ANTI-CUENTOS
DIÁLOGOS SUGERENTES
Ahora sí, ya tengo a toda la humanidad
andando de dedos, dentro de un siglo más, la tendré vistiendo hologramas.
Atte. El Celular.
Cada vez que me veo al espejo, entiendo
con precisión porque me he convertido en un almacén de trofeos de papel, si
pudieran desalojar todas las polillas que habitan en mí, entonces entendieran
mi utilidad.
Atte. El Escaparate.
Nadie entiende a la gente nacen desnudo,
y se obstinan en morir vestido, es recomendable que se visite al psicólogo
mucho antes del deceso.
Atte. El Ataúd
Era tan intenso el fuego que mi piel plateada pretendía derretirse, pero era tan alucinante su aroma,
que me iría hasta el mismo infierno para
degustar de su espíritu.
Atte. La Cafetera.
Mi
velocidad llegaba hasta full, las sombras jugaban bajo la sábana, nadie
pretendió molestarlas, mis aspas cansadas de tanto girar, rogaban por un
blackout.
Atte. El Abanico.
Tantos residuos de huellas dactilares
sobre mí, el golpeo incesante en cada
tecla, sería recomendable un diccionario electrónico para cada analfabeto intelectual.
Atte. La Laptop
Miran y miran, no sé que tanto
miran, porque al final, yo no dicto la
hora de la partida.
Atte. El Reloj.
Aunque me odien tendrán que usarme, sus
memorias no son capaces de retener tantas palabras,
Puedo tener un siglo vestido de polvo, y
siempre seré más que una solución alterna al ocio.
Atte. El Libro.
Los sueños nacen y mueren aquí, algunos
pretenden abrazarme como si fuera su amante, es hora de despertar, la arrugada
vida sigue su agitado curso.
Atte. La Almohada.
Van y vienen, vienen y van, se
aglomeran, respiran entrecortados, pretendo preguntar, nadie me presta atención,
y como una loca, exclamo; alguien puede detenerse y saludar.
Atte. La Puerta.
En la lontananza percibo un espejismo,
no hay lluvia, ni un intenso sol, es posible que toda la ciudad este atrapada
por el síndrome de la vejez prematura, perdón, es hora de la porción para el estrés.
Atte. La Calle.
Presto a servir estaba, cuando una avalancha de anarquistas me abofeteaba a salivazos, ahora entiendo que la vida no es solo retorica, también es permutable el caos.
Atte. El Micrófono.
Fausto Antonio Aybar Ureña.
Presto a servir estaba, cuando una avalancha de anarquistas me abofeteaba a salivazos, ahora entiendo que la vida no es solo retorica, también es permutable el caos.
Atte. El Micrófono.
Fausto Antonio Aybar Ureña.
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