
en su red de costillas.
Estaba
pero interno, pero adusto y confinado
y amaba y deshojaba sus novias amarillas.
Afuera estaba el firme sistema de la Ley.
Estaba la celosa
regulación de la conducta.
La ley del algodón, la Ley.
la Ley del algodón, la Ley del sueño,
la Ley inglesa, dura y definitiva.
Y apenas
un breve yo surgía entre dos párpados,
se iluminaba el cumplimiento de la Ley.
Y entonces,
cada cual derogaba su yo desestimado
entre el musgo, la sombra, la amapola
y el buey.
5
Y un día
(¡Oh, Walt Whitman de barba insospechada...!)
al pie de la palabra
yo
resplandeció la palabra
Democracia.
Fue un salto.
De repente
el mas recóndito yo
encontró su secreto beneficio
Libertad de Trabajo. Libertad de Conciencia.
Libertad de Palabra. Libertad de Camino.
Libertad de aventura, proyecto y fantasía.
Libertad de fracaso, de amor, y de apellido.
Libertad sin retorno ni vértices ni ortigas.
Libertad de quererme y mirarme en su pupila.
Libertad de la dulce asamblea que tengo en mi
corazón
contigo y con toda la infinita humanidad que rueda a
través
de todas las edades, los años, las tierras, los países,
los credos, los horizontes... y fue la necesaria
instalación de jubilo.
Las colinas desataron luceros y luciérnagas.
Las uvas se embriagaron de vino y de perennidad.
En todo el territorio
se hizo la gran puerta de la oportunidad
y todo el mundo tuvo acceso a la palabra
mío.
6
¡Oh, Walt Whitman de barba sensitiva
era una red al viento!
Vibrada y se llenaba de encendidas figuras
de novia y donceles, de bravos y labriegos,
de rudos mozalbetes, camino del riachuelo,
de guapos con espuelas y mozas con sonrisa,
de marchas presurosas de seres infinitos,
de trenzas o sombreros...
Y tu fuiste escuchado
camino por camino
golpeándoles el pecho
palabra con palabra.
¡Oh, Walt Whitman de barba candorosa,
alcanzo por los años tu ropa llamarada!
7
Los hombres avanzaron con su suerte
robusta y masculina
sudorosa. Pilotearon los
barcos
y los días. En la ruta pelearon con los indios
y las indias. En las noches contaron sus historias
y ciudades. En la brisa colgaron sus camisas
y caminos. En el valle pusieron diligencias
y ciudades. En la brisa colgaron sus camisas
y el olor de los pechos precedentes del hacha
y a veces se extraviaron en las sombras
de los vientres de muchachas...
Aquel territorio fue creciendo hacia arriba
y hacia abajo.
Rascacielos
y minas
se iban alejando de la tierra,
unidos y distantes.
Los más fuertes, los mas iluminados, los mas
capaces de violar un camino, fueron adelante.
Otros quedaron atrás. Pero la marcha
seguida sin sosiego, sin volver la mirada.
Era preciso
confianza en si mismo.
Era preciso
fe.
Y suavemente se forjo la canción:
yo el cow-boy y yo el aventurero
y yo Alvin, yo William con mi nombre y mi suerte de
Baraja,
y yo el predicador con mi voz de barítono
y yo la doncella que tengo mi cara
y yo la meretriz que tengo mi contorno
y yo el comerciante, capitán de mi plata
y yo
el ser humano
en pos de la fortuna para mi, sobre mi,
detrás de mi.
Y con el mundo entero
a mis pies, sometido a mi voz,
recogido en mi espalda
y la estatura de la cordillera yo
y las espigas de la llanura yo
y el resplandor de los arado yo
y las orillas de los arroyos yo
y el corazón de la amatista yo
y yo
¡Walt Whitman
un cosmos,
un hijo de Manhattan...!
8
¡Secreta maravilla de una historia que nace...!
Con aquel ancho grito
fue construida una nación gigante,
Formada de relatos y naciones pequeñas
que entonces se encontraban como el mundo
entre dos grandes mares...
Y luego
se ha llenado de golfos, islotes y ballenas
esclavos, argonautas y esquimales...
