EN EL REGAZO, UNA GOTA DE SANGRE
Se abren las puertas, infinitas son las sombras,
las cadenas revientan de tanto dolor, y puedo
oler esa gota de sangre que los siglos indeleblemente
han guardado.
Se abren las puertas, hay cruces oxidadas,
y caemos hincados frente a ti, es largo el sendero,
reflexivamente las oraciones nos consumen, y al parecer
navegamos entre los colores invisibles de tu silencio
Se abre el costado, brotan de nuestras espaldas
los recónditos hematomas del tiempo, las lenguas
carcomidas, no vomitan ecos, y en el regazo, una
gota de sangre hace emerger el llanto.
Se abren las puertas, los traidores no vuelven
de las sacros santas palabras, caen a sus pies las horcas
del ruin, no hay canto mudo del animal noble, solo la gota
que paulatinamente recorre nuestras memorias.
Fausto Aybar
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