Por los mares bravíos
empezó a transitar el clíper yanqui,
en tierra se elevaron estructuras de aceros,
se escribieron poemas y códigos y mármoles
y aquella nación obtuvo sus ardientes batallas
y sus fechas gloriosas y sus héroes totales
que tenían aun entre los labios
la fragancia
y el zumo
de la tierra olorosa con que hacían su pan
su trayecto y su equipaje...
Y aquella fue una gran nación de rumbos y albedríos.
Y el yo
-la rotación de todos los espejos
sobre una sola imagen-
halló su prodigioso mensaje primitivo
en un inmenso, puro, territorio intachable
que lloraba la ausencia de la palabra
mío.
9
Porque
¿qué ha sido un gran poeta indeclinable
sino un estanque límpido
donde un pueblo descubre su perfecto
semblante?
¿Qué ha sido
sino un parque sumergido
donde todos los hombres se reconocen
por el lenguaje?
¿Y que
sino una cuerda de infinita guitarra
donde pulsan los dedos de los pueblos
su sencilla, su propia, su fuerte y
verdadera canción innumerable?
Por eso tu, numeroso Walt Whitman, que viste y
deliraste
la palabra precisa para cantar tu pueblo,
que en medio de la noche dijiste
yo
y el pescador se comprendió en su carpa
y el cazador se oyó en mitad de su disparo
y el leñador se conoció en su hacha
y el labriego en su semblante amarillo sobre el agua
y la doncella en su ciudad futura
que crece y que madura
bajo la saya
y la meretriz en su fuente de alegría
y el minero de sombra en mis pasos debajo de la
patria...
cuando el alto predicador, bajando la cabeza,
entre dos largas manos decía,
yo
el pueblo entero se escucha en ti mismo
cuando escuchaba la palabra
yo, Walt Whitman, un cosmos,
¡un hijo de Manhattan...!
Porque tu eras el pueblo, tu eras yo,
y yo era la Democracia, el apellido del pueblo,
y yo era también Walt Whitman, un cosmos,
¡un hijo de Manhattan!
10
Nadie supo que noche desgreñada,
un rostro frio, de bajo celentéreo,
se halló en una moneda. Que reseco semblante
se pareció de pronto a un circulo metálico y sonoro.
Que cara seca vió en circulación de mano en mano
que seca boca dijo de pronto
yo.
Y empezó a conjugarse, a cumplirse y a multiplicarse
en todas las monedas.
En moneda de oro, de cobre , de níquel,
en moneda de mano, de venas de vírgenes
de labradores y pastores, de cabreros y albañiles.
Nadie supo quien fue el desceñido primero.
Mas se le vió otra mano comprar la conciencia.
Y del fondo de los ríos, de los barrancos, de la
médula
de los arbustos, del filo de las cordilleras,
pasando por torrentes de sudor y de sangre,
surgieron entonces los Bancos, los Truts,
los monopolios,
las Corporaciones.... Y, cuando nadie lo supo
fueron a dar allí la cara de la niña y el corazón
del aventurero y las cabriolas del cow-boy y los
anhelos
del pioneer... y todo aquel inmenso territorio
empezó a circular por las cajas de los Bancos, los
libros
de las Corporaciones, las oficinas de los rascacielos,
las maquinas de calcular...
y ya:
se le vió una mañana adquirir la gran puerta de la
oportunidad
y ya mas nadie tuvo acceso a la palabra mío
y ya mas nadie ha comprendido la palabra yo.
11
Preguntadlo a la noche y al vino y a la aurora...
Por detrás de las colinas de Vermont, los llanos de
las costas
por el ancho Far-West y las montañas Rocallosas,
por el valle de Kentucky y las selvas de Maine.
Atravesad las fábricas de muebles y automóviles, los
muelles,
las minas, las casas de apartamentos, los
ascensores
celestiales,
los lupanares, los instrumentos de los artistas;
buscad un piano oscuro, revolved las cuerdas,
los martillos, el teclado, rompedle el arpa silenciosa
y tiradla sobre los últimos raíles de la madruga...
Inútilmente.
No encontrareis el limpio acento de la palabra
yo.
Quebrad un teléfono y un disco de baquelita,
arrancadle los alambres a un altoparlante nocturno,
sacad al sol el alma de un violín Stradivarius...
Inútilmente.
No encontrareis el limpio acento de la palabra
yo
(¡Oh, Walt Whitman de barba desgarrada!)
¡Que de rostros caídos, que de lenguas atadas,
que de vencidos hígados y arterias derrotadas...!
No encontrareis
mas nunca
el acento sin mancha
de la palabra
yo.
12
Ahora,
escuchadme bien:
si alguien quiere encontrar de nuevo
la antigua palabra
yo
vaya a la calle del oro, vaya a Wall Street.
No preguntéis por MR. Babbitt. El os lo dirá.
- Yo , babbitt, un cosmos,
un hijo de Manhattan.
El os lo dirá
- Traedme las Antillas.
sobre varios calibres presurosos,, sobre cintas
de ametralladoras, sobre los caterpillares de los
tanques
traedme las Antillas.
Y en medio de un aroma silenciosa
allá viene la isla de Santo Domingo
- Traedme la América Central.
Y en medio de un aroma pavorosa
allá viene callada Nicaragua
- Traedme la América del Sur
Y en medio de un aroma pesarosa
allá viene cojeando Venezuela.
Y en medio de un celeste bogotazo
allá viene cayendo Colombia.
Allá viene cayendo Ecuador.
Allá viene cayendo Brasil.
Allá viene cayendo Puerto Rico.
En medio de un volumen salino
allá viene cayendo Chile...
Vienen todos. Allá vienen cayendo.
Cuba trae su dolo envuelto en un estremecimiento
de comparsas.
México trae su rencor envuelto en una sola mirada
fronteriza
Y Haití, Uruguay y Paraguay, vienen cayendo.
Y Guatemala, El Salvador y Panamá, vienen cayendo.
Vienen todos. Vienen cayendo
No preguntéis por Mr. Babbit, os lo he dicho.
- Traedme todos esos pueblos en azúcar, en nitrato,
en estaño, en petróleo, en bananas,
en almíbar.
traedme todos esos pueblos.
No preguntéis por Mr. Babbitt, os lo he dicho.
Vienen todos, vienen cayendo.
13
Si queréis encontrar el duro acento moderno
de la palabra
yo
id a Santo Domingo.
Pasad por Nicaragua. Preguntad en Honduras.
Escuchad al Perú, a Bolivia, a la Argentina.
Dondequiera hallareis un capita sonoro
un yo.
Un jefe luminoso
un yo, un cosmos,
Un hombre providencial
un yo, un cosmos, un hijo de su
patria.
Y en medio de la noche fragorosa de la América
escuchareis, detrás de madureces y fragancia
mezclada con sordos quejidos, con blasfemia y
gritos,
con sollozos y puños, con largas lagrimas y largas
aristas y maldiciones largas
un yo, Walt Whitman, un cosmos,
un hijo de Manhattan.
Una canción antigua convertida en razón de fuerza
entre los engranajes de las factorías, en las calles
de la ciudad. Un yo, un cosmos en las
guardarrayas,
Y en los vagones y en los molinos de los centrales.
Una canción antigua convertida en razón de sangre y
de miseria
un yo, un Walt Whitman, un cosmos,
¡un hijo de Manhattan ...!
14
Porque
¿qué ha sido la ventura de los pueblos
sino un cambio continuo, un movimiento
eterno,
un fuego infinito que se enciende y que se
apaga?
¿Qué ha sido
sino un chorro incontenido,
espejo ayer de oteros y palmares,
hoy nube blanca?
¿Y que
sino una brega infatigable
en que hoy manda un puñado de golosos
y mañana los puños deliciosos,
fragantes y frenéticos del pueblo
innumerable?
Por eso tu, innumero, Walt Whitman,
que en mitad de la noche dijiste
yo
y el herrero sonoro se descubrió en la llama
y el forjador y el fogonero
y el cuidador del faro, celeste de miradas
y el fundidor y el leñero
y la niña celeste colando la alborada
y el pionero y el bombero
y el cochero y el aventurero y el arriero...
Tu,
que en medio de la noche dijiste
Yo, Walt Whitman, un cosmos,
un hijo de Manhattan
y un pueblo entero se descubrió en tu lengua
y se lanzo de lleno a construir su casa
hoy,
que ha perdido su casa,
hoy,
que tiene un puñado de golosos sonrientes y
engreídos,
hoy
que ha cambiado el fuego infinito que se
enciende y que se apaga
hoy...
hoy no te reconoce
desgarrado Walt Whitman,
porque tu signo esta guardado en las cajas de los
Bancos,
porque tu voz esta en las islas guardadas por
arrecifes
de bayonetas y puñales,
porque tu voz inunda los decretos y los centro de
Beneficencia
y los juegos de lotería,
porque hoy
cuando un magnate sonrosado,
en medio de la noche cósmica,
desenfrenadamente dice
yo
detrás de su garganta se escucha el ruido de la
muchedumbre
ensangrentada explota refugiada
que torvamente dice
tu
y escupe sangre entre los engranajes,
en las fronteras y las guardarrayas...
¡Oh, Walt Whitman de barba interminable!
15
Y ahora
ya no es la palabra
yo
la palabra cumplida
la palabra de toque para empezar el mundo.
Y ahora
ahora es la palabra
nosotros.
Y ahora,
ahora es llegada la hora del Contracanto.
Nosotros los ferroviarios,
nosotros los estudiantes,
nosotros los mineros,
nosotros los campesinos
nosotros los pobres de la tierra,
los pobladores del mundo
los héroes del trabajo cotidiano
con nuestro amor y con nuestro puños,
enamorados de la esperanza.
Nosotros los blancos,
los negros y amarillos,
los indios, los cobrizos
los moros y morenos
los rojos y aceitunados
los rubios y los platinos
unificados por el trabajo
por la miseria, por el silencio,
por el grito de un hombre solitario
que en medio de la noche,
con un perfecto látigo,
con un salario oscuro,
con un puñal de oro y un semblante de hierro,
desenfrenadamente grita
yo
y siente el eco cristalino
de una ducha de sangre
que decididamente se alimenta en
nosotros
y en medio de los muelles alejándose
nosotros
y al pie del horizonte de las fabricas
nosotros
y en la flor y en los cuadros y en los túneles
nosotros
y en la alta estructura camino de las orbitas
nosotros
camino de los mármoles
nosotros
camino de las cárceles
nosotros...
16
Y un día,
en medio del asombro mas grande de la historia,
pasando a través de muros y murallas
la risa y la victoria.
encendiendo candiles de jubilo en los ojos
y en los túneles y en los escombros,
¡Oh Walt Whitman de barba nuestra y definitiva!
Nosotros para nosotros, sobre nosotros
y delante de nosotros...
Recogeremos puños y semilleros de todos los pueblos
y en carrera de hombros y brazos reunidos
los plantaremos repentinamente
en las calles de Chile, de Ecuador, y Colombia,
de Perú y Paraguay
de El Salvador y Brasil,
en los suburbios de Buenos Aires y de La Habana
y allá en Macorís del Mar, pueblo pequeño y mío
hondo rincón de aguas perdidas en el Caribe,
donde la sangre tiene
ciertos rumor de hélices quebrándose en el río...
¡Oh Walt Whitman de estampa proletaria!
Por las calles de Honduras y Uruguay.
Por los campo de Haití y los rumbos de Venezuela.
En plena Guatemala con su joven espiga.
En Costa Rica y en Panamá
En Bolivia, en Jamaica y dondequiera,
dondequiera que un hombre de trabajo
se trague la sonrisa,
se muerda la mirada.
escupa la garganta silenciosa
en la faz del fusil y del jornal
¡OH, Walt Whitman!
Blanqueciendo el corazón de nuestros días delante de
nosotros,
nosotros y nosotros y nosotros.
17
¿Por qué queríais escuchar a un poeta?
Estoy hablando con uno y con otros.
Con aquellos que vinieron a apartarlo de su pueblo,
a separarlo de su sangre y de su tierra,
a inundarle su camino.
Aquellos que lo inscribieron en el ejercito.
Los que violaron su barba luminosa y le pusieron un
fusil
sobre sus hombros cargados de doncellas y pioneros.
Los que no quieren a Walt Whitman el demócrata,
sino a un tal Whitman atómico y salvaje.
Los que quieren ponerle zapatones
para aplastar la cabeza de los pueblos.
Moler en sangre las sienes de las niñas.
Desintegrar en átomos las fibras del abuelo.
Los que toman la lengua de Walt Whitman
por signo de metralla,
por bandera de fuego.
¡No, Walt Whitman, aquí están los poetas de hoy
levantados para justificarte!
" - ¡Poetas venidos, levantaos, porque vosotros debéis
justificarme!"
Aquí estamos, Walt Whitman, para justificarte.
Aquí estamos
por ti
pidiendo paz.
La paz que requieras
para empujar el mundo con tu canto.
Aquí estamos
salvando tus colinas de Vermouth.
tus selvas de Maine, el zumo y la fragancia de tu
tierra,
tus guapos con espuelas, tus mazas con sonrisas,
tus rudos mozalbetes camino del riachuelo.
Salvándolos, Walt Whitman, de los traficantes
que toman tu lenguaje por lenguaje de guerra.
¡No, Walt Whitman, aquí están los poetas de hoy,
los obreros de hoy, los pioneros de hoy, los
campesinos
de hoy,
firmes y levantados para justificarte!
¡Oh, Walt Whitman de barba levantada!
Aquí estamos sin barba,
sin brazos, sin oídos,
sin fuerzas en los labios,
mirando de reojo,
rojo y perseguidos,
llenos de pupilas
que a través de las islas se dilatan,
llenos de coraje, de nudos de soberbia
que a través de los pueblos se desatan,
con tu signo y tu idioma de Walt Whitman
aquí estamos
en pie
para justificarte,
¡continuo compañero de Manhattan!


Amén de mariposas

Primer Tiempo
Cuando supe que habían caído las tres hermanas Mirabal
me dije:
la sociedad establecida ha muerto.
(Lapislázuli a cuento de todo emblema ruidoso
mentís en A referido a un imperio en agonía
y cuanto ha sido conocido desde entonces
me dije
y cuanto ha sido comprendido desde entonces
me dije
es que la sociedad establecida ha muerto)
Comprendí
que muchas unidades navales alrededor del mundo
inician su naufragio
en medio de la espuma
pensadora
y que grandes ejércitos reconocidos en el planeta
comienzan a derramarse
en el regazo de la duda
pesarosa
Es que
hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al tiempo
y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones
que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas.
Cuando supe que tres de los espejos de la sociedad
tres respetos del abrazo y orgullo de los hombres
tres y entonces madres
    y comienzo del día
habían caído
asesinadas
¡oh asesinadas!
a pesar de sus telares en sonrisa
a pesar de sus abriles en riachuelo
a pesar de sus neblinas en reposo
(y todo el día lleno de grandes ojos abiertos)
roto el cráneo
despedazado el vientre
partida la plegaria
¡oh asesinadas!
comprendí que el asesinato como bestia incendiada
por la cola
no se detendría ya
ante ninguna puerta de concordia
ante ninguna persiana de ternura
ante ningún dintel ni balaustrada
ni ante paredes
ni ante rendijas
ni ante paroxismo
de los progenitores iniciales
porque a partir de entonces el plomo perdió su rumbo
y el sentido su rango
y solo quedaba en pie
la Humanidad
emplazada a durar sobre este punto
escandaloso
de la inmensidad
del Universo
Supe entonces que el asesinato ocupaba el lugar del
pensamiento
que en la luz de la casa
comenzaba a aclimatarse
el puerco cimarrón
y la araña peluda
que la lechuza se instalaba en la escuela
que en los parques infantiles
se aposentaba el hurón
y el tiburón en las fuentes
y engranaje y puñal
y muñón y muletas
en los copos y de la cunas
o que empezaba entonces la época rotunda
del bien y del mal
desnudos
frente a frente
conminados a una sola
implacable definitiva
decidida victoria
       muerte a muerte
¡Oh asesinadas!
        No era una vez
porque no puedo contar la historia de los hombres
que cayeron en Maimón
y Estero Hondo
a unos pocos disparos de Constanza
en el mismo corazón del año 1959
puesto que todo el mundo sabe que somos el silencio
aun en horas de infortunio.
No era una vez porque no puedo contar la historia
de este viejo país del que brotó la América Latina
puesto que todo el mundo sabe que brotó de sus vértebras
en una noche metálica denominada
      silencio
de una vértebra llamada Esclavitud
de otra vértebra llamada Encomienda
de otra vértebra llamada Ingenio
y que de una gran vértebra dorsal le descendió completa
   la Doctrina de Monroe.
No contaré esta historia porque era una vez no la primera
que los hombres caían como caen los hombres con un
gesto de fecundidad
para dotar de purísima sangre los músculos de la tierra.
La espada tiene una espiga
la espiga tiene una espera
la espera tiene una sangre
que invade la verdadera
que invade el cañaveral
litoral y cordillera
y a todos se nos parece
de perfil en la bandera
la espiga tiene una espada
la espada una calavera.

Pero un día se supo que tres veces el crepúsculo
tres veces el equilibrio de la maternidad
tres la continuación de nuestros territorio
sobre la superficie de los niños adyacentes
reconocidas las tres en la movida fiebre
de los regazos y los biberones
protegidas las tres por la andadura
de su maternidad navegadora
navegable
por el espejo de su matrimonio
por la certeza de su vecindario
por la armonía de su crecimiento
y su triple escuela de amparo
habían caído en un mismo silencio asesinadas
y eran las tres hermanas Mirabal
¡oh asesinadas!
entonces se supo que ya no quedaba más
que dentro de los cañones había pavor
que la pólvora tenía miedo
que el estampido sudaba espanto
y el plomo lividez
y que entrábamos de lleno en la agonía de una edad
que esto era el desenlace de la Era Cristiana.

¡Oh dormidas!
¡oh delicadas!
qué injuria de meditar.
El mes de noviembre descendía sobre los hombros
como los árboles aún debajo de la noche y aún
dando
sombra.
¡Oh eternas!
El péndulo palpitaba las horas del municipio
y el pequeño reloj destilaba en silencio gota a gota
veinticinco visiones de una día llamado noviembre.
Pero aún no era el fin
¡oh dormidas!
aún no era el fin
no era el fin

Segundo Tiempo
Cuando supe que una pequeña inflamación del suelo
en el Cementerio de Arlington
se cubría de flores y manojos de lágrimas
con insistencia de pabellones y caballos nocturnos
alrededor de un toque de afligida trompeta
cuando todo periódico se abría en esas paginas
cuando se hicieron rojas todas las rosas amarillas
en Dallas
en Texas
me dije
   como era presidencial
el nuevo mes de noviembre
ya millones de seres tocaron lo imposible
ya millones de seres ya millones de estatuas ya
     millones
          de muros de columnas y de máquinas
comprendieron de súbito
    que el asesinato
no ha sido
ni un fragmento de minuto
calculado solamente para las cabezas semicoloniales
y sustantivas
de las tres hermanas Mirabal
sino
que este inédito estilo de la muerte
producto de las manos de los hombres
de manos de hermanos
(para todo el siglo)
muerte sana y artesana
(para todo el mundo)
provista de catálogo
(para todo el tiempo)
de numero de serie o serial number
y venida de fuera o made in usa
fría inalterable desdeñosa desde arriba desde
entonces
esta muerte
esta muerte
esta muerte
asume contenido universal
forzosamente adscrita a la condición
del ser humano
en cuyo espectro solar figuran todas las formulas
personales
y todas las instancias puras
del individuo
tal
      como va por la calle
como habitante de la ciudad con todo su derecho
como
continuador esencial del índice de población o séase
representante manufacturero indiferente agente de
seguros repartidor de leche asalariado guarda
campestre administrador o sabio poeta o portador
de una botella de entusiasmo etílico donde están
convocadas todas las palabras
ciclamen platabanda metempsicosis
canícula claudia clavicémbalo
cartulario venático vejiga
trepa caterva mequetrefe
primicia verdulero postulante
palabras todas sustitutivas
palabras pronunciables
en lugar de presuntas actitudes
y todas las maldiciones y protestas
y las posiciones geométricas igual
que la rotura del sentido igual
que la rotura de una biela igual
que el desgarrón de la barriga igual
mente todo desquiciado y ron
pido todo maligno y amargo
todo reducido a sombra
y nadidad y oscuridad
  y estadidad
palabras mentirosas llenas
de contenido impronunciable
y desechos de organismo
de cualquier muchacha igual
que de cualquier cochero igual
que el choque de la portezuela
del catafalco igual
fue esta universal investidura de la que no esta exento
nadie nadie
ni yo
ni tu
ni nosotros ni ellos ni nadie
podridamente nadie
nadie
desde el mismo momento que fueron golpeadas
ciertamente
profesionalmente
maquinalmente
tres de las hermanas Mirabal
hasta llegar
en punto
exactamente
al
fin fin fin
de la Era
Cristiana

(Oigamos
oigamos
esto retumba en el
más
absoluto silencio
muchas unidades navales en todos los océanos inician
su hundimiento después
de deglutir los archipiélagos
de miel envenenada
grandes ejércitos destacados en la entrada del mundo
comienzan a reintegrarse
a sus viejos orígenes
de sudor y clamor
en el seno de las masas
populares
en el más
en el más categórico y el más
absoluto
silencio)

Porque
hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al tiempo
y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones
que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas
y calles enteras de urbes imperiales llenas de transeúntes
sostenidas desde la base por tirantes y cuerdas de armonía
de padre a hija de joven a jovenzuela de escultor a modelo
y artilleros atormentados por la duda bajo el cráneo
cuyas miradas vuelan millares de leguas sobre el horizonte
para alcanzar un rostro flotante más allá de los mares
y camioneros rubios de grandes ojos azules
obviamente veloces
que son los que dibujan o trazan las grandes carreteras
y transportan la grasa que engendra las bombas nucleares
y portaviones nuevos de planchas adineradas invencibles
insospechablemente unidos al rumbo del acero y del petróleo
y gigantes de miedo y fronteras de radas y divisiones aéreas
y artefactos electrónicos y máquinas infernales dirigidas
de la tierra hacia el mar y del cielo a la tierra y viceversa
que no pueden resistir
la muerte
de ciertas
mariposas
porque la vida entera se sostiene sobre un eje de sangre
y hay pirámides muertas sobre el suelo que humillaron
porque el asesinato tiene que respetar si quiere ser respetado
y los grandes imperios deben medir sus pasos respetuosos
porque lo necesariamente débil es lo necesariamente fuerte
cuando la sociedad establecida muere por los cuatros costados
cuando hay una hora en los relojes antiguos y los modernos
que anuncia que los mas grandes imperios del planeta
no pueden resistir la muerte muerte
de ciertas ciertas
debilidades amén
de mariposas























FABIO FIALLO

For Ever 
A Juan T. Mejía y Porfirio Herrera
Cuando esta frágil copa de mi vida,
que de hermosuras rebosó el destino,
en la revuelta bacanal del mundo
ruede en pedazos, no lloréis, amigos.
Haced de un rincón del Cementerio,
sin cruz ni mármol, mi postrer asilo,
después, ¡oh! mis alegres camaradas,
          seguid vuestro camino.
Allí, solo, mi amada misteriosa,
bajo el sudario inmenso del olvido,
¡cuán corta encontraré la noche eterna
para soñar contigo!



Gólgota Rosa
A Ana María Menocal
Del cuello de la amada pende un Cristo,
joyel en oro de un buril genial,
y parece este Cristo en su agonía
dichoso de la vida al expirar.
Tienen sus dulces ojos moribundos
tal expresión de gozo mundanal,
que a veces pienso si el genial artista
dióle a su Cristo alma de don Juan.
Hay en la frente inclinación equívoca,
curiosidad astuta en el mirar,
y la intención del labio, si es de angustia,
al mismo tiempo es contracción sensual.
¡Oh, pequeño Jesús Crucificado!,
déjame a mí morir en tu lugar,
sobre la tentación de ese Calvario
hecho en las dos colinas de un rosal.
Dame tu puesto, o teme que mi mano
con impulso de arranque pasional,
la faz te vuelva contra el cielo y cambie
la oblicua dirección de tu mirar.









Alfonso Caraballo, por el camino del silencio.

         Alfonso Caraballo, por el camino del silencio.  Por. Fausto Aybar "Liz" El blog Espejos y Sombras, en su búsqueda del...